De luchas populares a partido corporación

De luchas populares a partido corporación

Orlando Jorge Villegas

En una entrevista concedida al “Jornal de Brasilia” en el año 2010, el afamado filósofo brasileño Olavo de Carvalho al referirse a los casos de corrupción en su país, advertía que “si Brasil continúa por este rumbo en los próximos cinco años, el país no se levantará nunca más”. Muchos consideran esta frase exagerada y pesimista, pero los hechos recientes en la política de esa localidad demuestran que la aparente profecía de Carvalho no escapaba de la realidad.

La Operación “Lava Jato”, desarrollada por la Policía Federal, y la cual se encuentra en su decimocuarta fase, ha destapado una red multimillonaria de lavado de dinero entre políticos y empresarios. Sin dudas de todas las personas y organizaciones manchadas por este proceso, el caso que más llama la atención es el del Partido de los Trabajadores (PT).

En Brasil, los sindicatos y las organizaciones de izquierda se fortalecieron durante los últimos años del régimen militar, sobre todo en la época de su cuarto presidente, el general Ernesto Geisel. El PT fue formado por un sector de los movimientos sindicales que presidía Lula da Silva, y algunos miembros del Partido Comunista Brasileño (PCB), en el cual militaba el hermano del ex presidente brasileño, mejor conocido como Frei Chico. La antorcha del PT era la lucha contra la injusticia social, el combate a la corrupción y la defensa de los trabajadores.

Hace unos días, da Silva hacía una analogía entre los inicios del PT y el aura que en estos momentos lleva el movimiento Podemos en España. El PT representaba una nueva esperanza para los brasileños que aún pernoctaban en los traumas de la dictadura militar.

Después de casi 13 años de gobierno, el PT encarna todo lo contrario a sus predicas desde la oposición. Nuevamente volvemos a ver un partido político que pasa de enarbolar una concepción política ideológica, escenificada en un historial de lucha popular, a un pragmatismo salvaje que tiene a Brasil al borde de un colapso político e institucional.

Dentro de la operación “Lava Jato”, los casos de corrupción en Petrobras y Odebrecht, confirman que el PT se ha convertido en un partido corporación. Pero antes, el gobierno de Lula había enfrentado otro escándalo de corrupción: el mensalão, o mensualidades. Entre sobornos, tráfico de influencia y donaciones ilícitas, miembros del mayor partido de la izquierda brasileña han caído de los altares, entre estos el ex presidente Lula da Silva, y la actual mandataria Dilma Rousseff.

En el caso específico de Petrobras, el que dirigía la operación de lavado de dinero era João Vaccari Neto, secretario de finanzas del PT. Otro que fue apresado fue André Vargas, ex diputado federal y vicepresidente de la Cámara Baja, quien era utilizado por el “hombre del maletín” e ideólogo de todo el proceso, Alberto Youssef, para favores políticos. En total se estima que el desvío de dinero en la operación “Lava Jato” ronda por los cuatro mil millones de dólares.

El rechazo hacia el PT crece cada vez más. La aceptación de Dilma Rousseff (10% según Datafolha) está peor que cuando Fernando Collor de Melo fue interpelado por el Congreso Nacional. Datafolha también resaltó que el Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB) y su pasado candidato presidencial, Aécio Neves, ganarían las elecciones si se celebrarán en esta coyuntura.

Viví en Brasil durante tres años y pude observar una ciudadanía con muchas oportunidades para desarrollarse. Fernando Henrique Cardoso, ex presidente de esa nación, y uno de los pensadores y visionarios más brillantes del mundo, señaló hace varios años la división que existía entre los políticos y el pueblo brasileño. Un país grande, con una inmensa riqueza como el coloso suramericano, merece una gerencia política eficaz y transparente, apoyada por una sociedad civil comprometida.

 

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