De vida y de muerte

De vida y de muerte

El Sistema de Seguridad Social, el que cobra a todos los empleados y a las empresas que pagan, tiene tanto dinero que no puede mantener la boca cerrada porque se le escapa el aire, en una palabra: ta’ buchú.

El Gobierno construye varios hospitales que ofrecerán servicios altamente especializados  en distintas áreas de las ciencias médicas.

El Patronato de la Plaza de la Salud reconoció a un grupo de personas que tienen relación con los hospitales dependientes de esa institución.

Los hospitales que se construyen deben contribuir a que el servicio que se presta a la población sea más eficiente y tenga una mayor cobertura, al entrar en la red que maneja la Secretaría de Salud Pública.

El Sistema de Seguridad Social tiene mucho dinero acumulado pero ello no significa que el o los servicios que ofrece sean tan eficientes y a tiempo, como el cobro de las cotizaciones a los empleados y a las empresas que pagan.

Aunque cueste pensarlo y decirlo, el Sistema de Seguridad Social se está pareciendo demasiado al viejo Instituto Dominicano de Seguros Sociales en su deficiencia en  la prestación de servicios de salud y en la atención y pago a los pensionados.

En los hospitales construidos y  mantenidos por el Gobierno se presume que el servicio debe ser gratuito o de un costo muy bajo, estrechamente relacionado con el poder adquisitivo de quienes acuden a ellos. Un buen servicio implica la compra de medicamentos imprescindibles sin que haya comisiones de por medio (algo al parecer muy difícil) y la dotación de todo lo necesario para las operaciones de un centro de salud.

Resulta muy cuesta arriba saber que el dinero de los contribuyentes se maneje de modo tal que lo que devuelve el Gobierno en servicios es cada día más deficiente, mientras funcionarios y personajillos se llenan los bolsillos con los dineros del erario, sin que haya la mínima sanción legal o moral..

Del mismo modo resulta difícil de asimilar que establecimientos como la Plaza de la Salud, construidos con dinero de los contribuyentes, tengan cuotas por sus servicios que sólo pueden ser cubiertos por menos del 10 por ciento de la población, sin incurrir en préstamos que hipotecan su futuro. “El que quiera azul celeste que le cueste”, dice el viejo y sabio refrán, pero aquí hay personas y grupos que cosechan pingües beneficios sin invertir nada, por sus lindas caras, parece.

Ojalá que no inventen regalar los hospitales que constituirán la Ciudad de la Salud a un patronato que cobra tanto o más que clínicas privadas.

Mientras, deben ser motivo de vergüenza situaciones como las que pasa un jovencito de 15 años a quien han retenido en el hospital Gautier porque no tiene 250 mil pesos para pagar los costos de la operación que le practicaron para que no perdiera una mano.

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