– A medida que se acerca la juramentación de Donald Trump como el presidente número 45 de Estados Unidos, los medios no dan abasto para las informaciones de todos colores y tonos sobre el magnate inmobiliario y su mudanza a la Casa Blanca. Esta semana, Obama se despidió con un discurso nostálgico, con lágrimas y un llamado de unidad a los estadounidenses. Obama, que habló desde Chicago, Illinois, frente unas 18,000 personas, trató de animar a los ciudadanos, pero ya es enorme la inquietud que a nivel nacional e internacional rodea la llegada de Trump al sillón presidencial.
Un ascenso de película.- Calificado en la campaña de “bocón”, “tren descarrilado”, “bala perdida”, entre otros epítetos, la verdad es que Trump inició su carrera por la presidencia como una broma pesada cuando el 16 de junio de 2015 bajó de su penthouse de Manhattan, Nueva York, y anunció su candidatura. En su pre-campaña derrotó a 16 contrincantes republicanos, en donde figuraban Jeb Bush, Marco Rubio, Ted Cruz y John Kasich. Luego venció la carta demócrata, Hillary Clinton. Y hoy el hombre, que basó su campaña en la promesa de levantar un muro frente a México y frenar los inmigrantes, expulsar musulmanes, desatar una guerra comercial con China, revertir el plan sanitario de Obama, entre otras medidas, está a horas de tener su maletín nuclear.
¿Una caja de sorpresas? Al día siguiente del discurso de Obama, Trump enumeró algunas de sus promesas (sobre todo la del muro), pero no pudo desenredarse del espinoso tema del supuesto espionaje de Rusia y sus cuestionamientos a las agencias de seguridad estadounidenses. En este lío ha aflorado la inquietud de que el presidente electo pudiera ser víctima de un chantaje por los rusos, quienes dizque tienen hasta videos sexuales comprometedores del magnate. Todo demuestra que si Obama fue un presidente que flaqueó en promesas como la de cerrar la cárcel de Guantánamo, dar una endeble reforma sanitaria, alejarse de Latinoamérica, entre otras altas y bajas, al menos se manejó sin sobresaltos. Pero con Trump muchos anhelan que los asesores jueguen su rol, para que no se convierta en una “caja de sorpresas”.