¿De qué está hecho el tiempo?

¿De qué está hecho el tiempo?

Si pudiéramos editar los recuerdos en nuestra memoria posiblemente no tendríamos que fingir una sonrisa. Cuando editaba nuestro programa “Conversaciones sobre el futuro”, mi invitado era el talentoso Pavel Núñez, buscando entre sus canciones, encontré una que dice: “Cómo le quito a la vida los deseos de recordar, cómo calmo mis heridas, cómo se me olvida amar”.

Los “soñadores” son los que aún no cumplen 18 y se entregan a una lucha de poder con interminables argumentos. Para ellos todo es posible en esa desesperada búsqueda por el amor verdadero. Luego al cumplir los 18 se convierten en los “desamparados”: con la mayoría de edad llegan las decepciones y frustraciones. Y dejan de verse a sí mismos tan poderosos como pensaban.

Los “conquistadores” son los que cumplieron 27 para ese momento, recorremos un camino definido aunque no siempre coincida con nuestra verdadera misión y ya hemos elegido una pareja, aunque no siempre coincida con lo que verdaderamente queremos.

Los “exploradores” son aquellos que ya pasan de los 36. Cerca de los 40 llega la pausa y la reflexión, la constante insatisfacción y el verbo a conjugarse es «Cuestionar». Es la época de la montaña rusa: logros y rupturas. Una breve adolescencia en la adultez pero llena de cicatrices y rellenos físicos como emocionales.

Los “sabios” a partir de los 54. Comprendemos finalmente que no somos ni lo que hacemos, ni lo que tenemos, sino el resultado de lo que amamos, de lo que dimos.

A partir de los 70 y 80 llega la magia, “los alquimistas”, llega la verdadera plenitud, vives en el presente, la muerte de los amigos cercanos nos recuerda nuestra fragilidad, nos convertimos en alquimistas al transformar cualquier experiencia de carbón en un bello diamante, lo atesoramos todo. Lo valoramos todo, lo sentimos todo.

Estos son los ciclos del alma según Sharon Koenig. El tema es que como buenos alumnos podemos aprendernos (en teoría) las lecciones de cada ciclo y decir «qué fabuloso, tengo 27, estoy llena de juventud y belleza pero además soy “sabia” ya sé todo de la vida sin tener que mal pasar. Pero las vivencias y sus lecciones no vienen en una batida Pre Workout. Todos sin importar la edad, tenemos esa pregunta que no queremos hacernos por temor a la respuesta, ese recuerdo que es el nocaut que nos derriba en la lona, ese sentirte traicionado, esa sensación de abandono como si te lanzaran desnudo al océano Glacial Ártico. Todos tenemos un cumpleaños que no disfrutamos, todos vivimos con el dolor que no pudimos vencer, con la ausencia del amor que deseábamos se quedara. Pero es como vivimos estos momentos donde la teoría y la práctica se bifurcan, como «El Jardín de Senderos» de Borges, y claramente se nos ve el «refajo», se nos ve la inmadurez.

El tiempo no está hecho de memoria, ni de recuerdos que queremos olvidar o momentos que quisiéramos repetir. El tiempo está hecho de lo que damos, su esencia es la propia siembra en nuestra vida y lo que cosechamos, lo que recibimos es la respuesta del tiempo de quienes hemos sido mientras vida tuvimos. Namaste.

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