DE SEÑAL A SEÑAL
La paz de la música no tiene  fronteras

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Desde hace muchos años la paz se ha convertido en un llamado civil en el que los artistas tienen un gran espacio de acción, mucho que dar, hacer y demostrar. Después de la Segunda Guerra Mundial, en Europa se creó el importante “Movimiento Cívico de los Artistas por la Paz”, fundado y frecuentado por los poetas Rafael Alberti, Aragón y Pablo Neruda, y por el maestro de la plástica Pablo Picasso, quienes trabajaban incansablemente por los siempre necesarios objetivos de la paz mundial.

Desde  entonces, ese movimiento, cada dos o tres años, reune artistas visuales, músicos, poetas y dramaturgos, quienes adquirieron mucha fuerza a partir de los años 60,s y los movimientos que en esos años se generaron en Europa y América.

Parece ser que America Latina ha encontrado en la conducción y personalidad de Juanes, un enlace de convocatoria y unión, que simboliza la capacidad de la nueva generación de dicho continente en construir esa paz civil y ciudadana. Juanes tuvo el acierto  de elegir para su  segundo concierto “Paz sin Fronteras” a la Cuba de José Martí  que -sin dudas-, servirá para coadyuvar a que en esa tierra se restituyan algunas libertades en el respeto de las diferencias ideológicas. Porque la música tiene  un potencial que es capaz de mover a la humanidad más allá de las diferencias y de las fronteras.

Merece pues, grandes aplausos la convocatoria a artistas iberoamericanos, latinoamericanos y caribeños, que con gran éxito hiciera el cantautor colombiano Juanes.

El pasado domingo 20 de septiembre, en la Plaza de la Revolución de La Habana, más de un millón de espectadores disfrutaron de reconocidos artistas (los españoles Miguel Bosé, Víctor Manuel y Luis E. Aute, (extrañamos a Joan Manuel Serrat); a los puertorriqueños Danny Rivera y Olga Tañón, a los cubanos Carlos Varela, Amaury Pérez, X Alfonso y algunos de los integrantes del grupo Síntesis y el Grupo Los Van-Van). Estos legendarios artistas tuvieron el valor junto a Juanes de vencer el chantaje patriotero de los cubanos del exilio, específicamente los radicados en Miami, quienes llegaron a la ridiculez de quemar  discos de los artistas  participantes en esta positiva iniciativa.

Este concierto a cielo abierto, merece una lectura de enseñanza y sabiduría al ortodoxo y cerrado mundo político, que pretende sellar el mundo con los fusiles verbales y físicos del seudo nacionalismo…

A pesar de las críticas abundantes y estentóreas, Juanes continúo ofreciendo reiteradas declaraciones de que el único motor de su idea era difundir “la paz y la tolerancia”. Tuvo que  aclarar varias veces  que el concierto no tenía nada que ver con política, que  no tenía patrocinadores, y que cada artista participante sólo  recibiría   coberturas de gastos de boletos aéreos y de estadía.

A pesar de que  una periodista española escribió un  reportaje que tituló “Música y dictadura desafinan”, el artista colombiano se cuidó de que el concierto se revirtiera en alentar los cambios y en lograr la libertad individual y colectiva tan necesaria en Cuba.

Es importante destacar la participación de la merenguera puertoriqueña Olga Tañón, una de las intérpretes más lucidas del concierto, quien declaró que su compromiso “siempre ha sido con esos pueblos, no con las ideologías ni con los sistemas que lo dirigen”. El presidente estadounidense Barack Obama, opinó que “este tipo de intercambios culturales no daña las relaciones entre los países”. Aunque, Fidel Castro no tardó en dar un tinte heroico al evento, cuando dijo: “El pueblo cubano, especialmente su magnífica juventud, demostró que en medio de un brutal bloqueo económico es posible vencer obstáculos inimaginables”.

Un poco de historia

Recordemos cuando los Beatles actuaron en la España franquista de 1965; “los melenudos” de Liverpool, fueron recibidos con mucha frialdad por el gobierno, sin embargo, en los conciertos realizados el 2 y el 3 de julio de 1965 en Madrid y en Barcelona, en la Plaza de Las Ventas, se registraron aforos completos, y 40 años después muchos españoles y europeos de mi generación  recordamos  como una contribución a la debilitación de la dictadura de Franco, estos conciertos.

El crítico inglés John Harris recuerda que Queen participó en el concierto londinense Live Aid en 1985, organizado en beneficio de África: “Agitaban las guitarras de honor del Tercer Mundo pero no dieron una sola palabra sobre todo lo que había ocurrido solo unos 12 meses antes”. Hacía un año que la banda británica había roto el boicot que la ONU había impuesto a la Sudáfrica del Apartheid y había ofrecido nueve conciertos en Sun City, un complejo hotelero en Bofutatsuana, una de las cuatro homelands –ex reservas para etnias negras, situadas dentro del territorio Surafricano- a los que el régimen racista de Pretoria otorgó la independencia. Mientras que Ringo Starr, Lou Reed, George Clinton y Bruce Springsteen criticaban con dureza a quienes decidían presentarse en Sudáfrica, los miembros de Queen fueron claros.  “Nuestro grupo no va de política”, declaró entonces el guitarrista de la banda, Brian May.

Los sobrevivientes de esta legendaria banda se han vuelto a presentar en conciertos en honor de Nelson Mandela, bajo el nombre de 46664, el número de preso que llevó durante 18 años en la cárcel surafricana de Robben Island.

De manera que siempre los artistas con su arma: la voz, la actuación, las artes visuales, han participado en eventos de los cuales se les ha acusado de políticos o de apoyar dictadores, etc. Pero, no estoy de acuerdo con las etiquetas a ultranzas, pues el legendario y comprometido Sting  actuó en el Chile de Augusto Pinochet y luego lo hizo para Aministía Internacional y dedicó el tema They dance alone a las familias de los desaparecidos.

The Police, Julio Iglesias y Miguel Bosé son algunos de los artistas que participaron en el Festival de Viña del Mar (Chile) en los inicios de los 80,s, durante la dictadura.

Estos multitudinarios eventos suelen  marcar un “antes y un después”,  que pasados los  años se analizan mejor en su contexto.

En Santo Domingo, debemos recordar que a más de 30 años de haberse celebrado Doce días con el Pueblo, muchos de los opositores balagueristas a ese evento, y a todos los que significaron manifestaciones de lucha y participación popular de ese momento, están hoy, compartiendo  a través o gracias a los famosos pactos políticos partidistas, con algunos de los convocantes de esa jornada cultural, a quienes ferozmente combatieron en esos años.

Quiero concluir con una exhortación que hiciera hace un tiempo, donde planteaba que valdría la pena juntar todos los esfuerzos de las diversas iniciativas culturales, como las ferias artesanales, las patronales de los pueblos, festividades religiosas, ferias del libro, de un lado y de otro, de la frontera dominico-haitiana, en el que los artistas de ambas partes y sobre todo, los de la diáspora, logren convocar de cada lado del Artibonito, artistas y realizadores que unan sus fuerzas, inteligencias, imaginaciones y voluntades, que permitan a través del arte y la cultura romper las fronteras que separan estos pueblos.

Debemos  contribuir para  construir un mundo en el que las guerras, los conflictos raciales y religiosos, los fundamentalismos y los efectos perversos de la globalización desaparezcan o se minimicen.

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