De «Mujer ante el espejo» y su autora

De «Mujer ante el espejo» y su autora

POR JUAN FREDDY ARMANDO
Hay una vieja anécdota que yo nunca hubiese escrito, si no me informan que la protagonista de ella al enterarse la disfrutó y luego la compartió conmigo. Se trata de que un día estaba conversando con una estudiante de letras de la UASD. Ella sabe que me dedico a escribir literatura y que soy un voraz lector crítico. Por eso, me pasó un libro que tenía en sus manos, y me preguntó si lo conocía, si conocía a la autora y qué opinaba sobre los poemas que contenía.

Le contesté, »yo no conozco a ésta poeta ni a sus poemas. Pero desde ya estimo que debe ser muy buena poeta. Porque todas las buenas poetas son feas».

Luego, al conocer a Aurora Arias, me dí cuenta de que no era tan fea, y al leer su poesía, confirmé su calidad. Pues luego, la vida ha ido demostrándome lo contrario, al conocer a hermosas mujeres que también son exquisitas poetas, como Angela Hernández, a Mayra Santos Febres, Vanessa Droz, Carmen Sánchez.

Pero el caso que me ocupa, es el de Marivell, que es como ellas, una encantadora poeta. La verdad es que el libro Mujer ante el espejo me sorprendió desde varios puntos de vista. La primera sorpresa está en el diseño de su portada. Muestra inteligencia, creatividad y humildad.

Creatividad al idear una correa de hombre que pende desde la parte superior del libro hasta casi el pie, a la manera de una horca de la que pende la palabra mujer. El diseño de Víctor Vidal Pérez, limpio, empleando de forma moderna el espacio en blanco, a la manera de un espejo, nos seduce. Y algo todavía más interesante es lo que nos hizo descubrir la autora en una conversación. Que la correa, al virar el libro, se transforma en un espejo de mano.

Es decir, que si la mujer logra descubrir sus derechos, descubrirse a sí misma en el espejo, descubrir las causas de los abusos que contra ella se cometen, conseguirá tener en sus manos su destino, lo mismo que tiene su espejito entre sus dedos. Se aplicaría a ella uno de los grandes asertos de Carlos Marx, quien ingeniosamente decía que el ser humano es un esclavo de la historia y se libera de esa esclavitud con sólo tomar conciencia de ella.

Pero ¿qué tiene el libro de Marivell Contreras para hacerle tanta fiesta? ¿Tanto huele la rosa? Sí que huele, huele tanto la rosa de sus palabras como las rosas grises que envuelven cada página del libro.

Recuerdo que compré un ejemplar de la primera edición, le dí la primera ojeada que siempre doy a los libros que adquiero, para luego meterlo en mi biblioteca sin saber cuándo voy a dedicarle tiempo a su lectura. Pero el primer poema no me permitió dejar el libro. Me arrastró como en un sopor de delicias al segundo, y por ahí a todos.

Me di cuenta de que estoy ante una escritora de calidad, que maneja el verso con recursos muy personales, y que es una verdadera poeta, aunque ella, en su timidez y humildad, lo niegue en el prólogo.

Desde el primer poema, descubrimos recursos creadores valiosos. Por ejemplo, el de darle al poema un dramatismo propio del cuento, en el que de repente nos encontramos con un final que nos sorprende, nos deja estupefactos ante el golpe de gracia en las palabras:

Me lo dijo
el espejo
cuando
me vio
aterrada
ante
él
No eres
Blancanieves.

Tuve el valor
que le faltó
a la bruja
malvada,
-sin cuento-
lo rompí.

Y la rotura de este espejo tiene además un valor simbólico importante. Es también una ruptura. Muestra a la mujer que está dispuesta a todo con tal de superar la realidad amarga de las discriminaciones, las subvaloraciones, los prejuicios, las muertes, las golpeaduras, a que ha sido sometido el sexo femenino durante tantos años. Este valor icónico da fuerza comunicacional a la idea de la poeta y eleva la calidad literaria del mismo. Es una combinación deslumbrante entre fondo y forma.

Es digno de observar que generalmente la poesía castellana es muy lírica. Ha basado su existencia fundamentalmente en los retruécanos metafóricos, en los recursos verbales sorprendentes. Efectos con los que se han edificado grandes textos, como los de Cernuda, Lorca, Huidobro, Paz.

Sin embargo, la poesía inglesa fundamenta su existencia y valor en el drama humano que carga, en su capacidad de penetrar a lo hondo de la mente, la esencia y los sentimientos humanos, y hacerlos temblar. Para esa poesía, la palabra no es un fin en sí mismo, sino un vehículo, una vía, pero no es la meta. Resulta un medio, que, naturalmente debe ser empleado con belleza, innovación y destreza.

Marivell Contreras comunica en su poesía esa fuerza, ese portento del manejo del sentimiento y las honduras humanas, y usa las metáforas con tal comedimiento, con tal ausencia de elementos rebuscados o de cursilería lírica, que nos deleita, nos sustrae y nos lleva al instante en que ella sufre o se alegra o se enternece al escribir la obra.

Su poesía es casi siempre cinematográfica, visible, se desplaza en imágenes. Hay poetas auditivos y poetas visuales. Franklin Mieses Burgos y Ruben Darío eran sonoros. Silvio Rodríguez o Tomás Hernández Franco, son visuales. Como si tuviéra una cámara con la que filmara, Marivell nos dice en la pág. 16:

Todas las mañanas
abro el diario
golpean mujer
matan mujer
mujer abusada
sometida al sexo.
Niñas, jóvenes, señoritas,
señoras, viudas, viejas…

Hay hechos que no requieren del pasaporte de los tropos para ingresar al país de la poesía, como nos lo mostró Neruda cuando describe cómo en la guerra civil española, por las calles de España corría la sangre de niños como… como eso, como sangre de niños. Y he aquí cómo en la página 26, usando el recurso del reportaje transformado en crudelísima narración poética, como las secas realidades que describía la divina Emily Dickinson, Marivell Contreras nos espeta:

Corran que clama
la mujer de enfrente
corran que grita
la mujer de al lado
corran que llora
la mujer de arriba
vamos que padece
la mujer de abajo…

Otro recurso interesante es el encadenamiento de metáforas, cuando pasa de una a otra sin producirse confusion, sino delicia. Porque la metáfora como su nombre lo indica, es un cambio que ilumina, un retorcimiento de las palabras del idioma para poder decir algo que ellas no pueden decir en su forma cotidiana y acostumbrada. No es para confundir ni para convertir el poema en un juego de adivinanzas o en un test de inteligencia para el lector, como han hecho algunos autores que pretenden que la literatura mientras más oscura es mejor.

Marivell Contreras ha asimilado estas experiencias, ha aprendido de esos desaciertos, y ha bebido en los aciertos de los verdaderamente grandes poetas, que con su sencillez penetran a lo más profundo, como León Felipe, Machado, Américo Henríquez, Vallejo, Whitman, Pound.

Ese excelente poema que empieza diciendo Boca calla…, en la página 18, es una muestra de lo que debe ser un buen poema. Un buen poema, más que tener muchos tropos, debe ser él mismo un tropo, debe ser él mismo una metáfora en su enfoque fuera de lo común.

Eso es lo que hace Marivell Contreras, sorprendernos con este casi sádico autoataque, esta ironía, este sarcasmo de hacer como si culpara a su boca de su autoenvilecimiento. Esto es lo que hace a un poema inolvidable. Esta imagen extraña, este punto de vista imprevisto, es lo que queda grabado en el recuerdo del lector, como una huella que marca las neuronas para siempre.

Puede ser ingeniosamente desafiante, cuando saca un sarcástico poema donde le recrimina al maestro Pedro Mir su bellísimo verso de que faltan hombres y falta… señalándole que el poeta olvidó que sobran mujeres para hacer la canción.

Todavía más gracioso es su poema donde con sorna y dulzura, Marivell toma versos del tierno y celestial y romántico poema de Neruda, lo contrasta con los dolores de la mujer que no está en un paraíso como el que pretende el vate chileno. Poema en el que Marivell Contreras hace uso también del humor poético, algo poco frecuente en nuestra poesía escrita por hombres y mucho menos en la escrita por mujeres.

Otras veces, la autora pone a luchar sus sueños con sus desesperanza, con sus depresiones ante la larga lucha de la mujer por sus derechos, que tiene tantos reveses y tan pocas victorias. Con tesón, abre paso a la esperanza, aunque tenga como Cristo sus caídas, aunque tenga como María su llanto, tal como vemos en su poema de la pág. 30, que comienza diciendo Alma insomne…

Algo digno de mención destacada es que en ocasiones nuestra poeta llega a un campo al que pocas mujeres poetas dominicanas han llegado con éxito -quizás sólo el poderoso espíritu escrito de la ignorada Eurídice Canaan lo ha hecho antes- , y es lograr el crudo estremecimiento de las columnas del espíritu, con los terremotos verbales y los huracanes de la poesia maldita, gótica, ácida, que tan bien cultivara Silvia Plath o Edgar Lee Masters, Baudelaire o Villón. Como en la pág. 42, cuando dice:

No necesitas
afilar navajas
ni ahogarme
con la almohada
no tendrás
que empuñar un arma
para desgarrarme
el alma.
Una a una
caerán las hojas
de esta ilusión
pétalo a pétalo
se deshará la rosa
poco a poco
nos iremos
perdiendo.

Finalmente, hay una evidencia que no podemos obviar. No todo es gloria en la poesía de Marivell Contreras -que nunca me he explicado de dónde sale esa doble L de su nombre-, no todo es calidad en sus versos. Hay también sus gazapos, sus defectos, sus cojeras, propias de una mujer que, aunque oculte la edad en sus datos biográficos del libro, se sabe que es joven, que le falta mucho por explorar en sí misma, que le falta mucho por explorar en los grandes autores, en los grandes temas de la humanidad.

Pero estoy seguro, de que la cantidad de calidad es muchísimo mayor que los defectos, que los méritos son tantos, que casi no dejan ver los desméritos. Las fallas son un pequeño secreto que sólo compartiré con la autora.

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*El autor es escritor, publicista y presidente de la Sociedad Dominicana de Escritores y Compositores.

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