De los lunes de Balaguer a los martes de Leonel

De los lunes de Balaguer a los martes de Leonel

Cuando Joaquín Balaguer regresó al poder en 1986, tenía un afán casi enfermizo en demostrar que el Gobierno de Salvador Jorge Blanco había sido un desastre. Para lograrlo hizo desfilar lunes tras lunes a sus funcionarios, en una romería maliciosa, para que dieran cuenta al país de los horrores que habían encontrado. Mientras sus burócratas de alta alcurnia hablaban, encabezados por Guzmán Álvarez, Balaguer permanecía en el escenario como una figura de piedra, arrinconado, escuchando sin inmutarse.

Ahora serán los martes de Leonel Fernández.  Unos martes que no tienen razón de ser si tomamos en cuenta que el Presidente de la República acaba de comparecer ante la Asamblea Nacional para, según lo establece la Constitución, rendir, precisamente, cuentas de su gestión y depositar las memorias de los distintos ministerios.

Pero ahora se juntan las acciones de Gobierno con la propaganda, y nadie sabe dónde comienza una y dónde termina la otra. Estas rendiciones de cuentas son, obviamente, otros dispositivos de propaganda, como las inauguraciones de estos días y los encuentros para escuchar las voces de la comunidad.

Esta noche tendremos la oportunidad de escuchar a los destacados miembros del denominado Gabinete Económico. Sin dudas, funcionarios de mucha relevancia y soportes de la estabilidad macro-económica del Gobierno, excepto el Superintendente de Bancos. Escucharemos los mismos argumentos que venimos escuchando en ocho años y que el Presidente Fernández enarboló, de forma académica, en su presentación ante la Asamblea Nacional. 

Por supuesto, ninguno hablará del fracaso de la capitalización de los ingenios azucareros, fracaso que convirtió a los bateyes en zonas infernales, donde el hambre se enseñoreó hasta de los árboles. Tampoco del claro fracaso de la industria eléctrica, convertida hoy en una fábrica de apagones y en  un lugar de alarmantes ganancias para los generadores y la burocracia del sector.

Tampoco se hablará del fracaso de la inversión en la educación pública, ni del éxito salarial de la burocracia del Banco Central y de la Superintendencia de Bancos. Ni el Gobernador Valdez Albizu ni el ministro de Hacienda dirán nada sobre una gestión que carece de ahorros internos y que tiene que recurrir al endeudamiento externo, comercial por más señas, para financiar bulevares, carreteras, avenidas, elevados y similares.

De todos modos, es mejor que este cuarteto hable de lo ya escuchado y sabido y no que  quiera volver a justificar lo que no se ha hecho aludiendo a un Gobierno que hace ocho años que no existe, como es el Gobierno que presidió el señor Hipólito Mejía.

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