De señar a señal: Ernest Hemingway… ¿Por quién siguen doblando las campanas?

De señar a señal: Ernest Hemingway… ¿Por quién siguen doblando las campanas?

Ernest Hemingway, el más épico y lírico de los escritores estadounidenses de la primera mitad del siglo XX, es un autor que invita a leer y releer sus obras por el interés que siguen suscitando en cuanto a la reflexión sobre el compromiso del intelectual y del pensador libre frente a los acontecimientos políticos.

Este monumento de hombre, macizo en sus ideas y en su cuerpo, ha significado un puente de humanidad entre Estados Unidos y Europa, que todavía hoy nos ilumina en el diálogo necesario entre América y el Viejo Continente.

Si la belleza de París y la seducción de la sociedad francesa de los años 20 y 30 pusieron en evidencia este personaje seductor, viril, guapo y bohemio, gran aficionado a la gastronomía, al buen vino y a las artes, lo que manifestó haciendo de Montparnasse, el lugar emblemático de los intelectuales de “la generación perdida”, no es menos cierto que más allá de todos sus excesos con el alcohol y las mujeres, Hemingway fue un tremendo ciudadano del mundo, hombre libre y pensador, capaz de entrega y de compromiso. Este aspecto de su personalidad multifacética, atormentada y violenta, lo ha magnificado en su relación excepcional y profunda con España, con los pueblos de España que conoció a fondo en sus raíces más profundas, acertando siempre las diversas culturas de España, fuesen del norte, del sur, o del centro de Castila Extremadura. Porque en el fondo, Hemingway fue el primero en entender con cerebro y alma los matices de esa República Española, que aunque antifascista para todos, tomó ideologías y esperanzas diversas y múltiples para los comunistas, los anarcosindicalistas, los católicos liberales, y los pensadores libres, masones y ateos.

La fuerza de Hemingway consistió en poner toda su energía vital en las causas de la libertad intelectual de temperamento “cowboy” y campechano, bello como un cedro, entregó toda su fuerza vital y existencial al amor por las luchas de Europa amenazada por el fascismo y la novela “Por quién doblan las campanas” nos pone en evidencia y en un relato de cuatro días llevado a quinientas páginas el enfrentamiento de las ideas opuestas por una España que quiso una República con pasión y coraje, con fuerza y fragilidad, con ilusión y dolor. Aspectos fundamentales que este autor de temple, y comprometido, logró realzar en una de las novelas más leídas del siglo XX. Por quién doblan las campanas, en inglés For Whom the Bell Tolls publicada en 1940, cuyo título procede de la “Meditación XVII” de Devotions Upon Emergent Occasions, obra perteneciente al poeta metafísico John Donne y que data de 1624:

Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti.

La trama se desarrolla en España durante la Guerra Civil Española, y se articula en torno a la historia de Robert Jordan, un profesor de español oriundo de Montana, que lucha como especialista en explosivos en el lado republicano. El general Golz le encarga la destrucción de un puente, vital para evitar la contraofensiva del bando Nacional durante la batalla de Segovia.

Jordan llega a la zona, situada detrás de las líneas enemigas, guiado por un viejo, Anselmo. Allí, se encuentra con que el jefe de la banda que debe ayudarle a volar el puente, Pablo, es un borracho acobardado. Pero también conoce a María, una muchacha joven de la que enseguida se enamora, y a Pilar, la mujer de Pablo. Pilar es una mujer ruda y fea, pero valiente y de una gran voluntad; tiene una gran lealtad a la República y ayuda mucho a Jordan tanto en la misión del puente como en lo personal con María.

En el sentido recóndito e intestino, Por quién doblan las campanas es una insinuación de la multiplicidad del ser que se hace desde el título del libro, si se quiere desde el mismo enunciado. El hombre hace parte de un “ser colectivo” constituido por todos los hombres; inexorablemente cuando algo de la existencia desaparece es una parte que se desmorona del “ser único” que conforma la humanidad (la unión de todos los seres), que emana la existencia como una rúbrica social. De ahí las palabras de John Donne: La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad […] Por quién doblan las campanas: doblan por ti.

La muerte es uno de los temas principales de la novela. Cuando ordenan a Robert Jordan volar el puente, él sabe que no sobrevivirá. Pablo y El Sordo, líderes de las bandas de guerrilleros republicanos, también son capaces de ver ese inevitable destino. Prácticamente la totalidad de los personajes del libro reflexionan sobre sus propias muertes.

La camaradería y el sacrificio ante la muerte abundan a lo largo de la novela. Robert Jordan, Anselmo y otros están listos para hacer todo lo que se espera de un buen hombre, es decir, el sacrificio de la misma vida. Los frecuentes abrazos entre camaradas refuerzan esa sensación de compañerismo cercano frente a la muerte. Un incidente respecto a la muerte de la familia del personaje de Joaquín sirve como perfecto ejemplo de ello: tras conocer la trágica noticia, los camaradas de Joaquín lo abrazan y consuelan diciéndole que ahora ellos serán su familia. Rodeando este amor confraternal entre camaradas se encuentra el amor por la tierra de España. El amor por un lugar, por unos sentidos, y por la vida misma, son representados mediante el suelo cubierto de agujas de pino que encontramos en el bosque —descrito al comienzo y, conmovedoramente, al final de la novela— cuando Robert Jordan yace moribundo sintiendo el latir de su corazón contra el suelo cubierto de agujas de pino.

El suicidio es otro aspecto que surge siempre como alternativa al sufrimiento. Muchos de los personajes, incluido Robert Jordan, prefieren la muerte a la captura y están dispuestos a suicidarse, ser abatidos o matar para evitarlo. Conforme la historia concluye, Robert Jordan, herido e incapaz de viajar con sus compañeros, espera una emboscada final que acabe con su vida. Se prepara para el cruel desenlace que podría suponer el suicidio como medio de evitar la captura o la inevitable tortura para extraerle información, seguida de la muerte a manos del enemigo. Pese a todo, espera evitar el suicidio debido a que su padre, a quien él ve como a un cobarde, se suicidó. Robert Jordan comprende el suicidio pero no lo aprueba, y piensa que “hay que hallarse terriblemente replegado sobre uno mismo para hacer una cosa como esa”. La opinión de Robert Jordan sobre el suicidio podría ser usada para analizar el suicidio de Hemingway 21 años después. El padre de Hemingway también cometió suicidio y se trata de un tema recurrente en sus obras…

Amerita otros capítulos, esta y otras obras de Ernest Hemingway, quien al presente tiene mucha vigencia y todavía se recurre a este “trotamundos” e inquieto personaje, que se establece por mucho tiempo en Cuba, donde se convierte en un mito. Por su estilo de vida, la pesca, su principal hobby y por convertirse en un habitué de bares famosos como La Bodeguita del Medio y el Florida en La Habana, donde tomaba sus famosos “mojitos”, que al presente continúan siendo lugares obligados por los turistas a dicha ciudad, y que como es natural, se explota en la oferta de esta, ya que las personas van por la curiosidad de observar las fotos de Hemingway, o de sentarse en la barra, en fin, que este escritor se mantiene en el imaginario por muchas razones… Y, hasta para escuchar un blue; la banda de rhythm and blues y rock pop, Bee Gees llegó al Top Five en Inglaterra en 1993 con su composición “For Whom the Bell Tolls” también inspirada en Hemingway, al igual que films, documentales, etc.

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