De Mafalda, próceres y patrias

De Mafalda, próceres y patrias

Este no es un trabajo realizado con el propósito de agradar a las personas que, desligadas de las intríngulis de nuestro farragoso y conflictivo proceso socio político se han mantenido al margen de los acontecimientos que han ido conformándonos la historia, como si esa actitud les permitiera mantenerse a distancia del doloroso proceso.

Y decimos que no está escrito para ser leído por ellos, no solo porque sabemos que se abstendrán de hacerlo, sino porque sin haber visto ni una línea del mismo lo tomarán como pretexto para exclamar con aire de ofendidos,  ¿Viste con lo que han salido ahora? ¡Qué barbaridad! Razones por las cuales queremos resaltar desde nuestra óptica que el vínculo de Mafalda con nuestra historia es tan evidente como preocupante.

Y no hablo de aquella muchachita que descorrió el velo de la (in) comprensión al describir el garrote policial como el palito de abollar ideologías.

 No, yo hablo del momento en que le dice al Guille cuando ve pasar a su lado a dos ancianos “que estos eran el empezose del acabose”. Y hago este preámbulo, porque eso es exactamente lo que estamos viviendo los dominicanos de hoy, “el acabose de aquel empezose” que arrancó cuando unos cuantos prosopopéyicos próceres a part time, de los que nos hemos gastado siempre, desde que se dieron cuenta de que se podía relajar en serio y hacer desórdenes con orden, comenzaron a cogerse las casas, las montañas, los bosques, las salinas, las islas adyacentes, las aduanas y los ferrocarriles, sin que les pasara nada y sin el peligro de que sus fachadas de próceres se resquebrajaran ante las miradas de quienes los contemplaban desde la acera de enfrente.

Es decir desde el punto alto en donde la firmeza, la dignidad y la decencia colocan a los que han sido incapaces de tomar lo ajeno, de enriquecerse con lo de los otros, absteniéndose de ofrecer los sacrosantos manes de la Patria en pública almoneda. ¿Sacro wath? dijo el gringo cuando uno de estos badulaques le pidiera el primer bullucón de cuartos a cambio de una ensenada, de una bahía o de un bosque, siendo posible que aquellos aventureros les dijeran a aquel patriota de relumbrón tirado a muerto, ¿y vale tanto míster? ¡Bájele algo! Conformándose desde entonces una larga cadena de indignidades con una canasta que incluye: cesiones de nuestro territorio a una potencia extranjera; sacralización de las intervenciones padecidas y el robo de lo que pertenece al Estado, es decir…a todos.

Desde las tierras comuneras hasta el Tesoro Público, desde la noción de Patria hasta el último recoveco de la conciencia y esto no les causa ni esteriquitos cuando son contemplados en tanto suben y bajan la bandera en el monumento a la Patria de Febrero.

Total, si ellos nunca han creído en esos símbolos ni en la carga amorosa sustentada por los hombres y las mujeres que de verdad conforman nuestro pueblo. Lo de ellos ha sido y es una constante oferta de la Patria en pública subasta. ¡Y encima, ahora se nos quejan!        

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