De poderío y doblegación

De poderío y doblegación

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En su famoso discurso en el congreso de Angostura celebrado en 1819 en Venezuela por iniciativa de Bolívar, el Libertador dijo solemnemente: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder; el pueblo se acostumbra a obedecerle y él a mandarlo, de donde se origina la usurpación y tiranía”.

Por supuesto que es cierto, pero quiero llegar más lejos y mencionar aquellas palabras de Goethe en su obra “Las afinidades electivas” con las cuales afirmaba que “La dependencia voluntaria es el más bello estado”. Pero ha de aclararse que todo dentro de su territorio de acción y en dosis cuidadosamente mesuradas. Tanta maldad puede existir tanto en el poder como en la doblegación: maldades hacia fuera y maldades hacia adentro. Nos burlamos de la mediocridad y lo mediocre, descuidando que la virtud y el éxito nunca están en los extremos, sino en el medio de los mismos.

Desencantado de buen número de valores y actitudes que consideramos modernas, creo aleccionador el estudio de culturas antiguas, y me parece que Roma es mejor ejemplo, por ofrecer a la vista un circuito completo de la historia humana: nacimiento, desarrollo, transformaciones erradas y muerte de un imperio de mil años (esos mil años con que soñaba Hitler para el Tercer Reich).

Luego de una larga actividad de los “jefes sagrados” por el año 500 a. C. se establece la República Romana. (Numa Pompilio, sucesor de Rómulo, fue -según la leyenda- una especie de rey-sacerdote que se decía inspirado por la ninfa Egeria; tras él continuó, sutilizada, la conexión entre lo sagrado y el poder).

En lugar de la autoridad real que habían poseído los reyes etruscos, un gran “comicio centuriado” en el cual participan todos los ciudadanos-soldados, elige dos cónsules cada año, “para evitar toda veleidad de gobierno personal”. En tiempos de peligro inminente los cónsules designaban un magistrado especial investido de poder absoluto: el dictador, que no tiene que consultar a nadie y dispone de veinticuatro lictores. Sus funciones no pueden durar más de seis meses. Con el tiempo se establece una fusión entre el gobierno y el populacho. Con el poder del pueblo y su asamblea, la “plebe” viene a ser una realidad percibible. Utilizable.

Dice Tito Livio (Ab urbe condita) que había sido Lucio Tarquino (656-578 a.C.)… hace poco tiempo ¿verdad? Repito, dícese que Lucio Tarquino fue el primero en intrigar para asegurarse del apoyo de la plebe. Es harto dudoso que así fuera. Ese afán por establecer primacías ha resultado largamente condenada al fracaso. Siempre hubo alguien antes.

Todo se produce poco a poco y se agranda por acumulación.

Hoy los dominicanos estamos viviendo un incremento de la intriga política y de las maniobras sinuosas que realizan personas de alto nivel en los partidos, sin excepción. Se dice que han desaparecido los ideales patrióticos de otros tiempos.

No es eso. Es la confusión, el no saber en quién creer. No poder distinguir quién tiene verdaderamente intenciones ajenas a la posibilidad de un poder promisorio de dispendios formidables. Que embriagan.

 

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