De panes con hormigas

De panes con hormigas

Hace unos diez años escuché a un famoso médico dominicano -también experimentado político- decir: “en esta isla de nuestras culpas nunca ocurre nada nuevo”. Quería enfatizar que las misma cosas que hoy sufrimos, de las cuales nos lamentamos amargamente en el pasado, siguen repitiéndose una y otra vez. Y no hay manera de corregirlas o evitarlas. El gobierno, la policía, los partidos políticos, hacen las mismas trapacerías de la época de Lilís y de Trujillo, que se repiten ahora, exactamente iguales, pero por un monto mayor y afectando a más personas. Han crecido las malversaciones a medida que aumentan las cifras del presupuesto nacional y la población de las ciudades.

La pobreza general obliga a la gente a aguantar los abusos de políticos y “administradores públicos”. Las ganas de protestar o rebelarse quedan así aplastadas por la necesidad de sobrevivir; a menudo, el temor a perder un empleo pone sordinas a las quejas de los débiles. No hay que decir que las “represalias” de los poderosos son el terror de los desamparados. Los hombres se acostumbran a la injusticia, se adaptan a situaciones penosas, como hacen las bestias de carga. No obstante, hasta un caballo domado, sujetado por la brida, es capaz de encabritarse y tumbar a un jinete que use excesivamente las espuelas.

Incluso un perro con bozal, puede, en algún momento, sacudirse de la férula que le impide morder. Todo depende de las agresiones a las que haya sido sometido el perro. Por eso brotan en las sociedades rebeliones periódicas que interrumpen la convivencia ordinaria, en la cual “todo sigue igual y nunca ocurre nada”. Estamos cansados de ver la policía actuar en complicidad con delincuentes. Se dice que los salarios de los “encargados del orden” es muy bajo; pero los funcionarios del presupuesto afirman que no hay recursos para aumentarlos.

Los especialistas de la economía dicen que es preciso poner nuevos impuestos para recaudar más dinero. La gente ve que los impuestos existentes sirven para el enriquecimiento de algunos políticos privilegiados. Los disgustos superpuestos terminan generando “algún pan con hormigas”. Ojalá que los conflictos dominico-haitianos no contribuyan a precipitar un severo “pan con hormigas colectivo” en “la isla que más amó Colón”.

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