Conclusión:
b) En el orden de reduplicaciones, una de las fallas en medios masivos se debe a cierta pobreza léxica que lleva al comunicador de la noticia o al comentarista a emplear ligeras variantes de los pronombres demostrativos de primera y de segunda personas del coloquio, caracterizados por mínimos cambios fonéticos u ortográficos, con inflexiones de género y de número, y hasta las formas neutras /esto/ y /eso/, que son términos invariables.
En un tratamiento de cierta polémica entre funcionarios públicos, el matutino Hoy, página 8E, del 17 de enero retropróximo confirma:
Primer párrafo: [… Ciudadanos coinciden en que /esas/ diferencias [… perjudica más al partido…]
Segundo párrafo: [… / ese/ conflicto es de tendencias políticas…]
Tercer párrafo: desde hace varios meses /esas/ entidades se mantienen enfrentadas…
Cuarto párrafo: “El más perjudicado es el partido” Tal. /Ese/ partido…
-En el mismo párrafo: [… que se creen dueños de /este/ pueblo…
-También en el mismo párrafo: [… /eso/ es cosa que uno ni las entiende…]
Sétimo párrafo: En… /está/ es una disputa. Escriben /está/ con acentuación o tilde en la /á/ de /está/, que se torna así en verbo y voz aguda, que no es lo mismo que el pronombre demostrativo /esta/, sin virgulilla.
-En el mismo párrafo: [… /este/ conflicto perjudica la población…], y […/este/ impasse…]
Octavo párrafo: [… Ya es hora de que se acabe con /este/ show…]
Párrafo final (noveno): [… Algunos consideran la dificultad de un acuerdo entre partes, ya que hay empecinamiento “en /este/ conflicto”.
Se impone, pensamos, la necesidad de profundizar en la exposición, además de cuidar el estilo en todas las formalizaciones.
Andrés Eloy Blanco, venezolano, autor de los tan difundidos versos de Angelitos Negros, se eleva con la magia del rejuego de fonemas y de formas aproximadas en su celebrado Canto a los hijos en marcha:
“Madre, si me matan, /no me entierres todo… /Tráeme un pobre hombre /de algún pobre pueblo, /y esa pobre mano por la que me matan /pónmela en la herida /por lo que me muero”.
No es tarea tan difícil. Recordemos cómo Armando Manzanero, quizás mejor músico que letrista, concluye su preciosa canción Somos novios:
“Somos novios. Sólo novios. Siempre novios. Somos novios”. (Punto final).
¿¡Qué más!?
Una conclusión con gracia y acierto, que cierra en el mismo punto de donde partió. Y nos permite individualizarla como “repetición circular”.