De ñoñeces y memeces

De ñoñeces y memeces

El poeta y novelista norteamericano John Updike creía que la novela era un género literario que procedía “de dos fuentes: los escritos históricos y las cartas”. A cualquier cosa que Updike haya dicho debemos prestarle la mayor atención. En primer lugar, porque se trata de un escritor contemporáneo, nacido, criado y educado en los Estados Unidos y, además, de un académico graduado por la Universidad de Harvard. Quiere decir que vivió y se desarrolló en una sociedad compleja, avanzada económicamente; también que es persona con extensa cultura, literaria y artística. Updike asistió en Inglaterra a la Escuela de Dibujo y Bellas Artes de Ruskin; y fue miembro del equipo de redacción de la famosa revista “The New Yorker”. Más importante aún es que Updike puede apartarse momentáneamente de los saberes académicamente adquiridos, para mirar con sus propios ojos el mundo de hoy.

La influencia que el cine y la televisión ejercen hoy sobre el público en general, afecta al mismo tiempo a los escritores, sean novelistas o no. Las películas “transcurren” en un continuo visual, acompañadas de diálogos, música, gritos y ruidos. Una película es un concentrado de acciones humanas que, por el camino de ojos y oídos, va “vaciándose” en el espectador hasta formar parte de su intimidad. El flujo del cine obliga a la “naturalidad” o espontaneidad que no siempre existe en el teatro. Las frases de los parlamentos son cortas, directas, simples y dinámicas, porque deben funcionar como ingredientes de un “tránsito” artístico e intelectual.
Es obvio que encima de los “escritos históricos y las cartas”, que son antecedentes inmediatos de la novela, hay que reconocer en el cine y la TV, a unas técnicas de comunicación que han modificado y condicionado nuestras formas de percepción de lo narrativo. El novelista de nuestros días ha de contar con los periódicos gráficos, las historietas ilustradas, el cine, la TV.
Pero estos asuntos atañen solamente al tono de la escritura, al tiempo y al ritmo de la composición narrativa, a las posibilidades de penetrar en las almas ajenas de hipotéticos lectores. No tienen nada que ver con los temas de los relatos, ni con la historia remota del arte narrativo. La convivencia plantea continuamente nuevos conflictos.

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