De utopías, mentiras y conveniencias

De utopías, mentiras y conveniencias

A menudo, no sin razón, se ha criticado el llamado “espíritu utópico”, calificándolo de ciego para las realidades humanas. La historia mundial nos muestra que los progresos de las sociedades, de cualquier nivel y apariencia, mantienen los mismos defectos de siempre. La misma intención y propósito de dominio.

Muy diversos ejemplos hay de las utopías sociales en la sociedad descrita en “La República” de Platón, en la “Utopía” de Santo Tomás Moro (a quien se debe la palabra), y muchas otras obras.

El novelista y ensayista inglés Eric Blair (George Orwell) señalaba 1984 como la fecha en la cual estaría establecida una “anti-utopía”, una visión del futuro. Pintaba el futuro como una pesadilla totalitarista en lugar de un paraíso terrenal.  

Aldous Huxley escribió “Brave New World” por 1931, y estaba entonces  convencido de que había mucho tiempo por delante antes de llegar al gran desastre. Situaba su relato seis siglos después de que el industrial y pionero de la industria norteamericana del automóvil en serie produjera su famoso “Modelo T”. Cambió la cuenta de los años (d. C) por (d. F), o sea, “después de Ford”.

¿Tan importante es la maquinaria?

 Sí. Muy conveniente para los poderosos, que sustituyen centenares y miles de obreros de la construcción o destrucción (si se trata de lo uno o lo otro) con maquinarias que parecen monstruos antediluvianos. Menos obreros: más ganancia.

 ¿Y la electrónica? Muy útil, por supuesto. Si se utiliza bien, con moderación y buen sentido.

La humanidad se separa. Ese parece ser su signo porque el sentido humano se esfuma entre humaradas de un progreso  antidemocrático a pesar de sus disfraces y pomposas declaraciones de entidades que no se impusieron, como es su deber, a masacres en regiones de  interés norteamericano, cuando sus tropas de jóvenes desinformados, “a nombre de la patria”, arrasaron poblaciones civiles y los supervivientes de esos ataques que a menudo mataron gente inocente, regresaron a Estados Unidos prácticamente locos o arriconando sus conflictos de culpa a su obediencia a órdenes superiores.

 ¿Cuál ha sido y es el interés de los norteamericanos con sus intervenciones arrogantes en lejanas regiones de Asia menor como Irán, o meridional como Pakistán o cualquier área que tenga algún tipo de riqueza y viejos enredos e irreconciliables enemistades religiosas? ¿Imponerle a sus mandatarios una obediencia a la democracia marca U.S.A., o sea “o ‘porta bien, o portaaviones”?

Además la guerra es un gran negocio y los distintos tipos de jerarcas, militares y civiles, no dejan pasar la oportunidad de obtener inmensas ganancias.

El admirable papa Francisco acaba de enviar una carta a Vladimir Putin pidiendo al G20 oponerse a cualquier solución militar en Siria. Dice: “El uso de la violencia no trae paz, la guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia”.

Evidentemente se usó el mortal gas Sarín en Siria, pero…

¿Quién lo utilizó en esta historia de horror?  ¿No merece esto una investigación severa e imparcial antes de repetir un error similar al que se cometió en Irak?

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