De prejuicios y derechos

De prejuicios y derechos

Que la unión hace la fuerza nadie lo pone en duda. La razón está dada a través de los hechos. Forma parte de la historia. Para lo bueno y para lo malo. Las grandes batallas, las reivindicaciones, las imponentes construcciones… son muestra de ello: una mente, una idea, a la que se suman más y más, comprometidos. Y los logros se ven.
Ahora, con motivo del Día Internacional de la Mujer, millones se están movilizando alrededor del mundo. Comercios vacíos, oficinas, hospitales, ministerios, restaurantes… en las casas, paro de labores… porque como dice un ama de casa, “el doméstico es trabajo: hacer la comida, barrer, lavar, planchar, fregar”. Por eso, el 8 de marzo habrá paro laboral en más de treinta países. “Si nuestro trabajo no vale, produzcan sin nosotras”, es el lema.
Australia, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, República Checa, Ecuador, Inglaterra, Francia, Alemania, Guatemala, Honduras, Islandia, Irlanda del Norte, República de Irlanda, Israel, Italia, México, Nicaragua, El Salvador, Suecia, Togo, Turquía, Uruguay, Estados Unidos… protestarán por la igualdad contra la violencia machista. Dejarán de trabajar, de cuidar, de limpiar, porque -como dicen- “Hay un sistema político, económico y sociocultural que nos oprime en todo el mundo y al que aspiramos subvertir”.
Una de ellas me marca aun sin saber su nombre. Habla de un “feminismo inclusivo e interseccional que nos invita a unirnos a la resistencia al racismo, a la islamofobia, al antisemitismo, a la misoginia y a la explotación capitalista”… ¿Se unirá República Dominicana?
La marcha va contra cualquier grupo que rebaje la dignidad de la mujer. Incluye cualquier prejuicio: color, nacionalidad, religión… Aquí tenemos el prejuicio y violencia contra la mujer, y también contra el vecino. El haitiano. De hecho, parece haber una campaña que va incrementando el temor en el dominicano con mensajes y fotografías -absurdas en algunos casos-, pero que por las redes se difunden, reenviándose sin pensar. Me sorprenden fotos como la de cientos de “haitianos” (una foto no da nacionalidad) llegando al país con camisetas nuevas (cuando sabemos de su situación de pobreza extrema) que tienen el lema: “tomando nuestro territorio”. ¿Sería lógico llegar al país anunciando esa intención espontáneamente o hay algo (alguien) detrás?
Pero no es solo eso: una nota dice que estudiantes universitarios hicieron un estudio y descubrieron tuberculosis en las funditas de maní que venden, pues soplan la funda con la boca. ¿Pero, las fundas se soplan? En el mensaje avisan de no comprar. En otro mensaje hablan de no comprarle frutas ni vegetales… Y así sigue. ¿Qué es cierto? ¿Qué es falso? No lo sé, pero tengo la sensación de que hay más antihaitianismo y siembra de miedos que otra cosa, en esta patria mía que defendieron nuestros ancestros para que fuese libre y soberana.
Digo sí a nuestra soberanía; no a la exacerbación de miedos. Sí al trato humano, no al abuso o al maltrato. Contra nadie: hombre, mujer, niño, dominicano, estadounidense, haitiano… Respeto. Dignidad. Dignidad en esta tierra cuya bandera y lema nos recuerdan constantemente los más altos ideales.
Volviendo a la protesta a la que invitan este 8 de marzo, la misma se inspira en el Día Libre de mujeres de Islandia en 1975, cuando el 90% de ellas abandonó su trabajo durante 24 horas. Al año siguiente el Parlamento garantizó salarios igualitarios. Cinco años después, Islandia eligió a la segunda presidenta de una república en el mundo. Los hombres bautizaron ese 24 de octubre como “el largo día”.
Para todos sería un muy largo día si las mujeres dejaran de hacer lo hacen. Imagine oficinas, ministerios, colegios, casas y demás.
No es este un llamado a huelga de mujeres, no; es un grito de basta ya al abuso. Puede tratarse de una “Marcha verde”.
“Sombrillas amarillas”, o cualquier cosa.

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