DELIA BLANCO
Dice Mónica Ferreras en su exposición individual inaugurada el pasado martes 1. de abril en curso en la Galería District / Co., que reeducarnos es: como encontrar un buen método de limpieza. Determinar todas las cosas que ya no nos sirven y botarlas sin mirar atrás. Al mismo tiempo reestructurar lo que nos queda para que en lo sucesivo podamos darle un mejor uso. También identificar las cosas que nos hacen falta para poco a poco irlas integrando a la nueva casa. Todo este proceso al que llamo reeducación requiere de un ingrediente vital para que sea exitoso, y éste se llama: Paciencia.
Valor para el trabajo e investigación llevados con seriedad y profundidad por Mónica Ferreras, egresada de la Escuela de Arte y Diseño Altos de Chavón, de La Romana, con una maestría en la Real Academia Holandesa de Bellas Artes, en La Haya, Holanda, para continuar su periplo con estudios en la Escuela Parsons de la ciudad de Nueva York, lugar donde estudió y trabajó por unos 10 años.
Después de su implicación con la joven diáspora artística dominicana de New York, se establece de nuevo en el país a finales de la década del 90, logrando participar activamente en exposiciones colectivas nacionales e internacionales, tanto del Caribe, como de Latinoamérica y de Europa.
En sus exposiciones individuales, esta artista logra atraer al espectador hacia espacios callados de las emociones. Su obra hilvana y deshilvana los secretos del silencio, como si el tejido sensorial de los seres humanos estuviese atado al hilo de Ariana, observación que hicimos en el 2003 cuando la artista presentó en la Galería Carmen Rita Pérez/Arte Actual, la exhibición Cuando sea grande quiero ser.
La línea, sigue siendo lo fundamental de su movimiento gráfico, una línea que se extiende y se envuelve en círculos, evitando el peso de los nudos. A veces, encontramos toques de pincel sobre el trazo, que sugiere a través del puntillismo, territorios urbanos indefinidos en una multiplicación de geometrías minimalistas pero concentradas en concierto de colores vivos y dulces como el verde musgo y el fucsia para transmitir una energía de alegría y paz.
La exhibición Reeducando a Mónica, marca un gran paso de madurez visual en la artista, quien ha alcanzado un gran dominio en su lenguaje plástico con una ejecutoria extraordinaria en la composición que hemos podido observar tanto en sus grandes como en sus pequeños formatos.
Las obras colgadas en serie mantienen una gran individualidad que repercute en cada uno de estas puestas en conjunto, porque ella es dueña de su coherencia conceptual y técnica.
La obra de Mónica Ferreras, es personal, íntima y auténtica, con cierto grado de confidencialidad, pues se ha cuidado para no caer en el atropello del mercado del arte, es decir, en no dejar que el mercado atrofie la investigación y su lenguaje visual.
Hoy día, podemos observar que el conjunto de los trabajos presentados en esta individual, son el resultado de un gran talento y mucha profesionalidad.
La cromática ofrece colores de una vitalidad depurada de obstáculos existenciales: el azul, el verde, el malva o morado conviven sin choques ni contradicciones, en un estado de paz y sosiego. El color aterriza con gran armonía en el encuentro de las formas y de las direcciones lineares. La tela, es un espacio escogido en el que la artista concentra un lenguaje espiritual cuyos códigos pertenecen al mundo callado de cada ser humano.Ni figurativa , ni abstracta, pero si intensamente expresiva y lírica esta obra tiene el arte de abrirnos a cielo abierto el camino de los sueños y de la meditación.
En sus trabajos, el círculo y la cruz parecen salir del laberinto marcando así una geometría más compleja.Los símbolos compuestos por referentes geométricos, se asoman en muchos casos a la tradición pictórica etnográfica de ciertas comunidades ancestrales de orígenes muy diferentes como pueden ser las pinturas de los aborígenes de Tasmania pero también, las corteza de árboles pintadas por los pigmeos de África Central.
Sin embargo, estamos frente a una propuesta que responde a las tendencias minimalistas y constructivitas de los últimos años.
Las telas de Mónica Ferreras nos ofrecen hoy una extraordinaria nitidez en el tratamiento de la materia y una profundidad en los matices del color. Cada una de ellas resuelve un planteamiento con el espacio, como si estuviéramos frente a una problemática de movimiento en cada territorio del lienzo.
Si observamos bien, ya no estamos en espacios cerrados, las líneas se enlazan y desenlazan por caminos propios definidos con una soltura echada a los vientos.
Reeducando a Mónica es una exposición cuyas obras confirman que la pintura actual de República Dominicana tiene valores y artistas que se pueden enfrentar con las propuestas pictóricas más contemporáneas de París, Londres, Berlín, New York,Tokio y Seúl.
Mónica Ferreras, pertenece sin duda a una de las propuestas más actuales de la pintura dominicana con una factura de alta seriedad y contenido.
Es importante destacar en esta artista la singularidad de su trabajo, la poética de su mensaje, la seriedad y la perseverancia con la que lleva su obra, manteniendo una gran coherencia en su discurso visual y plástico. Exigiendo en nuestro propósito la mayor objetividad, sentimos que la obra de Mónica Ferreras ha alcanzado fuerza, madurez y carácter, tres condiciones fundamentales para imponerse como una propuesta renovadora e innovadora que vale la pena considerar, pues ya tiene una fuerza presente que le asegura mucho futuro.