De ñoñeces y memeces III

De ñoñeces y memeces III

Los protagonistas de las nuevas novelas son- por su conducta-lo contrario de los héroes tradicionales. Luchan únicamente por su propio interés o por motivos espurios. Muchas de las novelas de hoy podrían calificarse como novelas “de traición y asesinato”. Rufianes, prostitutas, criminales, psicópatas, adoradores de la violencia, pululan en las páginas de la novela novísima- siempre nueva, haciendo honor a la etimología de su nombre, frívolo, diminutivo, omniabarcante. Políticos vulgares y encanallados, traficantes de drogas, militares represivos, asaltantes audaces, espías internacionales, son antihéroes que han tomado el lugar del flaco caballero andante que inauguró la novela moderna hace cuatro siglos.
El balazo “vende” más que el sollozo, la tortura es, al parecer, más atractiva que la caricia tierna, las aberraciones sexuales son mucho más emocionantes que los “aburridos” amores normales. Se nos dice que el público de hoy exige “platos fuertes”, si no alienantes al menos desquiciantes. Se sugiere así que las viejas novelas están elaboradas con tres elementos pasados de moda: ñoñeces, memeces y sandeces. No debe haber héroes, puesto que tampoco debe haber hadas madrinas, ni “ejemplos” de templanza, ni esclarecimientos sociales o psicológicos. ¿Las materias primas de esas nuevas novelas, surgen de las propias estructuras de las sociedades actuales?
¿O son las nuevas técnicas narrativas que influyen sobre los hábitos sociales, a través del cine y de la televisión? Preguntar si las obras de ficción operan sobre las realidades históricas– en una época llamada de “alta tecnología”–, podría acarrear la misma triple descalificación de las novelas antiguas: ñoñeces, memeces, sandeces. Pero ocurre que, en nuestros días, todo está condicionado por “los mercados”. Los economistas europeos nos hablan todas las semanas de las crisis bursátiles. De los trastornos monetarios, que atribuyen a la “volatilidad de los mercados”. Los economistas, en todas partes, han dejado de atacar al gran patriarca escocés Adam Smith.
Los medios de comunicación, los editores de libros, trabajan para satisfacer los deseos de las clases que leen novelas. Es un mercado relativamente estable –mucho menos importante que el del petróleo o las armas de fuego–, reforzado por publicidad en las redes de Internet. Las novelas pornográficas, las novelas– rosa, las de narcotraficantes, son actualmente de las más vendidas.

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