La incertidumbre es la atmósfera general del mundo que nos ha tocado vivir. En tiempos de Guillermo Cabrera Infante la revolución cubana y la Guerra Fría eran los epicentros, ideológico y emocional, de las juventudes. La Guerra Fría, fue fría solamente para la Unión Soviética y los Estados Unidos. Para los países pequeños, que orbitaban alrededor de las grandes potencias al terminar la Segunda Guerra Mundial, fue súper-caliente. En cada uno de nuestros países se jugaba a las “ofertas norteamericanas” para conjurar los “avances del comunismo”. En Europa del Este, los pueblos de las naciones “satélites” vivían abrumados por la economía “centralmente planificada” y el control ideológico de un partido único.
En América hispánica las dictaduras conservadoras, los militares represivos, hicieron estragos entre jóvenes, fueran comunistas o no. Los líderes políticos actuaban, en poses teatrales oscilantes, poniéndose “al mejor postor”. En Cuba, el gobierno aprovechó el financiamiento de su economía por parte de los soviéticos y “parasitó” de ellos por largo tiempo. Esto se hizo en detrimento de los funcionarios rusos jubilados. Los rusos de hoy son “internacionalistas” a medias, según convenga a sus planes inmediatos, económicos o estratégicos. Los economistas y líderes rusos de este momento, no tienen interés alguno en hacer una nueva revolución socialista. Los “creyentes” políticos se han extinguido “en ambos mundos”.
Después de la crisis financiera del 2008, la gente vive con los ojos puestos en la banca hipotecaria, en las previsiones de los bancos centrales. ¿Qué harán los directivos del Sistema de la Reserva Federal de los EUA? ¿Se modificarán las tasas de cambio de las monedas principales? Deudas públicas enormes penden sobre los pescuezos de diversas poblaciones. Los grandes bancos en aprietos amenazan nuestro futuro económico si fuesen “rescatados” por los Estados a expensas de los contribuyentes.
No tardará mucho tiempo en surgir un “replanteo” de los problemas, políticos y administrativos, del “pequeño mundo en que vivimos”. Nuestro mundo de cojeras y carencias es “dependiente” de los caprichos y componendas de otro mundo con menos cojeras y pocas carencias. Habrá que regular la conducta de caballos y jinetes en el hipódromo internacional. Los dirigentes de los partidos políticos de países pobres deberían aprender a corcovear. ¡Ojalá sea pronto!