De prever y prevenir

De prever y prevenir

FABIO F. HERRERA CABRAL
Se me ha ocurrido poner este artículo bajo el título, quizás raro y un tanto equivocado, de prever y prevenir, en relación con la situación que hay en Haití, que el Consejo de Seguridad de la ONU califica de caótica, por lo que voy a relatar más adelante. El Consejo de Seguridad de la ONU muestra gran preocupación por la creciente violencia que hay en Haití, no obstante la presencia de unos ocho mil «Cascos Azules» de distintas naciones, en su mayoría, latinoamericana, a requerimiento de ese organismo mundial para imponer la paz.

Creo que el Consejo de Seguridad perdió tiempo en tomar ese asunto en sus manos. El día 30 de este mes se cumplirán 17 años de haberse pedido, en una asamblea de la ONU, una ayuda para Haití, por considerarla acreedora de ella por su herencia histórica. Se había pedido ayuda para otros países, pero la primera vez que alguien se levantó y fue a mí a quien el destino le dio la oportunidad, para en esa asamblea yo fui el presidente de la misión dominicana.

Para mí fue algo especial porque tres días antes de yo hablar al mundo desde el gran anfiteatro de la ONU, yo había contraído matrimonio con la señora Sara Cruz, hoy de Herrera, así pues, nuestra luna de miel, la luna de miel de una pareja madura, se celebró en medio de las actividades políticas y sociales de la diplomacia de altos vuelos de la ONU. Por ese motivo, nosotros fuimos distinguidos en actos sociales, tales como una cena que el secretario de Estado de Estados Unidos, Charles Schultz, ofreció a un grupo reducido de invitados de los esposos Schultz, ocupando Sara, el lugar de honor.

Después de mi discurso, en cada asamblea de la ONU, casi siempre, el portavoz de nuestra delegación ha hecho un llamado para que se ayude a Haití. La inclusión de Haití en mi discurso la hice sin conocimiento ni anuencia del Presidente Balaguer, a quien visité antes de salir para Nueva Cork y le hablé del párrafo. «Léamelo», me dijo. Así lo hice. El se quedó callado un rato y luego me dijo: «Está bien, pero no conseguirás mucho para Haití por ahora. Tú siempre con tu Haití”.

Indiscutiblemente que no se consiguió mucho. Hasta se presionaba a nuestro país para que se hiciera cargo del vecino. Incluso se trató de que nuestro país disolviera su Ejército al igual que se disolvía el de Haití. Sobre esto tengo un capítulo en mis memorias que es bastante aleccionador, a la vez que un tanto humorístico por la posición en que quedaron los embajadores de los llamados «países amigos de Haití» que me visitaron con tal motivo.

Cuando le informé al doctor Balaguer de la visita de los embajadores, me hizo un comentario muy «balagueriano», con el que encabezo un capítulo de las citadas memorias.

Ahora no hay «guerra fría» al producirse el envío de los «Cascos Azules» a territorio haitiano. Ahora hay algo más grande que lo es la acción terrorista, que es una acción difusa, como si fuera una especie de «boxeo de sombra» pero con resultados mortales.

En esta ocasión, como diría Alejandro Dumas, por todo el canal soplan «vientos de fronda». En Venezuela, en Colombia, además de la agudización de las diferencias entre Castro y los Estados Unidos. Pero esas circunstancias contribuyen en la agravación o quizás fueron las consecuencias del envío de “Cascos Azules” a Haití. Yo creo que la ONU, enterada de lo que ocurre en Haití, la cual prevé que podrá ser peor, no tomó medidas para prevenir lo que hoy ocurre.

Nuestro país, en todos sus estratos, económicos, sociales, morales y patrióticos, y que nos pone en una difícil situación, frente a lo que ocurre en Haití, y que pone a nuestro país sobre el «filo de la navaja. Y todo se agravó porque la mayoría del anterior gobierno, especialmente los del servicio exterior en su mayoría, no tuvieron la capacidad adecuada para observar y evaluar lo que ocurría en el día a día de los pueblos en donde estaban designados.

Ahora le toca a los diplomáticos que designe el Presidente Fernández Reyna, estar atentos a lo que está ocurriendo en sus respectivos países para que luego puedan enterar a la Cancillería de lo que ocurre. Así el gobierno estará en condiciones de prever y prevenir. No es un juego de palabras. La primera podría ser algo abstracto, pero prevenir la llena de contenido, de acción.

Para lo de Haití y el entorno geográfico que nos rodea, necesitamos pues, prever y prevenir.

Para lograr esto necesitamos de un cuerpo diplomático, sobre todo en el personal de apoyo, que no sea nombrado por nepotismo, amiguismo o clientelismo político. Los «gafes» de protocolo y los errores diplomáticos que se cometieron por personal diplomático nombrado hace poco tiempo, fueron risibles y nos llenan la cara de vergüenza frente a otros diplomáticos. Solo que en algunos casos el honor lo salvaban los pocos diplomáticos que habían dejado en funciones, quizás para dejar una muestra de lo que había. Sobre esto leí el pasado día 14 los comentarios que se hacen en un diario de la mañana sobre el “lecho de rosas” que no encontraron los diplomáticos que se están nombrando ahora.

Perdóneseme esta digresión y permítaseme volver al tema de Haití donde recientemente fue muerto a tiros un pastor protestante y uno de los más acreditados comentaristas radiales de aquel país.

Esa es una alerta para nuestra atención. Necesitamos informes tanto de Haití como de la ONU para estar en condiciones de prever lo que pudiere ocurrir y tomar entonces las necesarias medidas preventivas.

Escritas estas últimas palabras llega a mi conocimiento lo de la tragedia ocurrida en Azua. Es una coincidencia que quiera Dios que solamente lo sea, que lo ocurrido no sea más que un paralelo en el tiempo con el recrudecimiento de las acciones violentas en Haití. Aunque sea una coincidencia, había que prever lo peor, para evitar lo peor, para que dado el caso, estemos bien preparados para prevenir.

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