De por qué doña Milagros no fue presidenta

De por qué doña Milagros no fue presidenta

He sabido acerca de un hotelero alemán que dice que le gusta trabajar con mujeres y con negros, pues en este país ninguno de ellos puede darse el lujo de tener dos defectos, como, por ejemplo, ser, a la vez, mujer y ladrona; o ser negro y vago; o cualquier par de similares defectos combinados. El presidente Balaguer con frecuencia buscaba mujeres y personas de origen muy humilde para determinados puestos y asuntos de cierto cuidado y delicadeza. Solía darles puestos públicos a mujeres de conocido origen familiar, con perfil de dama, a las que confiaba la administración escrupulosa de una dependencia importante. A menudo también prohijó el surgimiento de verdaderas tarsanas, capaces de un mano a mano con cualquier cara cortada. Digamos, tan solo, que se valía de señoras bastante atrevidas, para no hacer odiosas estas anotaciones. Pero solo en ocasiones excepcionales hemos visto mujeres con gran intelecto y liderazgo en altos puestos de poder en el Estado. Algunas quedaron a medio camino en sus proyectos políticos.
Muchos llegamos a pensar que el país tendría en doña Milagros Ortiz Bosch la primera presidenta de la República. Muchos la hubiésemos preferido por sobre muchos candidatos de la oposición y de su propio partido. Milagros no solamente fue la más votada en varias elecciones congresuales, sino que tenía de sobra las condiciones de intelecto, de moral y de ascendiente personal y de familia para ello.
Pero, por lo bajo, se insistió, creo que sin justificación, que ella en determinadas situaciones “se apretaba”, es decir, se acobardaba. Injusto, si se recuerda que fue ella la que inició la acción de la justicia contra gentes de su propio Gobierno comprometidas en actos de corrupción. Nunca acepté el argumento de que el país no estaba listo para aceptar una mujer como gobernante. Pero con el tiempo me he dado cuenta de que ella, en realidad, tenía un defecto que en política local no se acepta, no que se apretaba, sino que “no se prestaba” (a ciertas cosas).
A menudo los candidatos están obligados a acuerdos previos con poderes establecidos, nacionales y supranacionales. Y a por lo menos entender juegos y códigos secretos de gente del bajo mundo; lo cual facilita los contactos y negociaciones; saber quiénes están o no “en la jugada”, en el ambiente; conocer capos del tráfico y del lavado, y demás actores del submundo y la vida alegre (gay o bohemia, se decía, antes de que una minoría se apropiara el término). Hay también hombres que no dan para políticos por no encajar con ciertos manejos, incapaces de familiarizarse con esos códigos, o simplemente no prestarse a ciertas cosas. El bajo mundo, el “alegre”, y la mafia saben quiénes se prestan y quiénes no.
Por eso mucha buena gente es descartada, o se autodescarta. Tienen serias limitaciones para ser aceptados por el sub o el supra mundo de la política. Debido a ello nos privamos de muchos hombres y mujeres de gran valía. (Este escrito estaba en una gaveta).

Publicaciones Relacionadas

Más leídas