De señal a señal
Pinceladas críticas a la Bienal de Artes 09

<STRONG>De señal a señal<BR></STRONG>Pinceladas críticas a la Bienal de Artes 09

En Santo Domingo siempre se ha tenido muy claro la urgente necesidad de que se celebren las Exposiciones Bienales de Arte, siendo la última realizada en el mes de agosto, la XXV Bienal Nacional de Artes Visuales, dedicada al maestro Ramón Oviedo, y que hasta el mes de noviembre cumplirá un extenso calendario de actividades que ejecutan artistas, vocalistas, orquestas, grupos musicales y conferencias de los expertos en la materia, donde exponen sus puntos de vistas, investigaciones, etc., promovidas por la Dirección del Museo de Arte Moderno –MAM- y su patronato.

Es nuestro criterio que las Bienales son, más que un concurso, un estímulo para los artistas que les permite confrontar su competencia y sus valores, con la ventaja de que las obras premiadas y algunas de las aceptadas tienen la oportunidad de quedar en la Galería Permanente del MAM, lo cual permite a los visitantes del Museo disfrutar y hasta hacer su propio inventario de las excelentes obras y la calidad del arte dominicano.

Si partimos de que un arte que no se divulga es un arte inútil, la exposición permanente del Museo permite medir a través de los años el desarrollo o la involución de nuestros artistas, incluidos- casi siempre- los jurados de premiación y selección de las bienales, quienes son los responsables del producto final que se le presenta al gran público.

Esta  Bienal, tiene  para nosotros  un valor  muy  particular  por  la presencia de la obra del maestro  Ramón  Oviedo,  que nos ofrece  una gran  lección  de trabajo, creatividad, imaginación y factura.

Dentro de la exposición,  en conjunto consideramos que la pintura es lo mejor. Sabemos,  gracias  a este soporte que en el arte no hay edad, y si  hubiese  una, solo fuese  juventud. Oviedo,  es un maestro joven  porque  investiga, se cuestiona,  busca, experimenta  y sobretodo,  trabaja.

Trabajar, verbo mágico,  pues  no hay  arte  sin trabajo, que se lo digan los jóvenes  llorones del éxito. Picasso, se levantaba a las  cuatro de la mañana; Goya, pasaba  noches de  insomnio,  persiguiendo la idea, y  Miquel  Barceló, hace  horas  de estudio  y taller , cumpliendo con  un  jornada como un trabajador feliz.

Pero, mas  allá de este  regalo y lujo de tener a  Ramón Oviedo presente, lo   que nos dice que en el país todavía sobreviven y viven artistas  con  consecuencia y  coherencia de generaciones, que siempre se lo tomaron  en serio, pues también, debemos  confesar que el gran vacío duele y mucho, para los y las que amamos, investigamos o hacemos arte.

Esta Bienal duele  por la  ausencia  de propuestas generadoras de cambios, por atrevimientos que marcan  giros  en la historia del arte de hoy.

Pascal Meccariello, nítido, serio, formal, salva  su generación por la entrega de una obra meticulosa, bien  lograda, trabajada con recursos  visuales  del momento  y mucha  armonía en la factura. Sin embargo, esperábamos  más,  mucho más, de un artista  que sabemos  que  puede ir muy  lejos.

Nos pareció que a la obra de Meccariello le faltaba  espacio, o manejo del espacio.

Pero, pensándolo bien  se puede  cuestionar  su lugar de presencia, que no le da  ni evidencia,  ni respiración. Hay  que tomar en cuenta que una  Bienal se debe  y merece  un  montaje  incuestionable.

En la  fotografía

Fausto  Ortíz, confirma excelente  entrega  con recursos escénicos prudentes y eficientes, en los que el ser urbano gira  entre curvas  y faroles  a través de una noche  que  nunca se acaba y que  lucha  con las primeras  horas del amanecer.

Diríamos que  Ortíz  también ha logrado lo mejor de lo expuesto, y lo mejor de la propuesto; estamos frente  a una obra perfectamente lograda y trabajada, pero, sin  sorpresas,  ni asombros.

Y aquí las palabras , estamos frente a una  “Bienal  sin  sorpresas  ni asombros”, y ante un arte  que no  sorprende, más bien se  limita  y auto censura. Entonces, aquí vamos a diferir de lo hasta hoy pronunciado por mis compañeros,  antes de atacar los sistemas administrativos, políticos, y gerenciales del arte en el país, lo que nos debe interesar es el arte  mismo, indagar qué ocurre. Particularmente, eso es lo que me preocupa.

Si  fuésemos una experta internacional que viene a  hacerse una idea del Arte actual en  República  Dominicana, entonces, mi desencanto fuese inmenso, pues  nuestra creación actual, no es lo que muestra la Bienal.

Entonces, aquí hay que cuestionar a “todo el mundo”,  primero: al  jurado de selección que deja un sentimiento de allanamiento, de  parcialidad  y de decisiones drásticas en la preselección.

Insistimos, el  jurado de selección se debe manejar con una auto exigencia plural, diversa, convergente y  divergente,  siempre  apoyada  en decisiones colegiadas.

La eliminación de artistas confirmados de los cuales no vamos a entrar en referencias de personalización o individualización,  exigen  explicaciones públicas, tan necesarias en el día de hoy, que su discriminación dentro del concurso nos  sugieren que se haga  en breve tiempo,  una exposición de los artistas confirmados rechazados y  que dentro de esta  colectiva  se trabaje con la  Asociación Dominicana de Críticos de Arte (ADCA), con los artistas  rechazados, y un  jurado responsable de selección y revisión de lo que lleva  una obra al rechazo…

No entendemos, ni mucho menos aceptamos,  la ausencia de  tantos  artistas, que sabemos han presentado desde nuestro criterio, obras que tienen toda la nobleza y merito  para estar  presentes en  el debate.

Este ejercicio nos interesa sobre  manera,  por  el significado  ético  y estético  que  podrá  tener  en nuestra  comunidad  artística.

Si  no lo hacemos,  nos  quedamos  con la imagen de un  jurado de selección  que considera  poco el sentido de la concertación y de la critica  abierta.

Si, hay que someter también los jurados a críticas que les permitan revisarse, y eso los engrandece ante el futuro.

Frente a esto, las  mismas premiaciones finales  tienen poca  consistencia, pues de tanto rechazo, queda un enfrentamiento  final empobrecido y limitado.

Esto  significa un malestar  profundo para los vencedores  honestos, claros, dignos y  valiosos,   pues no es igual  venir  frente a lo aceptable  que  a lo desafiante. He aquí, otra razón  más que nos lleva  lamentablemente  a confirmar  que  a esta Bienal  le faltó  desafíos artísticos.

Por todo esto, dejemos por un momento de lado los aspectos políticos, que dicho sea de paso, no excuso y se que también juegan un papel preponderante en los resultados, que tendremos que resolver ya con nuevas reglas  y exigencias frente a los  jurados,  pero también,  frente a los organizadores  en todas  sus escalas, que no pueden dejar a su libre albedrío a sus seleccionados jurados.

No queremos concluir, sin tocar sobre la propuesta plástica y  visual. Esta  Bienal  es de las más  pobres artísticamente,  y con errores fatales de decisión, pues  en un país  de gran oficio de la pintura, con criterios propios, es difícil consolarse o agarrarse de  bufeo  y fantasía.  A la obra sobre la boda de  Omega, le falló el tono…

La pintura no es solo discurso por  muy graciosa que sea, y si cae en caricatura de pintura hay  que revisarse…

Ahora bien, hay muchos valores  que no hicieron el esfuerzo de estar por falta de trabajo  y organización, eso es imperdonable. Para criticar y continuar creciendo hay que seguir participando. Muchos y muchas alegan justamente, la falta de confianza en el evento Bienal, y los resultados de esta última, lamentablemente, apoyan las razones de estos valores, pero insisto la lucha debe continuar.

Pero  lo es también, la prueba de que  si el sistema de jurados de la  Bienal no se revisa, la sociedad  dominicana plástica y visual, seguirá  acumulando dolores y  frustraciones que la lleven  como ya es  visible a una participación totalmente ajena  al fuerza del arte de hoy, que desde los maestros  como Jaime Colson, Ramón Oviedo, Cándido Bidó, Ada Balcácer, Domingo Liz, Prats Ventós, Paul Giudicelli, Silvano Lora, Soucy Pellerano, etc; no deja de tener  el mito artístico  internacional con una identidad del arte dominicano de hoy.

La sociedad artística  dominicana debe  cuestionar y cuestionarse frente  a tanto peligro debilitador. Además, se necesita que las nuevas generaciones se reivindiquen con el trabajo  y la propuestas desafiantes, provocadoras, cuestionantes, anti conformistas, y sobre todo, a través del trabajo y la creatividad es la única salida.

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