De política y el fantasmal cuervo de Poe

De política y el fantasmal cuervo de Poe

Es que nos enferma la política. Repentinamente se me asoman unas frases de Edgar Allan Poe en su famoso poema “The Raven” (El cuervo). Las traslado a la presencia política que nos asfixia y clamo a esta ave maligna: “No dejes negra pluma como testimonio de tus mentiras (…) Saca tu pico de mi corazón y toma tu forma fuera de mi puerta” (Take thy beak from out my heart, and take thy form from off my door”.

Pero el cuervo solo responde: “¡Jamás!”. “Nevermore!”. Y sin moverse, sin volar, permanece posado con los ojos que semejan los de un demonio que sueña.

Quisiera yo que no me afectara tanto el malvado ejercicio de la política, hasta el punto de que me la paso barriéndola del ámbito de mis desilusiones y pesares.

¿Es que no vamos a aprender a moderar las apetencias? Con millones y millones de moneda fuerte en un ramillete de bancos, de domésticas cajas de seguridad y prácticamente incontables propiedades ¿aún no les basta? ¿Les van a incrementar las reverencias y zalemas hipócritas que, a pesar de su mendaz realidad, parecen resultarles muy gratificantes?

Ya se atreven a compararse con Dios.

Y los dejamos hacer.

Y, al parecer, como preguntase el angustiado Poe al ave aterradora, si no hay respiro ni bálsamo curativo a nuestra versión del “pico en el corazón”, la respuesta es el repetitivo ¡Jamás! No existe tregua, respiro o bálsamo en Gilead.

La voracidad humana es como la hidra de Lerna, aquel monstruo mitológico cuyo hálito infectaba la comarca y causaba la muerte a quien lo respiraba. Con siete cabezas que le renacían a medida que se le cortaban. Hércules, para darle muerte se las segó de un golpe.

Pero ¿Dónde está Hércules? ¿Tendremos uno aquí, sin enterarnos?

No lo creo.

Sin embargo, mantengo firme mi esperanza en las cualidades esenciales del pueblo dominicano. A veces me duelo de que sea tan descreído, tan inseguro de sus posibilidades y sus virtudes patrióticas. ¡Pero, hombre… si ya lo ha demostrado una montaña de veces! Este abril se conmemoran los cincuenta años del enaltecedor movimiento popular que luchó junto a militares dignos y valientes para lograr la restitución de la Constitución malograda el 25 de septiembre de 1963.

En ese momento se le arrancó la presidencia de la República al profesor Juan Bosch, dentro de unas circunstancias que, a mi ver, fueron posibles para los golpistas debido a una mezcla de la irreductible buena voluntad nacional de Bosch, de su indeclinable honradez, de su experiencia solamente teórica de la alta política. A todo esto se une su inadecuada valoración de peligros y conveniencias nacionales, así como la mejor intención de un hombre soñador y decente como él, que al parecer no tuvo en cuenta que los poderes norteamericanos -aunque parezca imposible- pueden padecer de miedos insensatos y ver en aquellos tiempos peligro comunista hasta en la sopa Campbell, según la astucia con que los poderes mediáticos afinasen sus estrategias.

Aunque no se metan con la Coca-Cola.

Business is business.

 

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