De Pulitzer a Pulitzer Pastoral Americana y La breve y maravillosa vida de Óscar Wao

De Pulitzer a Pulitzer   Pastoral Americana y La breve y maravillosa vida de Óscar Wao

(Última parte)

El punto de vista del narrador

La elección del narrador que contará la historia es un paso fundamental a la hora de darse a la tarea de escribir una novela. Es, al igual que los personajes y las anécdotas, una invención, un producto bien terminado de la imaginación del escritor. La novela de Junot Díaz está contada por varios narradores en primera persona, y así sabemos que estos son personajes que conocen en detalle lo que cuentan, ya sea porque intervinieron en los hechos narrados o porque tuvieron conocimiento de ellos por vía de sus protagonistas. Pero en el desarrollo de la trama de la novela, en varias ocasiones, tenemos la impresión de que estamos ante un narrador omnisciente. Me permito poner un breve ejemplo: “En esos días vivía en Baní. No el Baní frenético del día de hoy, mantenido por un suministro inagotable de doyos que se han apropiado de la mayor parte de Boston, Providence, New Hampshire. Era el Baní de épocas pasadas, hermoso y respetuoso. Una ciudad famosa por su resistencia a todo lo que fuera negro y sin embargo fue allí donde residió el personaje más prieto de nuestra historia”. (Págs. 93-94).

Aquí el narrador está contando la vida de Beli, la madre de Óscar Wao, quien termina en Baní en casa de una parienta llamada La Inca, después de pasar muchos sinsabores, después de pagar parte del karma que le tocaba por ser miembro de una familia afectada por el fukú que le cayó por haber contrariado a Trujillo.

En esta novela de Junot Díaz aparece el narrador decimonónico, que hace saber que el lector tiene en sus manos una historia que alguien le está contando. En su libro La novela dominicana 1980-2009, perfil de su desarrollo, Avelino Stanley, al referirse al punto de vista del narrador en esta novela, nos dice: con alguna frecuencia aparece la presencia del omnisciente señalando sin inmutarse a “nuestro héroe”, nuestra historia, nuestro personaje, apenas te conocimos, niña. Esto es hacer uso de una manifestación muy propia de la novela decimonónica. (Págs 270-271).

Aquí también nos encontramos con el caso de los narradores que mudan de espacio, que están contando en primera persona y de manera inesperada pasan al omnisciente y a veces hasta a un narrador colectivo.

En Pastoral Americana ocurre un tanto, pero en el sentido de la muda espacial del narrador. En principio sabemos que quien cuenta la historia fue un contemporáneo del protagonista, que le conoció muy de cerca y se instala en el yo, la primera persona del singular. Sin embargo, al avanzar la novela prácticamente desaparece el narrador en primera persona para instalarse en la omniscencia.

Llevando el barco a puerto seguro

Siempre he considerado que poner punto final a cualquier texto narrativo es una de las tareas más difíciles del oficio. Muchas son las buenas obras que al final se desinflan, colapsan como un bebedor inexperto que se ha dado veinte disparos de tequila. Siempre recuerdo una novela que sufre de este mal y la pongo como ejemplo: La casa del sano placer, de Alicia Yañez Cosío. Y en la novela de Junot Díaz al final uno siente que el escritor estaba atascado, enchivado en un pantano de indefinición. Casi veinte páginas antes de terminar la novela uno siente este atasco. Y se tiene la impresión de que da vueltas encima de un tiovivo, y de que va a marearse. Es que Junot Díaz, como nato contador de historias que es, quiere aclararlo todo, no dejar nada sin desvelar. Y esto en la novela no siempre es posible ni mucho menos conveniente. Hay destinos que no necesitan ser puestos al desnudo, hay situaciones que es mejor dejarlas resueltas solo en la cabeza del autor y nunca ser reveladas al lector.

En el caso de Pastoral Americana, al narrador no le importa que nadie sepa en detalle el destino de los personajes. Hay muchas situaciones que permanecen en una densa neblina, que llenan de incertidumbre y de preguntas al lector.

Al narrador no le interesa aclarar las situaciones aún no resueltas y al contrario, intuyo, lo que busca es dejar en el lector la sensación de lo inacabado, de lo que no tiene resolución.

Pero la gran novela que es Pastoral Americana tiene, a mi entender, una parte que le cuelga como apéndice indeseable. Me refiero a un tedioso e inoportuno interrogatorio que le hace Lou Levov, el padre del Sueco, a Dawn, la esposa de su hijo. Estamos hablando de un interrogatorio que va desde la página 473 hasta la 484. Y que no viene al caso a esa altura de la trama, pues, se trata del interrogatorio que había sometido el padre del Sueco a su futura nuera al momento en que planeaban casarse. Y eso había ocurrido muchos años atrás. Y este recurso, pienso, no aporta nada al texto, y solo viene a reiterar lo autoritario y celoso de sus tradiciones que era el patriarca de la familia. Cuando leía esta novela me asombraba de su perfección, hasta que encontré la mosca metida en el pastel de ciruela, difícil de identificar pues su color la camuflaba con la de la ciruela. Entonces me sentí aliviado y comprobé que la obra perfecta no existe.

A manera de epílogo

La breve y maravillosa vida de Óscar Wao es una novela que nos cuenta una saga familiar marcada por una maldición. Esta maldición que el autor llama fukú termina aniquilando a cada uno de los miembros de la familia y solo se salvan Lola y su hija. Es una obra que nos enseña que la mayoría de los seres humanos está condenada a sufrir los rigores de un destino contra el cual no puede luchar. En el caso de Óscar Wao su tragedia es mucho más patética porque el designio en su contra no se cumple por razones políticas o por un ataque artero de la vida, como es el caso de su madre, que cae fulminada por un cáncer, sino que su destino trágico se cumple en busca del amor, se consuma por su necesidad de conocer eso que llaman amor. Y parte de su desgracia tiene que ver con un capricho de la naturaleza, pues, la belleza física es un accidente, no es don, es un valor que los seres humanos siempre han colocado por encima de la esencia misma del ser. Pero como son las cosas: estoy casi seguro de que nadie sufrió la tragedia de Óscar Wao, y casi nadie pudo haberla sufrido porque el autor de esta novela supo encontrar un tono, una voz, un estilo para hacernos digerir su historia valiéndose del humor, negro y no tan negro, de la ironía, de giros lingüísticos apropiados, y a pesar de que La breve y maravillosa vida de Óscar Wao no es en realidad una obra monumental, sí está adornada con atributos literarios que la han convertido en una novela muy bien valorada por los doctores de la literatura, premiada en varios países y leída por millones de lectores. Estas son razones poderosas para que permanezca por un tiempo razonable en el ámbito privilegiado de las obras notables.

En cuanto a Pastoral Americana, esta novela nos lleva a presenciar el derrumbe de un mito: el mito de la familia tradicional al mejor estilo americano y con ella a toda una sociedad porque en la novela la parte representa al todo. Pastoral Americana es una novela que nos muestra las paradojas que enfrentan los seres humanos. Nos enseña que nadie está por encima del bien y del mal. Nos enseña que somos vulnerables a pesar de la voluntad de parecer y creernos fuertes e indestructibles.

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