Existen palabras y conceptos que más que ayudarnos a entender la realidad nos la oscurecen. Anteriormente me referí a que la palabra “inequidad” tiende a disfrazar la “iniquidad”, en cuanto la manera como gobiernos y élites dominantes distribuyen el producto de la economía. El concepto de “valores”, particularmente cuando se habla de “crisis de valores”, pareciera poner como causa del desorden social y de la corrupción, a unas “cosas” que se llaman valores, que pululan en el aire o en una quinta dimensión; que debido a que “están fallando”, provocan tanta corrupción y tanta delincuencia.
Se equivocaron los que pusieron de lado a Dios, y decidieron que se podía tener valores aparte de toda fe o creencia. Acaso algunos de los más inteligentes habrían dicho para sí, parafraseando a Descartes: “Yo tengo valores, por tanto, los valores existen”. Y es cierto: los valores individuales existen, porque un valor es todo aquello que me permite acercarme a un objetivo, y como estableció Parsons, toda acción humana se dirige a objetivos. Lo que escasea o no hay son los valores sociales. Porque entre los de arriba y los de abajo no es fácil encontrar esos valores compartidos. Lo que sí abunda son los valores individuales, semejantes a los de otros individuos: Como decir: estos quieren consumir y aquellos también; estos quieren gobernar y aquellos también; Antonio quiere yipeta y Emilio quiere yipeta. Resulta también, que cada individuo tiene su propia “mezcla de valores”: Juan tiene 40% de honradez, 30% de oportunismo, 20 de astucia y 10% de pragmatismo. Improvisadas o acomodadas mezclillas cuales recetas de cocina, según gustos y conveniencias: Con los clientes, 90% de cortesía, con la esposa y los hijos, apenas un 10%. Con el gobierno, un 20% de honradez, con el empresario, 80%.
Pero hay muy pocos valores socialmente compartidos con firmeza y convicción por la mayoría de los dominicanos. Porque carecemos de una sociedad-Estado con intención unificadora, que tiende a dividirnos por la manera corrupta como es manejada; por carecer de un plan hacia futuro y de un modelo reconocible y consensuado de desarrollo económico y social. (Ni siquiera una micro-estrategia para manejarnos coherentemente frente al anunciado embate del DR-CAFTA).
La mayoría de los dominicanos no saben lo que son los valores, aunque muchos efectivamente los tienen. Cuando Trujillo muchas gentes obedecían más por temor al Jefe, y al qué dirán, y por un recóndito y apagado temor de Dios, y por lo poco que nos va quedando de la empatía y del instinto de colectividad básicos para la preservación de la especie.
Para que existan valores comunes: la patria, la paz, el orden social, y los derechos que de estos se derivan, falta una entidad superior que los diseñe y los imponga. De lo contrario regirá la selva, el poder y deseo de los fuertes.
Dios hizo un Plan para bendecir a todas las naciones, no a unas cuantas. Qué bueno que alguien se ocupe del tema. Pero averigüemos, sinceramente, de qué valores estamos hablando y, luego, pongámoslos por obra.