De nuevo ante una candidatura

De nuevo ante una candidatura

 JESÚS MARÍA HERNÁNDEZ SÁNCHEZ
En el mes de julio del 2001 en este prestigioso diario escribí un artículo titulado “Ante una candidatura”, en el cual me refería a la inscripción de la candidatura de nuestro país para ser miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, del cual a pesar de ser miembro fundador junto a otras 49 naciones de este organismo en el año 1945 somos de un muy reducido grupo de naciones latinoamericanas que aun no ha formado parte de ese Consejo.

Como es sabido el Consejo de Seguridad, máximo órgano ejecutivo de la ONU, lo componen 15 países miembros, cinco permanentes con el derecho al veto, procedimiento que se conoce como «la regla de la unanimidad de las grandes potencias» y diez países miembros no permanentes, dos por cada continente, por dos años, sin reelección inmediata y renovándose uno cada año, todo esto en franca violación al inciso primero del artículo 2 del Capítulo I «Propósitos y Principios» de la Carta que reza «la Organización está basada en el principio de la igualdad soberana de todos sus miembros».

Es ese Consejo de Seguridad que según la Carta «tiene la responsabilidad primordial de mantener la paz y seguridad internacionales». El poder de veto de las cinco grandes potencias mantuvieron cierta inoperancia en el Consejo para tomar decisiones en algunas crisis internacionales coyunturales hasta el fin de la llamada «guerra fría».

Nuestra candidatura de entonces fracasó ante la competencia de México, cuyo canciller Carlos Castañeda, a pesar de la amistad de nuestros países y de haber inscrito nuestra candidatura hacía ya un tiempo, se empecinó en presentar, cabildear y al fin obtener el solicitado asiento.

Esta vez nuestra competencia es con Costa Rica, país similar al nuestro, que exhibe una hoja democrática intachable en la convulsa región centroamericana, con un Presidente, Oscar Arias, ganador del premio Nobel de la Paz (aunque el ex- Presidente de Guatemala, Vinicio Cerezo, le cuestionó los méritos para ganarlo), con una inscripción de candidatura previa a la nuestra y con la reciente apertura de relaciones diplomáticas con China, como un paso en busca de ese apoyo (no sabemos qué pasará en las relaciones de Costa Rica en el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) donde Taiwán es uno de los principales depositantes), son esas las circunstancias que presenta esa nación.

La Cancillería dominicana ha iniciado una política dinámica en busca del apoyo necesario y entre otras acciones se ha estado dirigiendo correctamente al grupo de los países de la A.C.P. (Africa, Caribe y Pacífico) que por su número gravitan mucho en las decisiones y donde Costa Rica no tiene asiento alguno, ya que, en caso del Latinoamérica no ponerse de acuerdo en una candidatura esta decisión pasaría a la Asamblea General. Otro argumento a esgrimir sería que ya Costa Rica fue miembro de ese Consejo y que por nuestra historia en ese organismo merecemos ese asiento.

Estamos de acuerdo que nuestro país, siendo pequeño, busque el «prestigio» del que tanto hablan los internacionalistas en sus escritos obteniendo un puesto en ese órgano, pero debemos estar bien conscientes de los compromisos responsabilidades que se asumen en ese cargo para poder cumplir satisfactoriamente los mismos.

En la contienda anterior por esa candidatura le comenté al entonces canciller Eduardo Latorre, amigo fallecido ya, las dificultades que las presiones de algunas de las grandes potencias ejercerían sobre nosotros para conseguir sus propósitos. Le sugería que nos convenía más un asiento en el Consejo Económico y Social (ECOSOC) integrado por 54 miembros, elegidos 18 cada año y reelegibles por otro período.

Del artículo 62 al 66 de la Carta de la ONU tratan sobre las funciones y poderes de este Consejo en los asuntos internacionales de carácter, económico, social, cultural, educativo y sanitario y otros asuntos conexos de interés para los miembros de ese organismos, donde nuestra presencia pudiera ser de gran provecho para obtener beneficios para nuestro país.

De todas maneras le deseamos la mejor de las suertes a nuestra Cancillería.   

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