De Trujillo, Bosch, Leonel…

De Trujillo, Bosch, Leonel…

REGINALDO ATANAY
Nueva York.-
Decía el ex presidente Juan Bosch que “en política, hay cosas que se ven y cosas que no se ven”. Eso, claro, lo sabe todo el mundo, pero Bosch usaba expresiones como esa,para sentirse y verse acercado a las entrañas del pueblo, cosa que, a veces, era muy de su gusto.

Decía también el excelente cuentista y sociólogo que “el PRD (Partido Revolucionario Dominicano) conoce al cojo sentao y al tuerto durmiendo”.

Y resucitó, Bosch, una expresión de pueblo —tutumpote—  con la que en el pasado siglo se señalaba a la gente de poder social, político y económico y con la que volvió a señalarse a esa gente, en los comienzos de la década de los 60… por “culpa” del mismo Bosch.

Y es que los políticos suelen acuñar frases y otras expresiones, las que suelen servirles de puente, para intimar con las masas y con quienes avivan el interés del voto.

Durante la Era de Trujillo se decía que la ciudad capital, que entonces se llamaba Ciudad Trujillo, y que tras muerto el dictador el entonces presidente Joaquín Balaguer le devolvió el nombre de Santo Domingo de Guzmán, era “la ciudad más limpia de América.”

Decíase también, entonces, que el Central Azucarero Río Haina era “el ingenio azucarero más grande del mundo”.

Nosotros, que nunca salimos de Dominicana durante la Era de Trujillo, jamás creímos esos decires propagandísticos de la dictadura. Como tampoco creíamos que la leche que se procesaba en la Industrial Lechera fuera pura “de a verdad” como pregonaban los anuncios.

Mas al discurrir de los tiempos, y expandirse nuestro mundo (muchísimo más pequeño que “El pequeño mundo de Don Camilo”, de quien cuenta el humorista) supimos que sí, que en aquel tiempo, Santo Domingo fue la ciudad más limpia de la América de habla castellana y que, el Central Río Haina, sí, fue el más grande del mundo.

Nosotros, que por algunas de esas situaciones que presenta la vida estuvimos en ciertas ocasiones bien cerca de la persona de Trujillo no intimamos con él ni nunca sostuvimos una conversación formal, sino que estando muy cerca, estábamos a la vez bien lejos. Y no podíamos ser trujillistas “de a verdad” por razones de principios; y además, porque nuestra madre sufrió muchísimo en una ocasión en que apresaron un hermano nuestro; lo vejaron en las cámaras de tortura de la Cárcel La 40 y sufrió prisión por algún tiempo, sin que nuestra madre supiera “dónde tenían a ese muchacho” O, “si estaba vivo”.

Pero somos partidarios de que el caso de la Era de Trujillo se trate sin pasión, y se mire y se sopese lo que ese señor hizo, y que así se juzgue. No con las pasiones de estar a favor de él ni en contra, de manera que quede para la historia lo que en verdad fue, para conocimiento de los que formarán parte de generaciones que están por venir.

Y que así se sepa, de verdad, lo malo y lo bueno que hizo Trujillo, con la ayuda (unas veces para bien y otras para mal) de la gente que le rodeó y que, en ocasiones, cometió barbaridades, con las que tuvo que cargar Trujillo, al ser el jefe de gobierno.

Bosch, con todo lo apasionado que era, cuando quería, sabía hacer distinciones y exposiciones sin aparente pasión política. Como cuando tuvo el debate aquel con el sacerdote jesuita español Láutico García, quien lo acusó de ser “comunista”.

Nosotros, particularmente, nunca hemos creído que Bosch fuera comunista; tampoco marxista “pelao”. Bosch era… ¡boschista! Seguía la línea boschista que han querido seguir ciertos seguidores suyos, quienes atestiguan y dan fe de que el presidente Leonel Fernández “ha traicionado” los principios de Bosch.

Y creímos (no sabemos si todavía lo es) que el hoy presidente Leonel Fernández era boschista. Y pocos días después que el mismo Fernández publicara un artículo en un periódico dominicano dando razones de su boschismo, nos encontramos con él y lo felicitamos por la forma en que enfocó su ensayo.

Al decir que “nos encontramos” con él, no lo decimos para mostrarnos como amigos de Fernández, aunque tenemos buenas razones para creer que él suele ser buen amigo a juzgar por opiniones de gentes que son de sus afectos; como Jimmy Sierra, el hombre que ha hecho la película sobre el Presidente Ulises Hereaux (Lilís) y a quienes los parientes de ese dictador le han pedido que “sea justo con Lilís”.

En aquella ocasión en que felicitamos a Fernández fue una mañana en un desayuno que se ofrecía en la ya desaparecida Casa de España, que estaba situada en la calle 39 cerca de la avenida Segunda, de Manhattan. Esa mañana llegó Bosch acompañado de su esposa, doña Carmen Quidiello de Bosch, y el doctor Leonel Fernández, entre otros.

Fernández mantuvo siempre una cercanía discreta de Bosch y nunca ha sido “alabancioso”; aboga siempre por el respeto a las demás personas, sin importarle la forma y manera en que piensen los demás. Tal actitud, hemos observado que la mantiene en este período presidencial, como la mantuvo en el otro, y eso es digno de alabarse en un medio político-social como el quisqueyano, en el que la adulonería y el asesinato de reputaciones siempre están como los militares: “a la orden del día”.

En aquel célebre debate de Bosch-Láutico, teniendo de moderador al doctor Salvador Pittaluga Nivar, Bosch aseveró que “Trujillo fue un buen gobernante porque supo mantenerse en el poder”.

Todo lo que se trató en el debate de esa noche fue en base a un artículo que Bosch había publicado en el semanario “Renovación” del cual fue creador y director su compueblano Julio César Martínez, y terminado el debate algunos analistas dijeron que el mismo “ya le dio el triunfo a Bosch” quien en efecto, ganó las primeras elecciones libres que tuvieron los dominicanos, tras concluir la Era de Trujillo.

Ojalá que las pasiones se vayan aplacando.

 Que se aplaquen, también, en relación al ex presidente Joaquín Balaguer, y que los dominicanos puedan analizar lo que se ha vivido allá en las últimas cinco décadas, de una manera tal que todo quede claro, y que a cada quien y a cada situación se le aplique el juicio justo.

Y cuando así se haga se verá que cuando alguien dice que “hace falta Trujillo” no es que en verdad el país necesite del caudillo sancristobalense, sino que se apliquen el orden y la disciplina para que, entre otras cosas, la delincuencia no se enseñoree. Como ahora.

Para la meditación de hoy: Nadie te conoce mejor… que tú mismo. Cuando quieres “hacerte el loco” o el desentendido, proclamas quejas de que otros te están dañando. Pero definitivamente, la mayoría de las calamidades que se nos asoman, y triunfan, es porque nosotros mismos lo permitimos.

El cuerpo físico tiene su sistema inmunológico que lo defiende de bacterias y microbios. El ser interior, tiene su mecanismo de defensa, que lo podemos tener en vigencia todas las horas. Pero ese mecanismo se debilita cuando desconfiamos de nosotros y nos sentimos “poca cosa”.

Cuando eso comienza a producirse, es cuando en verdad nos llega la mentada “mala suerte”.

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