De paseo por  el Museo del Oro

De paseo por  el Museo del Oro

EFE. Reportajes. El Museo del Oro, ubicado en el centro de Bogotá, reúne cerca de 50.000 piezas fabricadas por las variopintas tribus indígenas que habitan desde tiempos inmemoriales lo que hoy se conoce como Colombia. Todo un tesoro que guarda con celoso mimo la historia de los pueblos precolombinos

A diferencia de los museos tradicionales, que narran la historia siguiendo una estructura cronológica lineal y clasificada por regiones, el Museo del Oro propone un guión más original, dividido en cuatro salas con distintos ejes temáticos, sin perder por ello la claridad en la exposición.

La primera sala, llamada El Trabajo de los Metales, describe detalladamente con objetos reales y un vídeo las depuradas técnicas con que los aborígenes extraían los minerales y forjaban las piezas que más tarde despertarían la codicia de los conquistadores.

Y es que los antiguos metalurgistas de América desarrollaron tal pericia en la orfebrería que incluso llegaron a “fundir” platino al mezclarlo con partículas finas de oro y alternar procesos de calentado con martillado. Una proeza que en la Vieja Europa no se pudo conseguir hasta el tercer tercio del siglo XIX debido a las altísimas temperaturas de fusión que requiere ese metal precioso (unos 1773°C).

Los avances de los indígenas colombianos no resultan extraños si se tiene en cuenta que el trabajo del metal, uno de los grandes logros de la humanidad, llegó a estas tierras hace 2.500 años gracias al contacto con los pueblos de los Andes Centrales.

Pero el uso que le daban a los metales era muy diferente al de los europeos. Mientras las monarquías del viejo continente se afanaban en acumular reservas de oro para financiar guerras y construir palacetes, para los amerindios representaba a las fuerzas fertilizadoras del sol y expresaba el origen divino del poder de los gobernantes.

“Los objetos utilizados por las sociedades orfebres son simbólicos, muy relacionados con el poder y la religión, no son para la economía ni para la guerra, y sí muy ricos iconográficamente”, explica a Efe-Reportajes la directora del Museo del Oro, María Alicia Uribe Villegas.

Es en la sala La Gente y el Oro en la Colombia prehispánica donde se explica el contexto en el cual fueron producidos estos objetos.

En un recorrido que se propone de sur a norte a través de la cadena montañosa de Los Andes y de los litorales del Pacífico y Caribe colombianos, las regiones donde se trabajaba el metal, el visitante puede aprender acerca del clima, el ambiente, la organización y religión de los pueblos orfebres. Así se sabe que Los Pastos, una sociedad que habitó en el suroccidente de Colombia y norte de Ecuador, tenían una visión dual del mundo, según la cual todo tenía su opuesto, lo que generaba un perfecto y delicado equilibrio que daba armonía al cosmos.

Ese pensamiento dual, “al igual que sus antecesores y muchas otras sociedades andinas de Ecuador, Perú y Bolivia, lo expresaban simbólicamente mediante opuestos complementarios: masculino-femenino, sol-luna, mate-brillante, oro-plata”, indica una de las leyendas escritas en las paredes del museo.

Diversidad de los pueblos. Pero eso es solo un ejemplo. La diversidad de los pueblos precolombinos hace que la herencia indígena de Colombia sea no solo rica, sino también diversa. Frente a los grandes Estados fundados por los imperios Inca y Maya en otros puntos del continente americano, los indígenas colombianos desarrollaron cacicazgos regionales. De hecho, las crónicas de los colonos hablan de un vasto grupo de “provincias” con diferencias en el lenguaje, costumbres y organización socio-política, como las de los Ansermas, los Quindos o los Quimbayas.

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Exposiciones temporales

Cada año el Museo del Oro acoge dos exposiciones, una nacional y otra internacional, durante unos 90 días cada una.

Su historia

Nació como una colección privada del Banco de la República en 1939. La circunstancia de que el emisor ostentara el monopolio del oro en Colombia hasta 1992 contribuyó a que esta entidad reuniera tantos artefactos.

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