De los juegos de Monte Plata

De los juegos de Monte Plata

POR MARIVELL CONTRERAS
Me siento en el compromiso moral de ser agradecida y de dar la cara nueva vez por mi pueblo.  He hablado tanto de él y he contado tantas de sus historias y he llorado tanto sus limitaciones, que ahora que en mis labios aflora una sonrisa de satisfacción, no puedo hacer otra cosa que compartirlo con ustedes.

Monte Plata fue la sede de los treceavos Juegos Nacionales 2006 y como dice la bachata de Frank Reyes “yo te veo y no me lo creo”.  Veo a mi pueblo vestido de fiesta, cambiada su vieja estructura arquitectónica y con perspectivas nuevas y me pongo la mano en los ojos para ver si no es una alucinación.

Y, descubro que no lo es.  Que los edificios de apartamento donde se alojan los atletas están ahí –los primeros edificios de apartamentos que se levantan en esta abandonada tierra de 400 años de fundada y olvidada-, que las instalaciones deportivas están ahí y que ese puente que se levanta entre el otrora tórrido río Congo de mis memorias infantiles y el centro de Monte Plata es la mejor demostración de que estamos abocados al progreso.

Y, en medio de la algarabía, no puedo evitar recordar –qué hago si la nostalgia es mi sempiterna compañera- lo distinto que hubiera sido, si esto que pasa hoy, hubiera pasado hace 20 años, cuando los muchachos (Mateo, Vivito, Luis, Emilio, Josecito, Guana, El Rubio, Tetecito) luchaban de sol a sol para mantenernos ocupados entrenándonos en varias disciplinas deportivas.

Las cosas hubieran sido distintas, si entonces… Pero esto no se trata de pasado, sino de presente.  No tengo palabras para describir la satisfacción y la emoción que viví en los primeros tres días de competencias, exhibición y juegos. 

Mi hijo Ian se levantaba temprano para ir a “ver los juegos” y llegaba sudado y hambriento a bañarse y comer rápidamente para volver a irse a lo mismo.  Pensaba en esos momentos en cómo se quedarán grabados esos momentos en su memoria. 

Nunca había visto tantos carros de lujo en Monte Plata.  Nunca habían estado sus calles tan llenas de gente y vida –sin los caballos del 19 de enero- y mientras revisaba los periódicos de todos esos días me decía que ya no tendré que explicarle a la gente donde queda mi pueblo y por dónde se llega.

Ya nuestros problemas no son el secreto a voces que siempre han sido.  Nos han prestado oídos, nos han puesto atención y nos han dado razones para creer que nunca es tarde si la dicha es buena y que con toda la riqueza natural y humana que tenemos, podremos –bien guiados- hacer el crossover de la ruralidad a la urbanidad.

Por esta alegría y por esta esperanza me siento en el deber de ponerle nombre a mi agradecimiento, porque lo tiene, y no uno solo.  Primero, lo primero.  Al presidente Leonel Fernández, por cumplir y excederse en lo prometido.  A Jay Payano y a Freddy Pérez y sus activas secretarías de Deportes y Obras Púbicas.  A Charlie Mariotti, porque fue el que arrancó con el proyecto y le dio seguimiento hasta hacerlo una feliz realidad.  A Fidel Mejía y mi hermano Angelito Contreras (el abogado, el de la Fundación para el Desarrollo de Monte Plata) y a todos los Contreras (Ricardo, César) que facilitaron el proceso.

De ahora en adelante, el compromiso es de todos (los oficiales y el pueblo) necesitamos mantener lo logrado y establecer medios laborales para que los jóvenes puedan practicar los deportes sin el estómago vacío.

Marchemos…

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