¿De qué oración y ayuno se trata?

¿De qué oración y ayuno se trata?

El pasado día 19 Frederic Emam-Zade publicó un interesante artículo titulado «El modelo altagraciano vive», haciéndose eco de un artículo de título similar, «El modelo altagraciano y las tres falacias» del economista dominicano Ramón E. Mena, publicado en 1988. Tema que es de gran actualidad, y tiene relación con la Jornada de Oración y Ayuno que los Obispos convocaron para mañana sábado, día 24, para pedir a Dios por la situación nacional.

Según Emam-Zade: «El planteamiento básico del modelo altagraciano es que la Virgen de La Altagracia (de enero a septiembre) y la Virgen de Las Mercedes (de septiembre a diciembre) proveen un manto protector que nos libera del pago de las consecuencias de nuestros errores, …y que la Providencia nos ayudará a salir bien de los tollos creados por nosotros, …y que los problemas se solucionarán como por arte de magia, sin que nos cueste ningún sacrificio ni cambios de conducta».

Según él, el modelo altagraciano vive hoy día, juntamente con otros supuestos complementarios siendo parte importante del esquema con que afrontan la vida, sobre todo la nacional, muchos dominicanos. Les recomiendo leer dicho artículo.

Días antes de leerlo, y ante la próxima celebración de la jornada nacional de oración y ayuno por la situación nacional, me había asaltado la pregunta: «¿de qué Oración y Ayuno se trata?». Y así se lo había expresado a algunos amigos, y en algún círculo más amplio. La lectura del artículo de Emma-Zade, me empujó a compartir con Uds. esta inquietud, e intentar ayudar a su mejor celebración.

El episcopado dominicano ha convocado a una jornada de oración y ayuno por la situación nacional, el próximo día 23. Y a falta de información previa, teniendo en cuenta experiencias pasadas, y pensando sobre todo en los que harán dicha jornada por su cuenta, sin ayuda para su mejor realización, surge la pregunta: «¿Cómo se celebrará? ¿Cómo debería orientarse, enfocarse, esa jornada de oración y ayuno, para que rinda sus mejores frutos? ¿Toda oración y ayuno ayuda por igual a superar la situación nacional?

Todos los que se sienten mal del corazón, del riñón o de lo que sea, cuando no pueden solucionar por sí mismos su problema van al médico. Todos le «piden ayuda» (le `oran`, valga la palabra), cada uno para su enfermedad. Y le dicen sus males, en que consisten, con el mayor detalle que pueden, para que les pueda ayudar mejor.

Y el médico, a su vez, les hace una serie de preguntas para tener una idea más cabal de los males que les aquejan. Y les pregunta por sus hábitos de vida, y en que circunstancias le suceden y repiten sus males. Los suyos, no los del vecino, ni los de un pariente o un enemigo.

Y el médico les receta unas medicinas específicas, para su enfermedad. Y le da unos consejos, unas normas de sabiduría para corregir «su» enfermedad y no recaer. Y procura ayudarles a caer en la cuenta de la relación que hay entre dichos males, y ciertas costumbres que tienen o algunos ambientes que frecuentan, y que de ahora en adelante deben evitar o regular, si realmente quiere sanar y no volver a recaer, e incluso agravarse.

Y así, el ayuno, la dieta recomendada para el enfermo de colesterol, es específica, «relacionada» con su enfermedad. No es no comer «lechuga», sino no comer «grasas». Y la medicación que se le recomienda también es «relacionada» con el colesterol, y no la que le recomendaron a un primo para el riñón, aunque esté certificada por la FDA.

Al médico no se va simplemente para «decirle» mis males, mi dolor, y «pedirle» que me cure, sin nuestra colaboración. Sino que se va a «escucharle», para recibir su sabiduría y «saber que debo hacer» en la vida diaria (que medicinas tomar, que rehabilitación hacer), y «como comportarme en el futuro» para recuperar la salud, y no recaer en los males para los que pido ayuda.

Y el seguimiento de las medicinas y las indicaciones no se reduce a una «jornada», sino una serie de días, hasta que realmente se mejore uno y se normalice. Y para ciertos males, toda la vida.

Esto que es el camino ordinario, la verdad y la vida para recuperar la salud corporal, y potenciarla, lo es también para recuperarnos de los males de la personalidad (sicológicos) y sociales, no menos que para los espirituales. A eso va la «dirección» y el «acompañamiento espiritual»)

Por eso es importante que los que dirijan las celebraciones comunitarias, o grupales, de la jornada de oración y ayuno, ayuden realmente a que sean coherentes con el motivo por la que se convoca: petición de ayuda a Dios, sí, y simultáneamente crecimiento en nuestra conversión personal respecto a las actitudes con que todos colaboramos a la situación del país que ahora lamentamos.

Sí, todos estamos contaminados más o menos, unos pocos como simples víctimas y la mayoría como portadores pasivos o activos, de algunos de los virus que producen el mal nacional. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra).

Una oración y ayuno que no afronte las raíces personales del mal que nos aqueja no ayudaría demasiado, dejaría las causas del mal intactas. Y dejaría a la oración y a la religión malparadas,y en un «limbo», ante cualquier observador imparcial. Quien quiera acogerse bajo el manto protector de la Virgen de La Altagracia o de Las Mercedes, debe hacerle caso a ella, a la Madre, que dijo «Hagan lo que él (Jesús) les diga». Y él nos dijo, no sólo pidan y reciban, sino también: «Busquen y hallarán, llamen y se les abrirá». «Conviértanse», no se contenten con arrepentirse. «Amen al prójimo», de verdad. «Sean fermento en la masa».

La oración y el ayuno cristiano verdadero no deja a uno parqueado, al margen de la solución de los problemas. Sino que implica que el que lo hace colaborará, en la vida diaria, para que sea posible eso que pide.

Por fidelidad a nosotros mismos, a Dominicana y a Dios, tenemos que procurar que esta jornada de oración y ayuno sea coherente con la situación del país. No sólo en ese día, sino también a lo largo de todo el año. Sólo así tendremos una patria donde todos quepamos a gusto, nadie excluido.

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