De luchas y pesares

De luchas y pesares

Emilio Cordero Michel:  “tuve que aceptar a Trujillo de padrino en bodas”

Antes de su exilio antitrujillista, Emilio Cordero Michel estuvo preso por su afiliación a la Juventud Democrática. Logró la libertad gracias a que su tío político Antonio de la Maza habló con Trujillo pero lo confinaron once meses a Tirolí, en la frontera con Haití. En 1947 su padre consiguió con Julio Vega Batlle, rector de la Universidad de Santo Domingo, que lo reintegraran a sus estudios.

No obstante, el rebelde joven volvió a la prisión por escribir “Trujillo, asesino y ladrón” y siguió teniendo dificultades en la academia por negarse a firmar una misiva que Ramfis Trujillo, su condiscípulo, había redactado para desagraviar al profesor Leoncio Ramos, contra quien Emilio inició un movimiento de protesta porque cambió el texto del catedrático que fue a sustituir. “Abandonamos el aula cuando él entró, él se marchó y Ramfis escribió la carta pidiéndole que retornara, dije que no la firmaba”.

El indómito estudiante de Derecho que había ingresado a la carrera en 1946 tuvo confrontaciones, además, con Manuel Arturo Peña Batlle, pues un día llegó al aula con la misma ropa con que había estado practicando deportes.

-¿Y quién es este mangrino?, preguntó el profesor y al responderle que era hijo del doctor José Ramón Cordero Infante, el intelectual comentó: “Un hombre tan pulcro y tiene un hijo marrano”. Emilio declaró que a esa cátedra no volvería e impugnó también a Peña Batlle.

Lo mismo hizo con Aníbal Sosa Ortiz porque en clases supuestamente solo hablaba del contrato matrimonial. El travieso muchacho formó un equipo de compañeros que se pasó a la parte trasera del aula a jugar ceritos. Sosa le increpó:

-¡Joven Cordero, adelante! ¡Usted dirige un campeonato de ceritos! Y lo expulsó. Emilio lo recusó.
“Terminé la carrera en Río San Juan, estudiaba allá y venía a examinarme a la capital. Vivía solo en una finca de papá que me llevó para protegerme. Aun después de graduado, en 1952, seguí sembrando yerba en el campo” hasta 1953 o 1954.

Es probable que el trabajo rural no representara castigo para Emilio, porque su deseo fue estudiar agronomía pero tanto para una universidad de Trinidad como para la A&M de Houston, Texas, le negaron pasaporte por su oposición al régimen.

Emilio, su padre y su hermano José Ramón (Pilón), eran desafectos al Gobierno. Cordero Infante (Pilino), el progenitor de los levantiscos chicos, fue furibundo horacista que se opuso a Trujillo desde su ascenso. Había sido consultor jurídico de Agricultura y Migración e investigó los robos del incipiente sátrapa. Pero pasó a colaborar con el dictador en el ocaso de su tiranía.

El mayor de los hijos de Pilino nació en Santo Domingo el 10 de febrero de 1929. Su madre, Cristiana Eugenia Michel, era la sobrina más querida de Horacio. El primogénito estudió en los colegios Los Angelitos y Luis Muñoz Rivera e inició bachillerato en la Normal Presidente Trujillo pero lo concluyó haciendo libre el cuarto grado con Gracita Álvarez de Tejera.

En el exilio.
En Río san Juan, el recién graduado doctor en derecho volvió a confrontar problemas con el régimen al querer defender a campesinos acusados de portar armas blancas. “Dije que era una falta de justicia y caí preso. Me mandaron a Hostos y de ahí a San Francisco de Macorís”, relata.

Ya en libertad pasó a formar parte del bufete de Julio Peynado, su futuro suegro, en el que actuaba como notario y traductor y con el que a veces tuvo discusiones por cuestiones de principios.

Casó en 1956 con Josefina Peynado, hija del jurista. La madre de la novia, Gisela Velásquez, y Trujillo, apadrinaron el enlace. Emilio tuvo que “chuparse” a tan despreciable testigo por el amor que profesaba a la novia, a quien quiso complacer aceptando a quien adversaba y porque Jesús María Troncoso Sánchez, padrastro de la desposada, le aconsejó admitirlo para que lo nombraran fuera del país. Un año después fue designado primer secretario de la Misión Dominicana ante la ONU. Pero se incorporó al Movimiento de Liberación Dominicana, antitrujillista.

“Jamás pronuncié un discurso con loas a Trujillo, nunca escribí una carta lambona”, exclama refiriéndose a su cargo.

Josefina fue la madre de Rachel y Pablo. Emilio casó por segunda vez con Luisa Espaillat, con quien procreó a Jorge Emilio.

José Ramón, el hermano menor de Emilio, se había marchado en 1953 cuando se graduó de doctor en Derecho, con destino a Wisconsin, Escocia, Londres. En París estudió Economía. Mientras, hacía propaganda contra Trujillo e intercambiaba cartas con Emilio cuando ya este había salido del país. Al contarle sus planes de venir en una expedición, Emilio iba a viajar a Cuba para unírsele pero Alfonso Canto, representante del MLD en Nueva York, le aconsejó que no.

“Quédate aquí, que te necesitamos”, pidió al joven, quien ya había sido felicitado por lo más granado del antitrujillismo debido a su labor en el movimiento, entre ellos Juan Isidro Jimenes Grullón, Cecilio Grullón, Carlos Larrazábal Blanco, Paquito Canto…

La entidad intentó venir en 1960 a hacer oposición interna, refiere Emilio. Razonaban que si Máximo López Molina y el MPD lo que planteaban era la revolución marxista y la dictadura del proletariado y habían viajado, ellos, que llegarían con un programa de liberación nacional lograrían incorporar a la clase media a su lucha.

Tulio Arvelo, José Espaillat, Rafael Calventi, Silvano Lora, Caperuza Rodríguez, Hugo Tolentino, Emilio, hicieron el intento pero no le dieron garantías ni autorización.

Ya en 1959, Cordero Michel había renunciado públicamente a la posición que ostentaba en la ONU, criticando los asesinatos del régimen y denunciando las torturas a los expedicionarios de 1959 entre los que estaba su hermano, asesinado cruelmente en San Isidro. Incrementó sus acusaciones contra el trujillato y los intentos de retornar a combatirlo.

Quiso volver al país inmediatamente después del ajusticiamiento pero no le vendieron pasaje porque estaba en la lista negra de los impedidos, sin embargo, la suerte le favoreció el 31 de diciembre, porque lo deportaron. Había caído preso en Washington por protestar contra la invasión de Playa Girón y también contra la presencia de Balaguer en Estados Unidos. “Debía reportarme en Migración pero no iba nunca y me mandaron esposado en un avión de la Varig”, cuenta.

En mayo de 1962 se incorporó a la universidad y ya en diciembre del año siguiente estaba de guerrillero en Manaclas, acción de la que es de los pocos sobrevivientes.

“Yo creía en la actividad guerrillera, además, tenía un compromiso con Manolo Tavárez, a quien le prometí que iba a estar a su lado junto a Jaime Ricardo, su cuñado, y Leonte Schott Michel, mi primo hermano”, afirma. Sabía que el alzamiento fracasaría, dice, por las condiciones físicas de los combatientes, la alimentación insegura, entre otros factores, pero, agrega, “no podía faltar a mi palabra”.

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