DE TAIWÁN A CHINA La República Popular China: desafíos y problemas

DE TAIWÁN A CHINA  La República Popular China: desafíos y problemas

Luna blanca
La luna de media noche muestra cada hueso
Inhalo el aire azul y blaquecino.
Las cosas mezquinas de la tierra
Se han tornado luciérnagas.
La ciudad es un esqueleto.
Ninguna cosa viviente
Puede semejar esta luz prístina.
Abro la ventana y miro
Cómo cielo y tierra intercambian su argento.
A la luz de la luna olvido que soy humano.
El último acto de la vida
Se ensayó en silencio bajo un foco sombrío.
La luna refleja en el suelo
Para iluminar mis pies. Wang Xiaoni
El profesor de la Universidad Autónoma de México Víctor López Villafañe escribió un interesante ensayo titulado “La emergencia de China como potencia mundial. Fin del período de alto crecimiento y nuevos desafíos” que fue publicado por la revista Migración y Desarrollo, Volumen 14, y divulgado en la nube cibernética a través de Scielo.org.mx.
Afirma que China se ha convertido en la segunda potencia económica mundial después de más de treinta años de cambios incesantes. “Desde el inicio de sus reformas para implantar el capitalismo de Estado, el crecimiento económico, y en especial el alto crecimiento, ha sido el factor central que sustituyó a la vieja legitimidad de la época del socialismo autogestionario, basado en el igualitarismo y en la ideología comunista. El nuevo liderazgo (…) ha fundamentado su legitimidad en los logros del crecimiento material”.[1]
A juicio del autor, China se encuentra en este momento ante nuevos retos, debido al crecimiento económico. Uno de los mayores desafíos es lograr la “sociedad armoniosa” que tanto defendió el presidente Hu Jintao en 2004, que buscaba lograr la estabilidad política y social con un desarrollo sustentable y dirigido a conseguir el bienestar del pueblo.
Villafañe cita al profesor Yingjie Guo, quien afirma que el milagro chino del siglo XXI es lograr el desarrollo de una gran clase media y el alejamiento de la clase obrera. En el año 2012, el presidente XI Jinping decía que era el momento de lograr el sueño chino: “Zhongguo meng”, es decir la búsqueda de la prosperidad y la felicidad dentro del esfuerzo colectivo “para mantener el socialismo y la gloria nacional”.[2]
A partir de esta afirmación, el profesor Villafañe expone cuáles son a su juicio los desafíos de China en el futuro inmediato:
1. Lograr el equilibrio social. El desequilibrio es el signo de China, a pesar de las estadísticas en que se ha disminuido el índice de pobreza. Señala que en la actualidad existen políticas para que los excluidos del modelo tengan mayores oportunidades. Sostiene que China debe diseñar y aplicar políticas sociales que abarque la mayor parte de sectores sociales puedan beneficiarse de la bonanza del crecimiento. “Esta situación de desequilibrio social se complica, desde mi punto de vista, porque muchos de los beneficiados del modelo forman parte ahora de la cúpula de poder. El Partido Comunista Chino es cada vez más la expresión de estos intereses; muchos empresarios de la nueva China ahora forman parte del Partido y muchos miembros de este son empresarios y sus ganancias se han derivado de los bajos salarios que pagan a sus trabajadores. Será muy interesante ver cómo se van a aplicar todas estas políticas en la realidad para reducir esta brecha”.[3]
2. Otra realidad que señala el profesor Villafañe es el agotamiento del modelo económico intensivo en mano de obra de y de recursos. El trabajo chino se ha basado fundamentalmente en el trabajo barato. Esta situación evidencia que para una gran mayoría de los trabajadores chinos su trabajo es mal remunerado. ¿Cómo explicar a los obreros chinos que no disfrutan de los grandes números que indican crecimiento sostenido? Por esta condición, el Gobierno chino comenzó a adoptar una serie de políticas salariales a fin de mejorar la condición económica de sus trabajadores. Así, el salario mínimo pasó de 60 centavos de dólar en el año 2000, a casi US$3.50 en el año 2015. Asimismo, también los salarios se han incrementado sucesivamente, pero, en general, siguen siendo bajos, comparados con los salarios de los obreros de los grandes países capitalistas.
3. Otro elemento importante es que el modelo chino busca estar a la vanguardia de la tecnología, pero en general, sus trabajadores no están al nivel de estas exigencias.
4. La deuda ecológica. La degradación acelerada del medio ambiente de China es una realidad fuerte. La contaminación del aire en las principales ciudades, especialmente Beijing y Shanghái, ha alcanzado niveles más que preocupantes.
Dice Villafañe que esta realidad ha hecho que algunos estudiosos, como el profesor Richard Madsen, quien afirma que en China existen tres sistemas económicos, que están unidos por una codependencia, pero sin sinergia entre ellos. Estos tres sistemas lo constituyen:
1. El tercer mundo chino. Representado por las regiones más atrasadas de China que aporta mano de obra barata.
2. La China socialista que suministra fundamentalmente los activos del Estado a favor de la creciente economía de mercado.
3. La China que forma parte de la nueva economía en rápida industrialización: es la parte que se dedica a la exportación y en la cual prevalece el espíritu capitalista.
El autor concluye el interesantísimo ensayo diciendo: “China se encuentra en la primera década del siglo XXI cruzando nuevos mares, luego de que se ha embarcado en un gigantesco cambio desde fines de los años setenta. Desde las reformas de la primera generación, inmediatamente después de la muerte de Mao, hasta las actuales en la primera década del siglo XXI, realizadas en el período de Gobierno de lo que se ha llamado la cuarta generación de líderes, con el presidente Hu Jintao a la cabeza y que continúan con el nuevo presidente Xi Jinping, hemos podido presenciar transformaciones impresionantes de su economía y más recientemente de su sociedad.
Es frecuente decir ahora que China será una superpotencia en este siglo XXI. Su tamaño es descomunal en todos los sentidos; cualquier cifra alcanza dimensiones astronómicas en este país. (…) Ello hace prever que, efectivamente, de continuar el crecimiento de China, no solo se producirá un gigante económico, sino que obligará al resto del mundo a formar grandes alianzas regionales para poder hablarle a China desde una posición de fuerza equiparable. (…) Sin embargo, el desarrollo de China pueda seguir por esta ruta. Sin embargo, el desarrollo de China no está exento del surgimiento de nuevos problemas políticos y sociales, que pudieran alterar y frenar lo que parece un destino inefable de su nueva grandeza”.[4]

[1] Víctor López Villafañe, “La emergencia de China como potencia mundial. Fin del período de alto crecimiento y nuevos desafíos”, en Revista Migración y Desarrollo, Volumen 14, Primer semestre 2016, p. 173.
[2] Ibidem, p. 174. [3] Ibidem, p. 176.
[4] Ibidem, p. 179

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