De orden público

De orden público

Los problemas de nuestro país no obedecen a falta de leyes que tracen pau tas de comportamiento.

Nuestros problemas tienen que ver con limitaciones en dos sentidos fundamentales y quizás complementarios.

Por un lado tenemos las leyes necesarias pero nos falta quienes las hagan cumplir al pie de la letra y castiguen justicieramente a los que las violen.

Por el otro lado, hay una falta de voluntad de actuar y hacer actuar en el sentido que ordenan las leyes.

Por ejemplo, a la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) le falta personal para poder ordenar el tránsito. Ese es un déficit cuantitativo real, evidente.

Pero ocurre que AMET, aunque pertenece a la Policía Nacional, parece tan ausente y alejada de ésta que ni siquiera recurre a los agentes ordinarios para reforzar en puntos críticos donde el desorden en el tránsito es un problema grave.

Nos parece que AMET y el resto de los policías deberían complementarse en el trabajo general, para preservar el orden en el tránsito pero también para ayudar en el control de la delincuencia.

Unos y otros deberían tener como deber asistir en lo que concierna a hacer cumplir las reglas sociales, transfiriendo oportunamente el control de la situación a quien corresponda.

Lo que necesitamos es que haya una voluntad de hacer valer las leyes por parte de quienes ostenten cuotas de autoridad.

En los hospitales, por ejemplo, los médicos generales asumen la asistencia en casos de emergencia y oportunamente los dejan en manos de especialistas,

El policía ordinario debería estar autorizado a actuar en materia de tránsito en aquellos lugares en que no haya o sean insuficientes los agentes de AMET, y transferir oportunamente el control de la situación a quien corresponda.

Eso es de orden público, por lo menos hasta que se puedan conjugar la suficiencia numérica con la voluntad de actuar.

¿Por qué? 

Todo el revuelo surgido en torno a las abundantes críticas hechas por doña Elena Brineman, sobre todo en materia de educación, nos obligan a formular un «por qué».

La directora local de la USAID se valió, para sus críticas, de los resultados de un estudio hecho por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Pucamaima) y el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec).

Lo que nos despierta curiosidad es que dicho estudio fuera conocido en sus detalles por la funcionaria estadounidense y que, en cambio, los principales interesados en sus resultados desconocieran su existencia.

Parecería que se tratara de un material para consumo exclusivo de las universidades que hicieron el estudio y organismos internacionales, como la USAID por ejemplo.

Lo cierto es que por injerencia o por lo que fuere, la señora Brineman ha puesto sobre el tapete algo que las universidades autoras no querrían hacer de dominio público. ¿Por qué?

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