De obras premiadas y otras premiables

De obras premiadas y otras premiables

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El Concurso de Arte Eduardo León Jimenes es un certamen en transformación permanente, al mismo tiempo definido por su continuidad y consolidación: ciertamente es una celebración bienal que pone en evidencia su originalidad en el país y el Caribe.
En esta vigésimo sexta edición, la premiación corresponde a los objetivos “de hacerlo mejor y con mayores bríos, siendo más modernos y comprensivos con todos sus actores”.
Así, lo puntualizó María Amalia León de Jorge, presidenta de la Fundación y directora General del Centro León.
Lo que nos impresionó fue la equivalencia en interés y calidad dentro de las respectivas propuestas, que el jurado les haya otorgado menciones de honor o premios –incluyendo uno especial de residencia–.
Además, como siempre sucede, y en ello interviene la subjetividad del observador, algunos de los demás seleccionados, en sí una distinción por el rigor del proceso, eran premiables también…
Muy cerca de la obra de Andrea Ottenwalder, los “Truismos” de Mencía Zagarella –igualmente mención y revelación– utilizan la escritura como medio de sustituir la práctica plástica. Pero no se trata de un simple componente formal, sino un compromiso expresado de manera distinta, en “carteles” que el visitante se puede llevar, ¡y lo hace(mos)! “El feminismo / no se trata / de hacer/ a las mujeres fuertes/ ya las mujeres son fuertes./ El feminismo / se trata de cambiar/ la forma / en la que el mundo / percibe la fuerza”: este cuestionamiento lo guardaremos como una muestra de los aforismos, bien pensados, de una joven pronunciada. ¡Y cuántas mayúsculas! Decididamente, la creación contemporánea maneja, con alegría y atrevimiento, formatos y materiales atípicos… Elvin Díaz, combina instalación, acción y video, en un inaudito “Placenta”, enorme globo aquí expuesto y mantenido entre dos paneles. Ahora bien, no se destacan solo volumen y “performance”, sino su significado y simbolismo geopolítico: un dominicano y un haitiano se introducen públicamente en el globo, juntos y “reburujados”…
¡Otra mención! Participantes emergentes se llevan palmas, pero causó también gran satisfacción el Premio a un artista reconocido y consagrado, santiaguero de pura cepa, Ernesto Rodríguez. Ese excelente ceramista, otrora autor de una fauna fantástica enjaulada, presenta una obra tan atractiva como sorprendente, desde su materia prima a su título “Lamedoras de diamantes”. Estas “gemas” gigantes en sal de mina, lambidas por vacas –nuevamente Ernesto se refiere a los animales–, deslumbran… ¡y se agradece la explicación!
Carlos de León, en otro Premio fuera de lo común, desacralizó una cartera de Louis Vuitton, la deconstruyó y la redujo a piececitas, fragmentos (re)clasificados ¡en una vitrina! Todo lo que brilla no es oro… pese a lo que cuesta: un video conjuga procesamiento, mensaje y refutación.
Consideramos el Premio especial de residencia muy importante, permitiendo al artista una experiencia en otro ámbito cultural. Norian Cruz irá al Memorial Act, santuario caribeño de memoria, dolor y resistencia, gracias a las atenciones conjugadas del museo guadalupeño y de la Embajada de Francia. De las dos series de fotos, duras y compasivas, nos gusta especialmente “Aislamiento”, tres metáforas perturbadoras de la violencia silente de nuestros tiempos, consumada y sin recursos.
Otras obras premiables, había varias, en particular de tres jóvenes “veteranos” del arte dominicano. Raquel Paiewonsky, con su hermoso video, reivindicación del cuerpo, de la naturaleza, de la coexistencia mujer-hombre. Fausto Ortiz, un triunfo estético y técnico de fotografía, sombra y luz, de volumen, formas e instalación. Quisqueya Henríquez, compleja, erudita y desmitificadora, entre legado mobiliario de Charlotte Perriand e intervención de contemporáneos dominicanos.
El vigésimo sexto Concurso de Arte Eduardo León Jimenes proyecta la legitimidad de la obra de arte diferente, desafiante y seria.

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