En cualquier lugar por pequeño que sea, en todas las poblaciones, aun en las más lejanas de los grandes centros, se encuentran señoras y señoritas dotadas de carácter enérgico, muy emprendedoras y activas, que pueden tomar la iniciativa para crear centros de reunión o clubes en que puedan desplegar sus aptitudes”…
La creadora y secretaria general de la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas, Elena de Arismendy, busca sensibilizar con estas palabras sobre la “Necesidad de clubes universitarios de señoras y señoritas”, utilizando la alianza internacional establecida entre las revistas Fémina, Feminismo Internacional y de la Raza, el 30 de septiembre de 1923.
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La socióloga mexicana se expresa así a favor de la educación continua de las mujeres, principalmente aquellas que ya siendo madres y esposas carecen del tiempo para ser instruidas. Cita las ventajas de la «gimnasia mental» en el arte de la conversación, pensar, expresarse con claridad, para obrar con cordura y reflexión ante la urgente necesidad de ampliar conocimientos.
Cuatro meses antes, Arismendy convertía a Petronila Angélica Gómez Brea en la represente idónea en la República Dominicana para impulsar los clubes, pero también para establecer la Liga Feminista Dominicana, lo cual concreta en mayo de 1925. Y, si algo tienen de común aquellas bases con estas instrucciones génesis están las estrategias con las que se logran impulsar la causa de la ciudadanía.
Pues, escribía Arismendy sobre las pioneras de las cuales esperaban crearan los clubes y las ligas: “Las mujeres de esta gran iniciativa son capaces de llegar a entusiasmar a esas frías espectadoras que, prematuramente, han perdido la frescura del alma”.