De vuelta a casa

De vuelta a casa

JOSÉ E. OVIEDO L.
Estoy de vuelta a casa. Mi estancia de tres años en Brasil llegó a su fin. Así lo testimonia la bandeja que, en nombre del “grupo de segundos” de las Embajadas en Brasil, me entregó Rosinha, la ministra consejera de Honduras, en la fiesta de despedida que organizaron, en el Caribeño, las ministras consejeras de Nicaragua y el Uruguay, Liza Stucker y Pamela Vives, y Nora, la agregada cultural de Chile.

En las últimas semanas, antes de mi retorno al país, recibí, a través de Teresita Espaillat, la noticia del fallecimiento de Rafael Altagracia Mejía Lluberes (Baby) y posteriormente, sobre la enfermedad y deceso de Noel Modesto Henríquez Díaz, mejor conocido como Nabú; hechos que me estremecieron hasta el dolor y las lágrimas, haciéndome recordar los últimos momentos que pude compartir con esos dos ejemplares ciudadanos, integrantes de la Raza Inmortal, quienes tienen un lugar especial en mi corazón.

Mi tristeza por la partida de esos amigos y compañeros cedió lugar a un sentimiento de alegría, al conocer, por medio de la Embajada de Italia, en Brasilia, de la llegada a la capital brasileña de mi amigo, Donato Di Santos, nuevo viceministro de Relaciones Exteriores de Italia, encargado de los Asuntos de América Latina y el Caribe, y con quien tuve el honor y el placer de compartir en el almuerzo que, en su honor, ofreciera el 26 de julio, el Embajador de Italia, Michele Valensise y señora.

En esa ocasión, tuve también la oportunidad de departir y despedirme de mis amigos brasileños: Marco Aurelio García, asesor especial en Política Internacional del Presidente Lula; Gilberto Carvalho, jefe del Gabinete del presidente Lula; Tarso Genro, ministro de Relaciones Institucionales, y Vicente Plá Trevas, subjefe de Asuntos Federativos de la Presidencia.

Antes de su partida para el Perú, donde representó al Gobierno italiano en la toma de posesión del presidente Alan García, el vicecanciller Di Santos aceptó la invitación que le hiciéramos, en nombre de sus amigos latinoamericanos, la doctora Moira Paz Estensoro, directora ejecutiva de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y yo para almorzar juntos, acompañados de Ana Falú, directora de UNIFEN, en Brasil, su compañero Fernando y el director de ACNUR, en Brasil, Luis Varesse.

Con mis colegas de la Embajada dominicana: el ministro consejero, Alejandro Arias; el consejero, Cándido Rodríguez; la primera secretaria y agregada cultural, Kenia Liranzo, y su esposo Hernán Téllez, y la segunda secretaria, María Eugenia Dargam, tuvimos un almuerzo de despedida en el famoso Acaraje de Doña Rosa, en la 202 del Asa Sul, acompañando la animada y fraterna conversación de unos buenos “chopp” y degustando una fabulosa Moqueca Bahiana.

El Porcao, restaurante especializado en “rodizio”, fue el lugar seleccionado por el embajador Manuel Morales Lama y su señora, doña Margarita Vincens, en compañía de su hijo Manuel, para despedirme teniendo como recuerdo de la ocasión, la impresionante vista del Lago Paranoa.

La residencia de la arquitecta argentina y directora de UNIFEM, Ana Falú, y de la abogada y pintora colombiana-brasileña, Celina Tobar, los salones del Feiticio Minero y el Bar Monumental, ambos propiedades del empresario Jorge Ferreira, gran gourmet brasilense, nativo de Minas Gerais, y el Salón-Jardín del Universal Dinner, de la 210 Sur, fueron los espacios que acogieron mis últimos encuentros con mis colegas ministros consejeros (Segundos), mis amigos brasileños, latinoamericanos y de otras nacionalidades, residentes en Brasilia.

Y como tenía que ser, la última jornada de este “hasta luego”, que sellaba la cofradía de afectos y complicidades, construida a lo largo de tres años, sería el Caribeño, sala de baile, propiedad de un ciudadano peruano, promotor de la salsa y el merengue, y donde diplomáticos, funcionarios gubernamentales brasileños, dominicanos y dominicanas residentes en el Distrito Federal, mujeres sublimes y hombres tiernos todos, amigos del Gordo Oviedo, conversamos y bailamos hasta la madrugada.

Cuando los abrazos cedieron el lugar a la palabra, con mucha emoción, les dije a los allí presentes:

“Amigos y amigas: Si bien es verdad que nacemos sin nuestro consentimiento y perecemos casi siempre en contra de nuestra voluntad, no menos cierto es que: Quedarse o volver son opciones que nos son dables a escoger y a elegir en distintas circunstancias de nuestra existencia.

Yo elegí venir al Brasil en el 2003 y las circunstancias me ayudaron a hacer realidad ese sueño. Ahora, he decidido volver a mi Patria y de nuevo las circunstancias me han ayudado a concretizar ese propósito. Si me preguntaran la razón de esta decisión, que da origen a esta despedida, se respondería con el corazón en las manos que: “A esta altura de mi existencia y visto lo persistente de mi mala salud de hierro, mi objetivo primordial para los próximos 5 ó 10 años será el de agregar momentos dichosos y placenteros a lo que me resta de vida y esos momentos me están esperando en la tierra que me vio nacer hace 61 años”.

A todos los allí reunidos para despedirme, les hice la misma promesa que hiciera frente a una multitud de más de 10 mil personas, el 8 de mayo, en el Palacio de los Deportes de Santo Domingo, y agregué: “Definitivamente, amigos y amigas, por más avances científicos y tecnológicos que alcance la humanidad, por más rápido que se desarrollen las comunicaciones entre los seres humanos, nada ni nadie puede sustituir la calidez de un apretón de manos, la solidaridad de un abrazo, la ternura de un beso y la generosidad de un encuentro como éste, que pasará a ser, a partir de mañana, un momento inolvidable en nuestros recuerdos compartidos”.

Por último, les pedí permiso a los invitados para dejarles en sus mentes y en sus corazones, unas sencillas reflexiones “filo-amorosas”: “Procuren no ser los primeros en tirar la piedra; piensen bien antes de hablar; no dejen nunca para mañana lo que puedan hacer hoy y ocupen su tiempo con el convencimiento de que: “Nada es para siempre, siempre se puede empezar de nuevo y siempre se puede más”.

En las próximas entregas, seguiré relatándoles las incidencias de mi paso, de regreso a Santo Domingo, por Sao Paulo y Montevideo. 

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