De tenazas y peines calientes  
Retrospectiva sobre las técnicas para el cabello

De tenazas y peines calientes   <BR><STRONG>Retrospectiva sobre las técnicas para el cabello</STRONG>

POR ROSARIO TIFÁ
Un año después de la primera invasión norteamericana al país, en 1916, fueron introducidas las primeras técnicas para arreglar el cabello de la mujer, que consistían en la utilización del peine caliente, la tenaza y la máquina esquiladora manual, las más modernas de la época.

El peine de acero y la tenaza, en forma de tijera, constituían instrumentos que luego de exponerlos sobre el carbón a altas temperaturas, se utilizaban para estirar, moldear y darle forma al cabello crespo.

Para ello se usaba en principio una grasa color negro que se aplicaba en pequeñas proporciones sobre un poco de cabello, cuyo efecto se observaba con el contacto de éstos “maravillosos” instrumentos.

Para darle volumen al cabello, las “estilistas” de la época usaban agua de lino hervido, cerveza, agua de azúcar parda y colonia 4711, un perfume elaborado con esencias naturales.

El corte del cabello era muy peculiar, recto en forma de paje y asimétrico, algunas de las mujeres usaban una media nylon rellena con la cual daban forma al corte.

Para aquellas con cabellos largos existía el estilo “Pompadour”, un moño enrollado en el centro de la cabeza, y el “San Antonio”, moño sujetado en la nuca. Para su elaboración utilizaban una especie de almohadilla larga que se introducía en el cabello con la cual daban forma al moño.

La mujer dominicana también utilizó conos de hilo, cintas o “trapitos”, piezas hechas de cartón de cajas de zapatos para hacerse anchoas y rolos, debido a la prohibición de algunos productos por el gobierno de turno.

Sin embargo, se impone la habilidad del dominicano y se comienzan a utilizar pantimedias, para amoldar el cabello, y grasas para el cabello en tamaño de “Muestras”, hasta que fue ordenada la apertura de una fábrica para elaborar jabón y vaselina.

También se elaboraban tintes vegetales (negro eterno), yodo, mercurio, azul de metileno y tubérculos como cáscara de cebolla. Con esos productos se teñían el cabello de negro, rojizo, cobrizo y azul profundo.

Transcurría 1935 cuando la moda en el cabello cobra un nuevo giro con la llegada del peluquero cubano de nombre Marión, quien aplica el método de permanente caliente y la laca en un salón que instaló en la calle El Conde esquina Palo Hincado, en Ciudad Nueva.

Con estos métodos, según informaciones de esa época, muchas damas vieron arruinar sus hermosas y fuertes cabelleras.

Ese mismo año aparecen los peluqueros dominicanos Ramón Filpo e Isabel Bueno, ambos con una gran clientela en la capital y en Santiago de los Caballeros. 

En 1960 comienzan a aplicarse los colores de manera profesional por  peluqueros que habían estudiado en el extranjero, entre ellos Hipólito Rodríguez.

El estilista impartía seminarios organizados por la firma Schekmar con su producto Silueta. También realizaban cursos otros profesionales que laboraban para las casas Miss Clairol y Loreal. 

 De l965 a l967 se instalan los laboratorios  Hollywood, Dr. Collado y JM Hernández, los cuales hicieron grandes aportes a la belleza con la fabricación de productos, incluso para desrizar el cabello.

Con estos nuevos métodos fueron desapareciendo las formas “ordinarias” de teñir el cabello y de alisarlo y con ellos ya entrada las décadas de los 70 y 80 disminuyen el uso del peine y de la tenaza caliente.

Las experiencias de doña África

El inicio de la Guerra de Abril de 1965 sorprende a doña África Rowland, una elegante cocola de San Pedro de Macorís, en plena labor “pasando la tenaza” a una clienta en la casa donde todavía reside y ubicada en el ensanche Ozama, Zona Oriental de la ciudad.

“Mire periodista, el estruendo de un artefacto que cayó en una antena de una emisora de radio ubicada próximo a esta casa, interrumpió mi tarea y obligó a toda la familia a correr del lugar”, cuenta la experta en tenazas.

Doña África, quien permaneció durante más de 20 años en el oficio, afirma que desde temprano en la mañana encendía el anafe, colocaba su tenaza y “mano a la obra”, a efectuar una labor que podía extenderse hasta las nueve de la noche.

Sin embargo, señala que regularmente la mayor cantidad de clientela acudía los fines de semana, los viernes y sábados, por lo que tenía que solicitar ayuda a sus dos hijas mayores.

Recuerda que atendía a más de 20 o 25 mujeres regularmente con “cabello corto malo” (crespo) o largo ondulado. Muchas de esas damas luego asistían a los salones de belleza para darle forma al cabello o realizarse un peinado.

Dependiendo del tipo de cabello se utilizaba vaselina sólida. En el cabello grasoso nunca.

¿Cuestión de cábala?

Doña África explica que las personas antes de pasarse la tenaza o el peine caliente se bañaban y tomaban también la precaución de no coger sereno  para no pescar un resfriado, “pasmo” o dolor de cabeza.

Y, aunque estimó esas acciones como una cábala, afirmó que aun padece de un resfriado y del “pecho apretado”.

Fuentes de información: Leonor Rosado, propietaria de la academia de belleza Nacidit, Victoria Castro y López, Maestra de Maestra de esa institución y África Rowland.

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