La cuestión de identidad, / es cuestión de geografía. / Lo que en Francia está normal/ está muy mal en la china”. Algo muy aproximado dijo, con su pícara intención, el ocurrente cantautor argentino Facundo Cabral. De algunas cosas parecidas podremos hablar de cuando en cuando, de estas multiplicadas fraseologías:
La forma recogida en España durante la intervención árabe de ocho siglos fue:
“Habla más bajo, porque hay moros en la /coste/”. Los dominicanos lo ajustamos [… “porque hay moros en las costas”…], quizás por aludir al mar Mediterráneo, al que canta Joan Manuel Serrat.
En Santo Domingo el refrán: “Entró como /Pedro/ por su casa”, lo cambiamos /perro/ por su casa, una formulación totalmente despectiva: Entró como /perro/ por su casa. Así, muchos cambios –impensados o no- sin confrontar, interacciones que se multiplican, etc.
Si por acaso usamos la palabra /dineral/ y decidimos acudir a un glosario, podremos localizar, expresiones de cercanía, /dinerada/, /riqueza/, /caudal/. También nos podríamos confundir con términos como /talega/, /doblonada/, que nos ocultan la proximidad de sinonimia que tienen los primeros, y nos hacen vacilar, por la difícil utilización para nosotros, pero, de seguro, aplicables en otros lugares donde conviven hispanohablantes.
A veces nos puede parecer que en X pasaje existe un problema de perturbación a la eufonía. Caso: Podríamos haber dicho o escrito /dineral/, y a continuación surgen, en lugar cercano al segmento varias palabras terminadas en /al/ o en /ar/ lo que produce una cadena de sonidos desagradables por la similitud en las terminaciones de vocablos: casual, particular, general, proverbial, descartar. Tales empleos rompen con el equilibrio propio de la variedad y la riqueza del estilo. Entonces advertido el redactor o el corrector, se procederá a la sustitución con voces que garanticen un sonido agradable.
Muchas de estas experiencias contribuyen al enriquecimiento de nuestra conciencia lingüística, y acudimos a las revisiones y a la profundización, porque en la materia se nos requiere mayor responsabilidad.
/Respeto/ y /respecto/, aunque de trazos y sonidos un tanto aproximados ¿y por qué no? provocan tropiezos en la calidad del discurso, en razón de la paronimia, que confunde hasta a los iniciados en la disciplina.
Veamos:
a) Una columna del periódico Hoy, 17 de julio del 2016, p. 5A […la falta de respeto/ al derecho ajeno y al cumplimiento de las leyes…];
b) Una sección sobre consultas de familia: […cuando les vengan a preguntar al /respecto/, haga preguntas orientadas a la educación…]. Hoy, 18 de julio del 2016.
Los casos anteriores corresponden al uso correcto de vocablo. Primero, del verbo /respetar/ ‘miramiento’, veneración ‘acatamiento’ que se hace a alguien. Segundo, /respecto/ envuelve relación con algo de lo cual se ha tratado anteriormente: “Todavía no hay nada con respe/c/to al viaje”. La diferencia está en que el último uso incluye una /c/ en la sílaba medial. Es forma de uso restringido.
Sin embargo, Diario Libre incluye en página de opinión que “Dionisio Gil […un vegano que desafió la muerte”, p.12, 16 de julio del 2016: [… allí, rodeado por el respe/c/to y la consideración de sus compañeros…]
El autor confunde /respetar/ con /al respecto/, del latín /respectare/. El parecido entre las dos voces, sin aproximación en los códigos oral y escrito, trae estos enredos que provocan las particularidades del lenguaje.