De luces y sombras, a reconstruir de nuevo

De luces y sombras, a reconstruir de nuevo

El  pasado domingo 25 de septiembre se cumplieron 48 años del derrocamiento del Profesor Juan Bosch, primer presidente electo democráticamente, luego del ajusticiamiento del dictador Trujillo y   la caída de su oprobioso régimen que durante 31 años  implantó el  terror, doblegando la altivez y la gallardía del pueblo dominicano.

Apenas siete meses duró su gobierno que, antes de nacer, ya había sido condenado por la conjura concertada entre  los sectores más reaccionarios y poderosos de la oligarquía criolla y sus aliados, incluyendo la cúpula de los altos mandos militares y la iglesia católica, y un grupúsculo de políticos y seudos patriotas derrotados estimulados y asistidos por el Pentágono, la CIA y la Casa Blanca, que en un tiempo récord, bajo el mandato de John F. Kennedy, asesinado el 22 de noviembre del 1963, ya habían  producido en la región cuatro golpes de Estado que darían al traste con gobiernos democráticos, y patrocinado la fracasada invasión de Bahía Cochinos, en Cuba.

Después del derrocamiento de Bosch, de su política de puertas abiertas, de libertades públicas, austeridad y transparencia administrativa, y el desconocimiento de su Constitución, considerada la más progresista y avanzada a partir de la proclamada el 6 de noviembre en San Cristóbal, vino el total desastre, entre luces y sombras.

Historia sabida. El advenimiento de un triunvirato de dos, corrupto y despótico; el asesinato de Manolo en las Manaclas y  de sus compañeros del 1J4, alzados “en las escarpadas montañas de Quisqueya;” la Revuelta de Abril, del pueblo y de los militares constitucionalistas que trajo como resultado una nueva funesta intervención armada de los Estados Unidos, el descrédito internacional de la OEA, que santificó esa agresión a nuestra soberanía, bautizando eufemísticamente de Paz (FIP) a la coalición de fuerzas interventoras de gobiernos lacayos y dictatoriales, y la cadena de desdichas y fraudes electorales que representó 12 años de muertes, asesinatos y corrupción que caracterizaron los gobiernos represivos del Dr. Balaguer en ese lapso.

De ahí, no hemos levantado cabeza. Débiles intentos de institucionalización y democratización que no alcanzan a desterrar la miseria de nuestro pueblo: “Se habla de democracia, pero yo le digo a usted que la democracia y la miseria no pueden dormir juntas en una misma cama.” -“Al gobierno se va a servir al Bien Común, a organizar la sociedad, a educar, a sembrar, a asumir más responsabilidades que los demás. La conducción de Estado es sacrificio antes que privilegio para quien lo ejerce.” ¡Qué gobernante, qué gobierno puede asomar  la cabeza y mirarse en ese espejo! 

Su discurso, dirigido al Pueblo Dominicano, publicado en El Caribe  y en el Listín Diario el 27 de septiembre, a los dos días de su derrocamiento, ejemplariza: “Ni vivo ni muerto,  ni en el poder ni en la calle, se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta.

Nos  hemos opuestos y nos opondremos siempre a los privilegios, al robo, a la persecución, al crimen y la tortura. Creemos en la libertad, en la dignidad y en el derecho del pueblo dominicano a vivir y desarrollar su democracia con libertades humanas, pero también con justicia social.”          

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