De un libro viejísimo 2

De un libro viejísimo 2

En “Un ciclón en una botella” me atreví a decir que estaba en boga en aquella época una “sociología bizca”. Muchos académicos dominicanos se dedicaron a adular a los representantes de organismos internacionales, cuyas frases repetían como papagayos. Algunos de los “postulados” de estos funcionarios no eran más que estratagemas ideológicas para uso de pueblos subdesarrollados. En el año 2002, califiqué esas ideas extranjeras como “imperialismo autoctonista”; una forma de “recolonizar los pueblos oprimidos, reconvirtiéndolos a la fe de sus antiguos dioses”; y así aparece en mi libro “Pecho y espalda”. Traté de explicar que éramos blancos y negros a la vez; que debíamos, por tanto, aceptar enteramente las consecuencias culturales del merengue: la melodía hispánica y el acompañamiento africano.

Sobre este punto crucial de la identidad de los dominicanos escribí el ensayo “La guerra civil en el corazón”, cuyo texto es parte del apéndice de “Un ciclón en una botella”. Cierra con estas palabras: “Los dominicanos necesitamos de una explicación histórica de la que se derive una teoría de lo nacional y, a la vez, un programa de acción colectiva que borre del corazón la guerra civil. Que empuje nuestros hombres interiores -el negro y el blanco- hacia una colaboración”. Fue publicado en folleto por Editora taller C. por A., en el año 1995.

Otro tema controversial abordé en “Un ciclón en una botella”: el del predominio militar en la historia dominicana. El apartado correspondiente a este asunto se titula: “Interpretación cuartelera de la historia”. Después seguía la investigación acerca de las causas por las cuales hemos tenido tantos dictadores. ¿Por qué oscilamos entre anarquía y tiranía? También indagué sobre otro misterio: ¿Por qué cada treinta años los dominicanos experimentan cambios sociales importantes? Sintetizar estos asuntos es como meter un ciclón en una cantimplora.

Dediqué un apartado a los líderes, en general; y otro a los “líderes de la jungla” que hemos sufrido en el pasado. Al final del libro, agregué: “Los apuros de un padre de la patria”. Ya se podía vislumbrar que el fundador de La Trinitaria, Juan Pablo Duarte, recibiría terribles ataques de los que desean “desarticular” la historia tradicional. Me alegra que un libro tan viejo conserve vigencia colectiva.

 

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