De Ulises a Rayuela

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En el mundo de la literatura existen obras a las que mucha gente elogia, destaca, le dedica grandes comentarios. Son obras que en cualquier reunión en donde se congreguen unos cuantos sabios literarios no dejan de ser temas de conversación. La favorita de este grupo de sabios literarios es Ulises, de James Joyce. Y ¡ay de aquel osado que se atreva a emitir el más mínimo comentario negativo y expresar una opinión contraria a la de los sabios! Te llaman ignorante, patán, analfabeto, inculto, entre otros elogios. Sin embargo, muchos de aquellos que se dedican a ensalzarla no la han leído. Apenas la han manoseado y leído el resumen de la contraportada. Es que Ulises es una obra de difícil lectura incluso para aquellos que se dedican a encumbrarla.

Leer por obligación y por placer

Cuando te dedicas a la escritura estás obligado a enfrascarte  en la lectura de ciertas obras que más que placer producen tortura; pero los lectores normales no leen por obligación, leen por placer. Buscan una historia que les toque, un lenguaje que les seduzca. ¿Son seductoras obras como Ulises, Rayuela, La divina comedia? Podrían serlo para iniciados, teóricos, escritores, pero no así para los lectores normales.

El caso de Ulises entraña dificultades que no afectan a Rayuela, por ejemplo. Nos llega traducida y se sabe que una obra con esta condición es a veces muy distinta de la original. Además, al ser una obra experimental está llena de guiños culturales muy propios de la zona donde residía el autor; está salpicada de la cotidianidad de Dublin, está  atravesada por  los caprichos, por la megalomanía del autor.

En su reciente visita al país tuve la oportunidad de hablar bastante de literatura con José Ovejero, el reciente ganador del premio de novela Alfaguara por su obra La invención del amor. En medio de nuestro arduo teorizar salió a relucir el tema de los mejores inicios de novelas en la historia de la literatura. Yo mencioné algunos y él me señaló el comienzo de Lolita. Lo  refuté diciéndole que no había comienzo más cursi, más de novelita del corazón que el de Lolita, seleccionada por un gran grupo de genios como la mejor novela del Siglo XX. Entonces él me aclaró: no hablo de su inicio en su versión en español, porque es en inglés como se puede apreciar la calidad de la introducción del texto. Por eso he tenido dificultades a la hora de apreciar grandes obras como Ulises, porque no leo en inglés. Y a veces las traducciones que nos llegan son horrendas.

Pero en el caso de James Joyce hay que admitir que es un gran escritor. Su obra Dublineses, que algunos consideran el preámbulo de Ulises, tiene uno de los relatos más conmovedores, profundos y bellos que he leído: Los muertos, de la que John Huston  hizo una versión cinematográfica sublime, con su hija Anjelica Huston en el papel protagónico.

Ulises es una obra que cuando nació en 1922 provocó escándalos, euforia, aplausos y denuestos. Dicen los teóricos que cambió para siempre la forma de hacer o escribir literatura, principalmente en materia narrativa.

“Ulises es una novela simple y compleja a la vez. Trata, principalmente, de las andanzas de Leopold Bloom a través de Dublín durante un solo día: el 16 de junio de 1904. A pesar de que la superficie de la novela es la cotidianidad más rasa (la primera vez que vemos a Bloom está desayunando y después defecando) la novela tiene una arquitectura secreta que la liga íntimamente con la Odisea de Homero, y también con una constelación de símbolos anatómicos y esotéricos que logran (para los creyentes) hacer de Ulises una especie de libro universal, como una Biblia”. (Andrés Hax)

“Ofrecemos ahora un breve esquema de cada capítulo, procurando dejar fuera toda interpretación -griega, judía, shakespeariana, o teológica- excepto, al final de cada uno, el mero rótulo de la referencia a la Odisea: con ello el lector, si lo desea, puede remitirse al complejo esquema de interpretaciones trazado por Joyce para uso de unos pocos amigos, e  incluido como apéndice al final  del volumen”. (los editores de Bruguera, Libro amigo, Lumen)

Como apreciamos, algunos cometen la osadía de comparar a Ulises con la Biblia, y los editores tienen que hacer malabares, retruécanos lingüísticos para advertir al lector que están ante una obra indigerible. Fíjese que se habla de que la novela tiene una arquitectura secreta; esto es, que es un laberinto, un rompecabezas.

Rayuela

“En una carta de 1958, Julio Cortázar cuenta que ha terminado la novela Los premios y que piensa en otra más ambiciosa que será, se teme, ‘bastante ilegible’, una especie de ‘resumen de muchos deseos, de muchas nociones, de muchas esperanzas y también, por qué no, de muchos fracasos’. Un año más tarde dice que está escribiendo una antinovela. Más tarde dirá que prefiere el término contranovela. Aun en estado embrionario Rayuela generó un sinfín de definiciones a cargo de su propio autor: libro infinito, gigantesca humorada, bomba atómica, grito de alerta, el agujero negro de un enorme embudo…”

Cuando Rayuela hace su irrupción en el mundo literario el Boom apenas iniciaba. Sin embargo, su impacto fue fulminante. Al igual que Ulises, Rayuela estremeció los cimientos literarios y produjo adhesiones y repulsas. En el caso de nuestro país, Cortázar y su Maga, Oliveira y sus juegos, las señoritas que vomitaban conejitos atrofiaron el talento creativo de toda una generación y creo que todavía hay gente imitándolo  sin pudor. En los talleres literarios que frecuentaba en los inicios de mi fiebre por la escritura a Cortázar se le  trataba como a una divinidad a la que había que reverenciar.

Según José Rafael Lantigua, hombre de vasta cultura literaria,   “A partir de Rayuela el mundo literario se vino abajo. Aplaudiendo o desconcertando. Se soltaron las amarras de la lengua y se inauguró un discurso narrativo que todavía, cincuenta años después, sigue abriendo callejas y confines, como una invención desaforada en la anotación de Omar Priego.”

Pero cincuenta años después cabe preguntarse, ¿sigue Rayuela provocando furor, adhesiones, controversias? ¿Sigue esta obra seduciendo a los lectores?

Hay que recordar que para Cortázar la literatura no era más que un juego, en donde el lenguaje utilizado con la maestría que sabía hacerlo era protagonista principal. Para Cortázar lo primero era lo lúdico, lo que se contaba para él era irrelevante. Por eso en Rayuela usted encuentra situaciones tan absurdas como la que se produce cuando a Oliveira se le cae un terrón de azúcar en un restaurante y dura más de media hora buscándolo, metiéndose debajo de los refajos de las mesas vecinas e incluso arañando la alfombra.

Ulises y Rayuela proyectadas en el tiempo

Como alguien se atrevió a equiparar a Ulises con la Biblia, un tremendismo de marca mayor, yo voy a tener la osadía de pronosticar que en la mayoría de lenguas a que fue traducida Ulises se convertirá en una pieza de museo, a la que le prestarán atención algunos eruditos y estudiantes de doctorados en literatura. Ya Rosa Montero, en su libro La loca de la casa, tilda de mamotreto intragable a Ulises y opina más o menos lo mismo que yo acerca de esta obra.

Un dato:  he hablado con todos los vendedores de la librería Cuesta y preguntado si Ulises tiene demanda. Y ninguno se acuerda la última vez que alguien preguntó por ese portento.

En cuanto a Rayuela, no hay dudas de que esta obra también ha venido perdiendo relevancia en la literatura, no importa que los nostálgicos quieran atribuirle la grandeza de otros tiempos. Contrario a Rayuela, Cien años de soledad todavía se sigue leyendo con entusiasmo en muchísimos  lugares del planeta e incluso en Estados Unidos aparece en algunas librerías entre los más vendidos.

Espero no ser atacado con huevos y tomates podridos por las infamias que he escrito.

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