De los electores de Leonel Fernández

De los electores de Leonel Fernández

POR BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
El doctor Leonel Fernández encarna la esperanza de los dos millones, 63 mil 871 dominicanos y dominicanas que lo eligieron, de forma abrumadora, para dirigir los destinos del país durante los próximos cuatro años. Estos sufragantes creyeron en su slogan de campaña de que con él vuelve el progreso.

No se trata de una votación común, ni aquí ni en ningún otro país de América Latina. Cuando el 57.11% de los ciudadanos que sufragan en una selecciones lo hacen por una determinada candidatura, están otorgando un mandato directo y casi absoluto en una dirección determinada y específica.

Importa saber si el doctor Fernández lo ha entendido así y con la claridad suficiente como para acometer el proyecto de esperanza económica y política que esos dos millones y pico de sufragantes esperan.

Es obvio, nos parece, que los electores del doctor Fernández lo hicieron sobre la base del conocimiento que tiene de éste. Pero este conocimiento no sólo es personal, no sólo es referido a sus cualidades de hombre joven y moderno, de orador de retórica sociológica y de hombre moderado y fino en el trato personal y político. Creo que es un conocimiento que tiene más que ver con el Leonel gobernante, con el Leonel que condujo los destinos del país durante los cuatro años que van de 1996 al 2000.

Si esta percepción es correcta, entonces esos dos millones y pico de votantes procuran, con su elección, que en la República Dominicana de estos tiempos se repita el fenómeno de crecimiento económico, de relativa prosperidad  y la organización social que se registró en ese cuatrienio.

Hay que decir, sin embargo que la herencia que encontrará ahora el doctor Fernández será muy diferente a la que halló cuando sucedió en el poder a Joaquín Balaguer, el viejo zorro de la política dominicana. Aquella era una economía que había sido rearmada entre los años 1990 y 1991, y que desde entonces había mantenido un nivel de crecimiento por encima del promedio de América Latina y el Caribe.

El doctor Fernández y  su equipo tuvieron el tino y la madurez política de no desbaratar lo encontrado, de no alterar la estabilidad macroeconómica y de no abandonar las líneas gruesas que soportaban la tendencia de crecimiento. Sin embargo, disminuyó de forma importante la inversión pública y enarboló un plan de llamados mega proyectos que mermaron los fondos para impulsar una inversión social que en esos momentos, como ahora, era muy necesaria.

Ahora la herencia es alarmantemente calamitosa. Quienes abandonan el poder destruyeron la economía, fomentaron el desorden y socavaron las instituciones. Se trata, como lo sabe todo el mundo, de una crisis harto conocida en América Latina, en Estados Unidos y en todos los centros vinculados con el desarrollo de las naciones.

Llama la atención y es objeto de comentarios y de observación el derrumbe de una economía que era presentada como modelo de crecimiento sostenido, aunque con una distribución de la renta que ocupa un lugar distinguido entre las peores. Y saber que todo ocurrió prácticamente de la noche a la mañana, en un santiamén.

Quien quiera comprobar lo que afirmamos que mire el listado: 1) desplome del sistema eléctrico, 2) pérdida de la estabilidad macroeconómica, 3) elevación del desempleo, 4) devaluación sin precedente de la moneda, 5) inflación alta, 6) crisis bancaria, 7) derrumbe del sistema de salud pública, 8) desorden administrativo, 9) creciente inseguridad ciudadana, 10) corrupción rampante, 11) instrumentalización de las Fuerzas Armadas, 12) aumento de la deuda pública, externa e interna, 13) reducción drástica de la inversión pública, 14) aumento de la pobreza y 15) pérdida de confianza en las instituciones públicas.

Se trata de un cuadro que acusa dramatismo y que sobrecoge el ánimo ciudadano. Un cuadro de problemas y dificultades que difícilmente un Presidente de la República pueda abordar con éxito. Sobre todo considerando que el gobierno carece de liquidez y su crédito externo ha quedado seriamente lesionado.

Aún así, el doctor Fernández encarna la esperanza de sus votantes, que sobrepasan los dos millones de hombres y mujeres. Estos piensan que puede repetirse el fenómeno de crecimiento económico y prosperidad de los años 1996 al 2000. Pero no es posible que tal cosa ocurra, aunque sí es posible que la casa sea puesta en orden y que puedan sentarse las bases, de nuevo, para que la nación se ponga en condiciones de acceder al progreso.

¿Qué hacer, entonces? Nos parece que la única opción válida que tiene el nuevo Presidente de la República es demostrar a la población que, por la magnitud de los problemas que enfrenta el país, hay que trabajar duro y de manera sostenida para reordenar la casa. Y, en segundo lugar, que los hechos del nuevo gobernante y de su equipo convenzan a estos ciudadanos de que están laborando para la nación con una visión clara y con la meta de que los hombres de carne y hueso resuelvan sus problemas básicos.

Los grandes sueños, las grandes ideas, los proyectos grandilocuentes y la modernidad pasan, por lo menos en la República Dominicana, por comprender y responder a las angustias cotidianas de la gente. Este es el inicio del progreso por el que tanta gente comienza a esperar desde hoy en la persona del doctor Leonel Fernández.
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bavegado@yahoo.com

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