Pupo Román, secretario de las Fuerzas Armadas durante el último periodo de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo sabía plenamente de los planes orquestados para asesinar al tirano y, según su hija, “él sería el elegido para formar un Gobierno transitorio”.
Sabrina Román, su hija, cuenta que él debía encargarse de ejecutar la segunda parte del plan luego del ajusticiamiento: “un famoso golpe de Estado”.
Calificó esa segunda parte como una utopía debido a que era un ejército completamente trujillista y había una serie de personas alrededor del tirano con “un terrible vuelo en la crueldad”.
Relata que dicho golpe se vio tronchado por una serie de elementos que le hicieron imposible a Pupo cumplir con los planes trazados durante meses.
“Ya tres horas después de la muerte de Trujillo, mi papá no tenía poder, donde él llamaba dando las órdenes, planificando sus movimientos, le decían que había órdenes de Negro Trujillo de que solo se debían respetar sus órdenes”, asegura Sabrina.
Dice que cuando el chofer de Trujillo, Zacarías de la Cruz, llegó al hospital de las Fuerzas Armadas, en ese entonces llamado hospital Marión, le dijo a la familia del tirano que escuchó a los ajusticiadores decir que el cadáver debía ser entregado a Pupo Román, por lo que desde ese primer momento la familia Trujillo sospechó de su participación en el asesinato.
Román afirma que la supuesta cobardía de que tacharon a su padre después de la muerte de Trujillo es una falacia total, y basa su consideración en que su padre renunció a todo, a sabiendas de que de todas maneras iba a morir.
Cuenta que por seguir lo que consideraba su deber patriótico, su progenitor ocasionó una verdadera catástrofe en su familia política, ya que su esposa, Mireya García Trujillo, era sobrina del dictador.
Sostiene que aunque este hubiese quedado vivo, ya no contaba con su esposa Mireya, por lo que ella siempre ha tenido la fiel convicción de que de no haber sido asesinado, habría terminado pegándose un tiro, después de asegurarse de que su familia estaba a salvo.
Visiblemente acongojada, explica que el objetivo de esta obra es dejar entreabierta la puerta de su historia familiar, para que desde esa perspectiva el lector pueda entrar a convivir lo que ella califica de una “terrible realidad”, y así los dominicanos, al leer lo escrito, puedan ver los sacrificios familiares de su padre.
Relata que la historia oficial solo retrata la vida de su padre, pero con esta obra pretende mostrar lo que fue de ella, de su madre y sus hermanos.
En el libro detalla el exilio por el que pasaron y deja entrever el precio que tuvieron que pagar las familias por la democracia que hoy en día es una joya.
Relata que ya en el exilio, solo se le permitió regresar al país en el Gobierno de Juan Bosch.
“La bienvenida que nosotros tuvimos fue una ráfaga de disparos frente a la casa la misma noche que llegamos al país”, recuerda.
Califica a su padre como un personaje maltratado, no solo por la familia Trujillo, con Ramfis a la cabeza, sino también por los trujillistas, y hasta por los antitrujillistas.
Matar al traidor. Según algunos historiadores, el 4 de junio de 1961, Pupo Román es llamado por Luis -Nene- Trujillo, por órdenes de Ramfis Trujillo, a presentarse en el despacho del Jefe del Estado Mayor Conjunto, en la Fuerza Aérea Dominicana. Una vez allí, es arrestado junto a su chofer y que su hijo José René fue desarmado.
Luego de una serie de impensables torturas, el general José René -Pupo- Román Fernández fue finalmente fusilado el 12 de octubre de 1961.
Nuestras lágrimas saben a mar. Al ser cuestionada sobre el título de su obra, la autora explica que cuando su padre fue finalmente asesinado, su cadáver fue lanzado al mar Caribe, en un punto que se desconoce y considera que no pudo tener otra mejor tumba.
El libro será puesto en circulación el 14 de septiembre a las 7:30 de la noche en la sala Salomé Ureña del Banco Central.