De una economía de postre a la industria salvadora

De una economía de postre a la industria salvadora

República Dominicana sustentó su desarrollo, durante unas tres décadas, en una denominada economía “de postre”. Café, cacao y azúcar fueron sus principales productos de exportación.

Bauxita, oro y níquel habrían de incorporarse después a los renglones exportables.

El país ha vivido improvisando su tránsito hacia el progreso. La incoherencia de los gobiernos pautan los fracasos.

A principios de la década del 70 el turismo surge como la salvación, y se desata una febril búsqueda de los más importantes mercados, al tiempo que fluyen las inversiones en ese atractivo sub-sector económico.

La visión de Don Angel Miolán encuentra tímida acogida, pero Frank Rainieri y Ramón Prieto secundan sus sueños y la industria se abre pasos hacia un firme posicionamiento.

Con unos mercados inestables e imprecisos para los tradicionales productos agrícolas, el turismo se perfila como la gran salvación económica del país.

Podría afirmarse que Punta Cana y Portillo constituyeron el despegue del desarrollo de la llamada “industria sin chimeneas”.

El sitial alcanzado por el país como destino turístico del Caribe se debe en gran medida a la visión de grupos empresariales locales que confiaron en su tierra.

El turismo no debe quedar como soporte de una economía de sobrevivencia. Hay que mantener su sólida posición con planes de preservación de los entornos.

Actividades que dañan el turismo sano, pretenden empañar una industria que ha ganado prestigio a base de atractivos y la receptividad del dominicano.

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