Montarse en una guagua de Los Alcarrizos o en la 17 supone observar acciones continuas en las que personas de piel negra reciben humillaciones, maltratos o insultos de parte de policías y militares que hacen las requisas en busca de haitianos o haitianas ilegales para ser repatriados hacia Haití.
Observamos cómo a muchas personas negras se les baja de las guaguas y se les humilla porque son prietos, sujetos a la duda de ser haitianos y haitianas. Si a esta persona se le ha olvidado la cédula en su casa pasa a ser haitiano inmediatamente y lo tiran a la camiona, camioneta o camión como si fuera sardinas en latas.
En la entrada de Los Alcarrizos una señora se me acercó y me dijo parece que piensan que son piedras, mira cómo los tiran en el camión.
Estas acciones de repatriaciones masivas responden a una violación de los derechos de las personas tanto dominicanas como haitianas en la que como bien plantea el Servicio Jesuita en su comunicado se viola la Constitución y el Código Penal.
Igualmente Amnistía Internacional destaca en su denuncia que las repatriaciones deben hacerse con un proceso previo de depuración de las condiciones legales de las personas y de su estado migratorio. Este proceso de depuración no se hace, se presentan relatos de personas dominicanas de ascendencia haitiana y migrantes haitianos con 20 años en el país que aún teniendo visa o un estado migratorio regularizado han sido repatriadas.
¿Cuáles son las consecuencias socio-culturales de estas repatriaciones?
Hay que destacar que estas repatriaciones masivas no resuelven la inmigración ilegal continua de haitianos a través de la frontera. Las repatriaciones ocultan las grandes irregularidades, la corrupción y el negocio existente en la frontera con la traída de haitianos ilegales al país donde cada haitiano o haitiana para venir paga cerca de 4,000 ó 5,000 pesos.
En muchas comunidades las personas se están organizando para sacar a los haitianos. La expresión de sacar haitianos reproduce el modelo de las repatriaciones y su contenido violento, combinando el modelaje de tomar la justicia por sus propias manos, altamente riesgoso, discriminatorio y explosivo para la convivencia social.
Aumenta así la discriminación racial en nuestra sociedad y ser negro se convierte en una condición de sospechoso en una sociedad con más de un 75% de personas con raíces afrocaribeñas. La identidad cultural y racial se reprime y se oculta para no sufrir la represión como si viviéramos en los siglos XVI y XVII.
El Estado dominicano debe detener las repatriaciones masivas y asumir una política migratoria coherente con un control real de la frontera dominico-haitiana.