DE SEÑAL A SEÑAL
La pasión de traducir el Makandal

<STRONG>DE SEÑAL A SEÑAL<BR></STRONG>La pasión de traducir el Makandal

Debo confesar que desde que conocí la obra de don Manuel Rueda, quedé tan fascinada y sobrecogida como cuando conocí la de los intelectuales caribeños: Aimé Césaire, Jacques Roumain, Edouard Glissant, Juan Bosch, Virgilio Díaz Ordóñez, Pedro Mir, y otros de gran trascendencia en la región y en el mundo.

He tomado “Las Metamorfosis de Makandal”, como un libro de cabecera o de mesilla por casi un año, para ahondar en sus símbolos e impresiones como en sus metáforas y referentes para no perder la sustancia de lo “escondido y lo innombrable”, al igual que como lo señala Rueda, quien manejó el significado del nombre en tres caligrafías posibles: Macandal, Makandal, Mackandal, respondiendo o construyendo un nombre hecho de nombres.

Esta primera exigencia de varias lecturas y relecturas nos fue confirmando la intuición de la primera, pues desde el principio sentimos que estábamos frente a un fenómeno de transformación simbólica  de uno de los personajes étnicos y mitológicos más intensos del Caribe. Un personaje que fue concebido y encontró en Haití una resonancia histórica, mágica y épica. Un personaje que vale recordar dentro de su identificación en Haití en 1750, cuarenta años antes de la Revolución Francesa.

François Makandal fue acusado en el año 1758 de ser el jefe de los “empoisonneurs” es decir, maestros del envenenamiento, y por esta razón dirigido a la Justicia, la que le condenó a la hoguera. Para provocar las amenazas de Makandal, que declaró que se escaparía de la hoguera para convertirse en “Maringouin”, los colonos convocaron en la plaza del auto de fe a todo el público compuesto de negros esclavos; pero Makandal se escapó de las llamas y provocó que la asistencia de esclavos gritara “Makandal sauvé”. Fue de nuevo atrapado y lanzado al fuego, pero, de todas formas corrió el rumor de que efectivamente Makandal se metamorfoseó en Maringouin.

Esta historia mágica dio paso a la realidad legendaria que convierte a Makandal en un personaje que entra en la Historia del Caribe, pero también en la Historia de la Literatura, como un paradigma de insurrección y de poder, y una de las apariciones más barrocas descritas en “El reino de este mundo”, obra del intelectual cubano Alejo Carpentier, publicada por editorial Seix Barral en el 1969. Este legendario personaje también ha sido recurrente en obras como la novela publicada recientemente por Isabel Allende, “La isla bajo el mar”, editada en el 2009 por Alfaguara.

El intelectual martiniqueño Edouard Glissant, en su obra “Toussaint Louverture”, se refiere a Makandal como a un personaje histórico, dotado de unos poderes que le permiten anunciar la rebelión de los negros esclavos.

En su libro “Litterature haitienne compareé”, publicada por editorial Grelca en Montreal, el escritor Maximilien Laroche saluda con precisa admiración y reconocimiento el poemario de Manuel Rueda, y lo describe como un poema “fourmillant” de versos y de lirismo incandescente. Saluda a Makandal como una figura bi-nacional, describiéndolo como un “símbolo de hoy de mañana”, no solamente de ayer. Esta conclusión de Laroche nos ha ayudado conceptualmente y técnicamente en nuestro trabajo de traducción de la obra del castellano al francés.

Mi formación como lingüista y antropóloga me lleva al acercamiento de las relaciones de concepto, de sentido y de significado, cuando tenemos que “servir” a un autor, y pasar del castellano al francés, y del francés al castellano.

Entendemos por servir, acercarnos, transferirnos y envolvernos en el entorno y en el sujeto de la obra, pero también, esfumarnos y achicarnos frente al manejo y dominio de la lengua y de la palabra del poeta, para mantener la mayor fidelidad al verbo, a la metáfora y al símbolo. Porque traducir al francés “Las metamorfosis de Makandal”, escrita por un dominicano de la estatura de don Manuel Rueda, significa asumir la responsabilidad de traducir el sentir y el pensar de un poeta atormentado por la verdad. Ahora bien, traducir un tema histórico y mitológico como este y de este autor, significa entender la personalidad de un hombre abierto a engrandecer y engrandecerse compartiendo la belleza de todo verso que rebase los prejuicios y las limitaciones de un hecho y de un sueño pocas veces comprendidos y mucho menos analizado en su justa dimensión.

Hablamos del castellano al francés, porque en la obra Makandal la referencia de mitos y leyendas es auténticamente binacional, y caribeña; la palabra conductora de imágenes, de magia y de sueños pertenece a la lengua castellana contemporánea, se logra de manera precisa, sobria y eficiente.

La lengua y el verso de Rueda es flexible, transparente, moderna  y adecuada a lo eterno y a lo efímero, a la vida y a la muerte, lo que nos conduce a buscar y rebuscar en la lengua francesa una resonancia vocal y musical que fluya y se transfiera al lenguaje poético de Rueda.

Cuando hablamos de lenguaje, nos referimos en el caso de este autor, a su actitud con la lengua y la metáfora, así como con la imagen y el engrandecimiento del personaje. Hemos encontrado una poética que compartimos en su plasticidad y visualidad, con el lenguaje surrealista de Aimé Césaire, del poeta haitiano Davertige, con una musicalidad épica que nos lleva hacia el movimiento de la poesía impresionista.

Traducir a Manuel Rueda es entrar en el mundo de sus fabulaciones, de sus excesos, de sus sueños, y a la vez, de sus ideales. Cómo decir por ejemplo en francés “soy isla-isla”, cómo interpretar esto: isla-isla, por ser isla doble, isla entera, isla de verdad, isla sin dudas… o qué; pues, este simple binomio nos ha llevado a detenernos en el tiempo y repensar a través de la lengua francesa el concepto, para caer probablemente en que no somos pedazos de nada, sino parte de una totalidad geográfica, que es isla.

La poética de esta obra es ante todo, el arte visionario de un intelectual como Manuel Rueda, sin tabúes, ni autocensura, captador de vibraciones espirituales que reinventaron de la historia y de la mitología mágico-religiosa como un mesías contemporáneo y moderno, portador de una fuerza espiritual y simbólica que puede contribuir a universalizar la poética dominicana en las dinámicas caribeñas y universales.

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