De Macao a Punta Cana: alerta

De Macao a Punta Cana: alerta

Las islas del Caribe y la nuestra en particular son particularmente bellas, fascinan por sus paisajes, su música, sus bailes. Experimente esas sensaciones y siempre la belleza impacta y el calor humano impresiona. Por esos motivos, resulta frustrante que los científicos, especialistas en estudios de impactos en el paisaje no sean tomados en cuenta por los inversionistas, ni por los organismos estatales de planificación. El estrepitoso decaimiento del polo turístico de Puerto Plata debió servir de algo para que no se repita más. En varias oportunidades, planteamos que los Estudios de Impactos Ambientales (EIA) ya no eran suficientes para estudiar, resaltar y prevenir los efectos de las actividades turísticas y hoteleras en el paisaje costero dominicano. No son suficientes, ni eficaces, ni validos ya, porque estamos frente a “enclaves o polos” concentradores de decenas de hoteles y sus instalaciones en un espacio costero, rico en biodiversidad pero limitado, frágil y de lenta regeneración. Ejemplo: los diferentes ecosistemas comprendidos entre Macao-Bávaro-Punta Cana o entre Bayahibe y la Saona (diferentes a la zona costera Guayacanes-Juan Dolio por ser de turismo inmobiliario/residencial). Es lamentable que los empresarios turísticos no entendieran la validez y necesidad imperativa de los Estudios de Impactos Ambientales Acumulativos (EIAAc) que debían poner de manifiesto los efectos sucesivos y repetidos sobre la plataforma terrestre y marina, sobre la biodiversidad, sobre el agua (manto freático y superficial), el mar y los recursos marinos. La industria turística necesitaba ese estudio para su desarrollo estratégico y así haber evitado lo que hoy amenaza la rentabilidad de sus inversiones y la sostenibilidad ambiental de la región: la contaminación y la arrabalización. Los empresarios turísticos desconocieron las advertencias que hicimos sobre los efectos ambientales acumulados de más de 40 hoteles en una misma costa, de un turismo inmobiliario iniciado sin planificación urbana con una trama vial embrionaria que permitió la creación de un infierno en Verón, la circulación exterior a los hoteles de todo tipo de vehículos y la privatización de las playas como espacio público. Todo eso por la falta de visión del Estado, del municipio y del sector privado. El país paga muy caro el menosprecio de esos sectores a las advertencias de los especialistas y de sus juicios que muchos califican de “extremistas”. La amenaza es real y el fracaso amenaza. Hay urgencia, se necesitan decisiones y acciones responsables.

 

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