De vuelta con Edgar Morín. Complejidad y ciencia

De vuelta con Edgar Morín. Complejidad y ciencia

Dedicado a mi hermana-amiga mexicana Patricia Gascón Muro

Para mí, la ciencia es la aventura de la inteligencia humana que ha aportado descubrimientos y enriquecimientos sin precedentes, a los que la reflexión solamente era incapaz de acceder… Ello no me lleva, de ninguna manera a echar de menos, por lo tanto, toda Filosofía, porque hoy, en ese mundo glacial, se halla el refugio de la reflexividad. Pienso que la unión de una y otra, por más difícil que sea, es posible, y no me resigno al estado de disyunción o de divorcio que reina y que es, generalmente, sufrido o aceptado… Soy totalmente ajeno a los laboratorios de ciencias especializadas, pero me intereso por las ideas incluidas o implícitas en las teorías científicas. Me intereso, sobre todo, en el re-pensamiento al que llaman los avances de las ciencias físicas y biológicas. Así es que, para tomar nuevamente el ejemplo de la partícula, hemos pasado de la partícula concepto fundamental a la partícula concepto-frontera; de aquí en más, la partícula no lleva de nuevo, de ningún modo, a la idea de sustancia elemental simple, sino que nos conduce a la frontera de lo inconcebible y de lo indecible. Así es que se he hecho la apuesta de que hemos entrado en la verdadera época de la revolución paradigmática profunda, digamos incluso más radical que aquella de los siglos XVI y XVII. (Edgar Morín, Introducción al pensamiento complejo, 156).

Podría pensarse que la ciencia y la complejidad no son compatibles, pero como afirma Morín, sí lo son, pero existen una serie de implicaciones y variables que deben ser tomadas en cuenta. Un elemento interesante que Morín plantea es que la relación ciencia-sociedad es muy compleja. El saber científico, afirma, nació en la periferia de la sociedad gracias a que el mundo parió mentes brillantes e independientes. Fue golpeada la ciencia y los que cuestionaban el saber instalado en la Edad Media, para desarrollarse en la Revolución Industrial. Hoy, dice el sabio francés, la ciencia se ha enquistado en la sociedad, convirtiéndose en una institución a través de las llamadas sociedades científicas y las academias. Está ubicada en el corazón de la sociedad, creando el tecno-burocratismo de la organización social y, por supuesto, del trabajo. Se produce así, sigue diciendo, una compleja sociología. Entonces Morín se plantea una serie de interesantes preguntas:

“¿Tiene la ciencia conciencia de su transformación? ¿Hacia dónde va la ciencia?

(P.156)

Morín se responde estas primeras preguntas haciendo una interesante reflexión sobre los sucesos de Hiroshima. Dos aspectos del grave incidente resalta el pensador. El primero se refiere a las consecuencias terribles para un pueblo inocente que tuvo que cargar con miles de muertos. El otro es sin duda el aspecto ético, la conciencia del sabio atómico que creó y diseñó esa monstruosidad. Me alegró leer esto, pues hace unos años escribí un Encuentro haciendo una reflexión similar. Me preguntaba entonces, como lo hago ahora, si la ciencia no debía estar a favor de la vida, no de la muerte. Y esas mentes brillantes que inventaron la bomba atómica y crearon las atroces tecnologías para matar judíos en serie y con las partes de sus cuerpos fabricar jabones, pelucas con pelo humano y otras barbaridades que solo mentes enfermas eran capaces de pensar tales atrocidades.

“Cómo pensar, a pesar de los límites, sirviéndonos de las contradicciones?

Cómo pueden las aporías que nos impiden pensar ayudarnos, de otra manera, estimularnos, a pensar?…

¿Cómo podemos aprender si no sabemos ya?” (P. 159)

Estas preguntas son respondidas por Morín. Autorreflexiona y se dice: si ya sabemos que no aprendemos, sin embargo aprendemos a nadar, a conducir, sencillamente a aprender. “No hay entonces, que dejarse bloquear por contradicciones lógicas, pero no hay que caer, sin duda, en el discurso incoherente”. (P.159) Vuelve a preguntarse: “Debo responderles acerca de las preguntas que me conciernen?” (P.160) Y se responde diciendo que no iba a responder cuestiones subjetivas, aunque su subjetividad quisiera responder. Entonces procede a cuestionar la supuesta objetividad de la ciencia y sobre todo del científico:

Yo soy un autor no oculto, quiero decir con ello que me diferencio de aquellos que se disimulan detrás de la aparente objetividad de sus ideas, como si la verdad anónima hablara a través de su pluma.

Ser autor es asumir las ideas propias para mejorar y para peor. Soy un autor que, aún más, se autodesigna. Quiero decir que esta exhibición comporta también humildad. Ofrezco mi dimensión subjetiva, la pongo sobre la mesa, dándole al lector la posibilidad de detectar y de controlar mi subjetividad. Trato de ser denotativo dando definiciones y creo definir todos los conceptos que ofrezco…Soy sensible a los poderes, a los encantos de la connotación…En lo que concierte a la analogía, se me reprochan mis metáforas. Ante todo hago metáforas sabiendo que son metáforas. Es mucho menos grave que hacer metáforas sin saberlo. Aún más, es sabido que la historia de las ciencias está hecha de migración de conceptos, es decir, literalmente de metáforas…El concepto científico de información, que surgió del teléfono, se ha vuelto un concepto físico y ha migrado luego a la biología, donde los genes se han vuelto portadores de información. (P. 160)

Afirma Morín que la ciencia ha hecho una migración clandestina de conceptos, permitiéndole que se desasfixiara. Más aún, dice, que los avances científicos en la historia de la humanidad han sido el fruto de errores en las transferencias de conceptos de un campo hacia otro, llevados a cabo, claro está, por el talento del investigador.

Algunos críticos le han recriminado sus posiciones aludiendo que no son racionales, y que la ciencia es ante todo el fruto de la razón. Morín responde a estas críticas diciendo que él es un hombre completamente racional; pero es esa razón la que lleva en sí misma a su peor enemigo, pues la racionalización corre el riesgo de sofocarla:

La razón no está dada, no corre sobre rieles, puede autodestruirse mediante los procesos internos que constituyen la racionalización. Esta representa al delirio lógico, al delirio de la coherencia que deja de ser controlado por la realidad empírica.

En mi opinión, la razón se define por el tipo de diálogo que mantiene con un mundo exterior que le opone resistencia; finalmente, la verdadera racionalidad reconoce a la irracionalidad y dialoga con lo irracionable. Hace falta repetir que, en la historia del pensamiento, pensadores irracionalistas han aportado a menudo, la corrección racional a racionalizaciones dementes…(P.162)

Finaliza este pensamiento, esta reflexión afirmando que la verdadera racionalidad debe ser, necesariamente, tolerante con los misterios; mientras que la falsa racionalidad juzga a aquellos que no coinciden con sus planteamientos. “La humanidad no ha nacido una vez, ha nacido muchas veces y yo soy de los que esperan un nuevo nacimiento.” (P.162). ¡Qué interesante! Nos vemos en la próxima.

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