De mudanza al Polo Norte

De mudanza al Polo Norte

MARIEN ARISTY CAPITÁN
El ruido fue estremecedor. Las casas caían y la gente huía despavorida mientras la ciudad, gritando de dolor, se desintegraba cual si estuviese hecha de un material endeble.

Fue entonces, y a la sazón de las prisas, que alguien gritó que Santo Domingo se estaba destruyendo porque la arena bajo la que se sustenta se estaba moviendo de lugar, tal como suele suceder con frecuencia en las zonas desérticas.

Extrañada, y sin creerme lo que me decían, esperé que los suelos se estabilizaran para entonces averiguar qué estaba pasando: fue así, y de golpe y porrazo, que me enteré que de que el Distrito Nacional está enclavado en el corazón de las Dunas de Baní.

No, amigo lector, no me acuse de haber perdido la razón: según la Ley Sectorial sobre Áreas Protegidas (202-04) las dunas comienzan en Baní pero terminan en Boca Chica, tal como lo explicó hace un par de días el ecologista e investigador ambiental Eleuterio Martínez, quien aseguró que los límites geográficos de las áreas protegidas son tan irracionales que invalidan la ley 202- 04.

¿Quiere otra muestra? La reserva Diego de Ocampo está ubicada entre Santiago y Puerto Plata, pero sus límites llegan más allá del Banco de la Plata, es decir, hasta el mismísimo Polo Norte (¿por qué no explotar esto y adueñarnos de Santa Claus?). Más sorprendente todavía es descubrir que la laguna de Cabral, enclavada en Barahona, es tan extensa que sus límites llegan casi hasta Venezuela (pena que no lleguen, por aquello del petróleo); mientras que la Reserva Científica de Guaconejo está en Nagua pero limita con San José de Las Matas. Olvidando los límites, que estaban bien establecidos mientras se aplicaba la Ley 64- 00, otro punto interesante de las áreas protegidas es saber que tienen coordenadas que no existen o que hay reservas forestales con poblados enteros en su interior.

Todo estos problemas de división, a juicio de Martínez, se deben a que los límites originales de estas áreas fueron cambiadas para complacer los intereses particulares de sectores políticos.

Aunque Martínez es cauto al hablar acerca de las razones y los intereses, en los «corrillos ambientales» se ha dicho que el desubique de los límites de las áreas protegidas no es casual: se hizo para justificar un nuevo reordenamiento y así, quitando un poco de allí y de allá, poder dejar fuera del Sistema de Nacional de Areas Protegidas (SINAP) una buena parte de estas «tierritas».

Si bien es cierto que es urgente que se redefina el sistema completo, también es necesario que esto se haga bajo los criterios establecidos a nivel internacional, para que se correspondan con los criterios de conservación de recursos de vida silvestre o hábitat de especies.

Por otra parte, que es la más dura, hay que tener muchísimo cuidado con los intereses económicos que están detrás de alguno proyectos hoteleros que aspiran levantarse en esas áreas que podrían quedar sin protección.

En un país en el que el desorden y el disparate son la vía para validar la corrupción, hay que andarse con mucho ojo en estos temas medio ambientales porque, como ya lo hemos comprobado, esa puede ser la forma para lograr que se construya allá donde no se debe. Y, como aquí jamás se ha derribado un muro levantado, después no habrá nada qué hacer.

Este es el momento de que tomemos en serio al país y evitemos que continúen depredándolo como hasta ahora. Recordemos que los daños ambientales no son reversibles y que cualquier error que se cometa en ese tenor lo pagaremos muy caro.

Noel es un buen ejemplo de los desaciertos que hemos cometido. También la ciudad de Santo Domingo, donde tenemos el problema de que los pozos filtrantes que hacen los constructores de viviendas están contaminando el subsuelo con aguas negras sin tratar.

No quiero ni pensar en los efectos que esto último traerá. A veces es mejor ignorar algunas cosas. Así, al menos de momento, se es más feliz. Ya veremos qué pasara cuando enfrentemos las consecuencias. Quizás, y tomando el Banco de la Plata, nos toque mudarnos en nuestro Polo Norte.

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