De palomas, escopetas, buitres y traiciones

De palomas, escopetas, buitres y traiciones

Resulta interesante ver cómo los caraduras y los corifeos de la amoralidad insisten en tapar el sol con un dedo, intentando desconocer que el hablador y el cojo son descubiertos antes de que las brisas se desmayen, pues piensan engañar a un pueblo que conoce al ciego dormido y al cojo sentado.

Somos un país muy especial, aunque no nos diferenciamos de los otros. Se decía que algún día las palomas les tirarían a las escopetas. Millares de palomas pasaban sobre la isla, muchas se posaban en los montes, hasta que el “deporte” de la cacería las acabó.

Las palomas fueron sustituidas por buitres, guaraguaos y auras que comenzaron a disparar contra las escopetas y a defender desvergonzadamente lo indefendible.

Aquel era el tiempo en que la inocencia del pueblo y había tal abundancia de imaginación, que hambre siempre hubo y hay, que los perros se amarraban con longaniza.

Fue durante la época del “similindruño, ábreme el puño, sobre de cuánto” y entonces llegó al poder el Partido de la Liberación Dominicana, una increíble falta de escrúpulos y desvergüenza se esparció con el pútrido olor del vertedero de Duquesa y tocó a tantos que actuaron como el rey de la historia que cuenta Khalil Gibran Khalil en “El Loco”.

El gran visir le informó al rey que un viento de locura se esparció sobre la población y todos actuaban con una conducta fuera de sí.

El rey ordenó a su ministro que indagara de inmediato, lo cual hizo el alto funcionario, a su regreso informó al soberano que todos estaban tomando agua del pozo. El rey, para no desentonar, tomó agua del pozo y todo volvió a la normalidad.

La gravísima denuncia ética, política y económica hecha este lunes revela una de las más sucias tratativas realizadas con el propósito expreso y avieso de torcer la voluntad popular: la compra de conciencias.

La fuerza de la candidatura de Hipólito Mejía era tal, que a Leonel Fernández y su banda no les bastaba con el uso abusivo e ilegal de los fondos públicos para encaminar a los electores a que votaran por su candidato o a que se abstuvieran de ejercer el sufragio, sino que también incursionaron en el cenagoso terreno de la traición inducida.

¿Hay explicación políticamente creíble y éticamente aceptable para el préstamo concedido a Miguel Vargas, presidente de un partido de oposición, seis meses antes de las elecciones, sin garantía sólida, sin planes ni planos de aplicación de un crédito supuestamente para obras que dos años después no se han iniciado, que nunca estuvieron ni siquiera en esbozo?

Esos buitres salen hoy en defensa de la falta de ética, de la traición, del ejercicio rastrero de la política.

Es cierto, algunos somos ingenuos pero no pendejos.

 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas