De nuevo en cosecha electoral

De nuevo en cosecha electoral

Hay que hacer todo lo posible para que las campañas electorales sean largas y frecuentes. Pero cuando digo largas estoy pensando en tantos meses que se acerquen, cuando menos, al año. Y si son tres o cuatro las campañas comiciales por cuatrienio, muchísimo mejor.

La razón es sencilla: en la República Dominicana los períodos de campañas electorales son tiempos de vendimia, de cosecha. No solo porque los funcionarios que son candidatos se transforman de la noche a la mañana y se convierten en personas más simpáticas y accesibles, sino porque también su sensibilidad se eleva hasta niveles insospechados.

Los ciudadanos y las ciudadanas, todos, tenemos la oportunidad de conseguir lo que en situaciones normales no vemos ni de lejos. Por ejemplo, ahora estamos disfrutando del encendido eléctrico casi por 24 horas. En las mañanas, las tardes, las noches y las madrugadas hay electricidad. Quedaron atrás los días cuando había que gastar cientos de pesos diarios en la compra de combustibles para las plantas o cuando había que andar corriendo para alcanzar un chorrito de agua para no tener que bañarse recurriendo a la conocida cultura de la latica.

Hasta los llamados barrios carenciados, que así llaman a los sectores de los más pobres en el ámbito de las edes, gozan de energía eléctrica las 24 horas del día. Este esfuerzo de las autoridades, de las financieras y de las eléctricas, no tiene otra explicación que el período electoral en que nos encontramos.

Pero la bondad de este tiempo de campaña no se queda en la electricidad. Por ahí anda Inespre superactivo, llevando alimentos cotidianos por todas partes y a precios que ponen a los clientes a reirse de satisfacción. Y no es que Inespre no vendiera antes arroz, habichuela, aceite y otros productos, pero ahora lo hacen con más diligencia, en más lugares y con mayor apertura.

Los operativos médicos que reportan los periódicos y la radio, sobre todo ésta, permiten pensar que mucha gente está recibiendo atenciones para sus enfermedades. Algunos operativos acompañan las consultas con medicamentos básicos.

Estos servicios son una verdadera misa de salud para quienes tienen la necesidad de buscar asistencia en unos hospitales y clínicas que carecen hasta de la gentileza del personal médico. Porque pocas veces nuestros centros de salud habían atravesado por una crisis como la que padecen ahora.

En otros lugares están las inauguraciones de caminos vecinales, de escuelas, de centros comunales, de acueductos, de puentes, de tomas de agua, de asfaltado de las calles, de edificios de viviendas, etcétera. Una verdadera piñata electoral, un despliegue de generosidades y atenciones que ya quisiera el ciudadano que fuera así, como debe ser, de forma permanente.

Tanta es la generosidad de los políticos en campaña, sobre todo de los que son funcionarios, que los altos funcionarios de la nación también han salido beneficiados. A estos la Presidencia de la República les ha donado un exención impositiva para que cada uno importe un vehículo de motor como lo quiera, sin restricción ninguna. Esto es lo que se llama “sacarse” un premio de lotería.

Los candidatos que no son funcionarios ofrecerán menos, pero ofrecerán sus generosidades. Ellos también lo hicieron, cuando eran poder, como lo hacen ahora los que detentan el mando y pueden donar solares, finquitas, facilitar préstamos, condonar deudas, etcétera. En otras palabras, se trata de un ritual propio de una democracia tropical orientada y administrada por políticos populistas y, como dice la jerga de los sociólogos, clientelistas.

Hoy tenemos que repetir lo de siempre, sin pesimismo pero con realismo: la nuestra sigue siendo una democracia de contornos difusos, apoyada en instituciones débiles y regenteadas por políticos para quienes los principios son solo formalidades. Lo importante, razonan y actúan, son las conveniencias de cada momento, de cada circunstancia.

Hemos de esperar, sin embargo, que algunos de esos mismos políticos atrapados en esta lógica de empobrecimiento político decidan romper este círculo vicioso. Este es mi optimismo.

Mientras, quienes no tienen acceso a los funcionarios, quienes se pasan años reclamando escuelas, caminos vecinales, acueductos, asfaltado de sus calles, servicio eléctrico y de agua potable, reparación de sus viviendas y alimentos más o menos baratos, ahora tienen unos meses para disfrutar de la vendimia. Que aprovechen esta oportunidad y, como decía el Juan Bosch de 1962, que a la hora de votar lo hagan de acuerdo a su conciencia.

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